Madison abrió los ojos, cuando aún estaba todo oscuro, quiso mover sus brazos y se sintió atrapada, entonces giró su rostro y se encontró con el de Alexander muy cerca de ella, en ese momento, se dio cuenta que estaba dentro de las cobijas en la cama de él.— ¿Cómo es que terminé así? —se cuestionó bajito, entonces comenzó a intentar salir de los brazos de él; sin embargo, cada lo intentaba, Alexander se acercaba más, hasta que enredó sus piernas en las de ella. Una fuerte sacudida la estremeció, además que aquella calidez que había entre ambos, le agradó.Vio hacia el reloj de la mesa de noche y distinguió que eran las 5:00 am, entonces dio un largo bostezo, estaba tan cansada que acomodó su rostro en el pecho de él y el sueño la volvió a vencer.Momentos más tarde, el despertador se escuchó en punto de las 6:30 am, ambos abrieron los ojos de golpe, y se miraron fijamente durante unos segundos, sin poder decir nada, hasta que Alexander la dejó de abrazar y Madison se puso de pie con
Alexander se encontraba en un restaurante en compañía de sus pequeños. Miró su reloj y frunció el ceño al ver que Madison no llegaba. En ese momento su chofer ingresó y le entregó el móvil que había olvidado en la oficina. De inmediato le llamó; sin embargo, de nada le sirvió ya que ella no le respondió. — ¿En dónde estarás? —cuestionó con algo de preocupación. — ¿Listos para ordenar? —el mesero preguntó. Frunció los labios con molestia. —Sí, queremos la número 3 —indicó y se acercó para acomodar a los gemelos en las sillas periqueras. En cuanto le fue llevada la cena, Alexander les sirvió una porción pequeña y los 3 comenzaron a comerla. — ¿Les gustó la pizza? —cuestionó mirando a ambos. —Sí —respondió Liam y Noah estiró sus manos para que lo sacara de la silla —Allá —el pequeño indicó. — ¿Quieren jugar en los juegos? —cuestionó él. —Sí —respondieron ambos. Alexander pasó un rato con los niños y volvió a mirar su móvil, sin tener señal alguna de Madison. «¿En dónde estás?»
La respiración de Madison se agitó al escuchar aquel reclamo.—No lo sé —expresó deseando que no se tratase de James—, estoy tan sorprendida como tú ¡Suéltame! —ordenó.Alexander retiró sus manos y se dirigió hacia aquel arreglo floral, buscando alguna tarjeta.—Veremos quién es el atrevido que te está enviando flores —gruñó y tomó el pequeño sobre.— ¿Acaso está celoso, señor Walton? —cuestionó Madison y le arrebató de los dedos la nota—. No le han dicho que es de mala educación tomar lo que no es suyo —susurró y tomó distancia.Alexander frunció el ceño y se quedó pensativo, reconoció para sus adentros que sentía un gran deseo por saber quién le había regalado aquellas flores.—No, no estoy celoso. —Se aclaró la garganta—, todo el mundo sabe que estamos casados, no creo que alguien que trabaje aquí, en su sano juicio se atreviera a hacerlo.—Tengo que seguir trabajando. —Caminó hacia su escritorio—, gracias por la comida.Alexander la miró fijamente a los ojos.—No fue nada —manifes
Minutos después, Alexander abrió los ojos. —Ya me siento mejor —expresó y se puso de pie despacio. Caminó un par de pasos y Madison no le quitaba la vista de encima, al observar que se tambaleó un poco, se acercó a él y lo abrazó. —Aún no estás bien, espera un poco —solicitó mirándolo a los ojos. —Ya está pasando —mencionó él sintiendo como sus dedos se aferraron a la cintura de Madison. —Que bien. —Sonrió y se acercaron a la cama donde los gemelos los miraban atentos. —Voy a cambiarme de ropa —mencionó Madison. —No tardes mucho, te estamos esperando para cenar —refirió intentando seguir el consejo de su amigo. La joven frunció el ceño. —No tardo nada —contestó—, yo bajaré a los pequeños —indicó y se retiró con rapidez. En cuanto Madison salió de la habitación, sacó una píldora de su bolsillo y la llevó a la boca. —No me puede estar enamorando de ti, precisamente ahora que… —no se atrevió a decir más. *** Luciendo prendas más sencillas, Madison descendió caminando despaci
Días después. Madison esperaba en un importante restaurante, en el cual tenía una cita con uno de los socios de la compañía con la que estaban negociando la compra del complejo en el que ella participaba. Miró su reloj y frunció el ceño con extrañeza al darse cuenta que no llegaba aquel empresario. — ¿Va a ordenar algo? —el mesero cuestionó. —Traeme una limonada, por favor —solicitó. Minutos después de que el mesero le llevó lo que pidió, un hombre ingresó y caminó a ella a grandes zancadas, plantándose frente a ella.. —Señorita Davis —pronunció y de inmediato la recorrió con su mirada, sintiendo como se le secaba la boca al ver lo bien que lucía con una blusa de seda en tono marfil, luciendo un discreto escote.. Al escuchar aquella voz, Madison abrió los ojos de par en par y se estremeció. — ¿Qué estás haciendo aquí señor James? ¿En dónde se encuentra el doctor Smith? —indagó en tono duro. James ladeó los labios y sonrió. — ¿Acaso crees que iba a permitir que alguien más acu
James dejó caer el vaso de whisky que sostenían entre sus dedos al observar aquella entrevista, su cuerpo se estremeció al darse cuenta que una vez más, Alison lo había descubierto, de pronto algo llamó su atención.— ¡Señora Walton! —exclamó con sorpresa. — ¿Estás casada? —colocó ambas manos sobre su pecho—, no puedes ser de nadie más, tienes que ser mía —refirió con la voz trémula.De inmediato corrió hacia el vestidor de su habitación y se movilizó a abrir la caja fuerte.—Este dinero es también mío —expresó, además de tomar las joyas que había dentro—, me he esforzado mucho trabajando en la empresa de tu padre, como para que te creas mi dueña y señora —gruñó.Con rapidez sacó la mayor ropa de su closet y la llevó a su maleta. Estaba por salir cuando se topó con Alison.—Buenas tardes, amor, ¿piensas salir de viaje? —preguntó y caminó con elegantes pasos hacia la sala.James presionó su dentadura y la miró con hostilidad.—Me voy, estoy harto de que te sientas mi dueño —bufó.La he
—Escúchame bien, Alexander va camino a la casa—, Hanna advirtió—, está como alma que se lo lleva el diablo, debido a que…Madison se sobresaltó al escuchar que la puerta de su habitación se azotó con gran fuerza, su cuerpo se estremeció al observar la gélida mirada de Alexander. Sin decir más cortó aquella llamada.— ¿Por qué entras así? —cuestionó sorprendida.— ¿Quiero que me digas en la cara desde hace cuanto tiempo te estás revolcando con este hombre? —mostró la imagen que circulaba en redes sociales. — ¿Fue él quien te regaló aquel costoso ramo de flores? —inquirió lleno de furia.El corazón de Madison se agitó.—Tranquilízate por favor —suplicó al ver lo alterado que se encontraba—, hablemos como personas civilizadas —solicitó, temiendo por su salud, ya que el médico le había indicado que requería tranquilidad.— ¿Cómo me pides que me tranquilice, después de que te descubrieron besándote con ese hombre y encima de todo estás en boca de todo el mundo —bramó.—Sabes que lo que di
El helicóptero que trasladaba a Alexander, se estacionó en el helipuerto del hospital, ahí lo esperaba un equipo de médicos con la camilla, la cual fue dirigida con rapidez al área de terapia intensiva, con el doctor Seville a su lado. Luego de aplicar otros medicamentos, su frecuencia cardiaca y el ritmo de su respiración, comenzaron a estabilizarse; sin embargo, la fiebre no cedía.—Vamos Alexander, tú puedes —el médico le habló—, eres un hombre fuerte que ha demostrado que puede sobrevivir a pesar de todo diagnóstico médico.Los párpados de Alexander comenzaron a moverse, intentando abrir los ojos, hasta que lo logró.—No dejes que me muera aún —suplicó con dificultad—, deseo ver crecer a mis hijos, aunque sea un par de años. —Lo miró a los ojos—, promete que harás todo lo que esté en tus manos para ayudarme. —Un par de lágrimas corrieron por sus mejillas. El médico pasó saliva con dificultad, al escucharlo.—Te doy mi palabra que haremos todo lo posible por alargarte la vida, lo