Madison pasó saliva al observar la ostentosa residencia en la que vivía la familia Walton, se distinguía a simple vista la elegancia y el gran gusto en los finos muebles de estilo minimalista.Al ingresar caminó sintiendo que sus piernas temblaban, presionó con fuerza el brazo de Hanna, sin poder ocultar el gran temor que la recorría.—Tranquila —su amiga susurró—, estás en buenas manos.—Bienvenida —Alice Walton expresó con calidez.—Gracias —pronunció con timidez.Caminaron hacia el ventanal, y su mirada se llenó de sorpresa al observar a Alexander jugando con sus pequeños, quienes sonreían a carcajadas, por un instante su corazón se llenó de ternura, al ver aquella escena.—Como verás ha logrado hacerse amigo de los gemelos. —Sonrió Alice.La mirada de Madison se llenó de una fina capa de lágrimas, de tan solo pensar en que se los pudiera quitar.—Ya lo veo —susurró con dificultad.—Vamos a que te recuestes —solicitó la madre de Alexander—, tienes que descansar, para que te recuper
— ¡No puedo creerlo! —Hanna se llevó las manos a los labios, y los cubrió al ver la forma en la que se besaban.— ¡Qué alegría me da! —Alice refirió y limpió las lágrimas que le escurrieron—, mis nietos tendrán una familia.Adam ladeó los labios y frunció el ceño.— ¿Es verdad? —cuestionó dubitativo—, hace tanto que deseaba que me dieran nietos y de pronto no solo me dan uno, sino son por partida doble. —Sonrió con emoción—. Muchas sorpresas en tan poco tiempo.Alexander entrelazó los dedos a los de la chica, y giró para poder interactuar con sus invitados.— ¿Cuándo será la boda? —cuestionó Luke.—En tres semanas —Alexander contestó—. Estoy esperando a que me entreguen nuestra casa —comentó.Madison sintió un escalofrío recorrerla al pensar que viviría bajo el yugo de aquel hombre que tenía por corazón un témpano de hielo.****Días después.Alexander revisaba en su computadora, el diseño de interior de uno de los apartamentos que estaban remodelando en compañía de Luke.—Wow —dijo s
Al ver la expresión en el rostro de Madison, Alexander soltó una risotada.— ¿Acaso tienes miedo de lo que pueda suceder entre nosotros? —susurró en su oído.Madison se aclaró la garganta y elevó su mentón.—Claro que no —mintió y retrocedió un paso para tomar distancia de él.Al llegar a la planta alta, Alexander abrió la puerta de una de las habitaciones y le cedió el paso.Madison caminó hacia la sala que tenía y desde ahí recorrió con su mirada el interior, sintiéndose sorprendida al darse cuenta que había tomado uno de los diseños en los que ella había trabajado.Su mirada se iluminó al apreciar el color uva en la parte de la cabecera, y blanco en el resto que ella había elegido.— ¿Te gusta? —cuestionó.—Es perfecta —se aclaró la garganta y se dirigió hacia la mullida cama, en donde sus dedos rozaron el cubrecama en tono gris, con mezcla de varias almohadas.—Bien, estaré en la habitación de enfrente —indicó, sin poder evitar volver a reírse—. Voy a descansar.Madison resopló al
Los ojos verdes de Alexander se encontraron con los de marrón de Madison, y su respiración se agitó.—Estoy bien —pronunció un poco aturdido.—Estás pálido —refirió sin soltarlo.—Se me debió haber bajado la presión —mencionó.—Vamos a que te sientes —dijo ella y de inmediato caminó hacia uno de los sillones, ayudándole—. Bebe un poco de agua. —Tomó una jarra de agua y le sirvió un vaso.Alexander dio un par de sorbos y se recargó en el respaldo del sillón, cerrando sus ojos unos segundos.—Voy a llamar a un médico —indicó Madison.— ¡No! —Alexander la tomó de la mano—, ya me siento mejor.—Sigues muy pálido. —Lo miró con precaución.— ¡Dije que estoy mejor! —se puso de pie, será mejor bajar con mis papás.Madison movió su cabeza, no muy convencida.—Se hará como usted dice, señor Walton.Alexander la miró a los ojos y presionó su puño con fuerza.—No me llames así —resopló.—Vamos con tus papás… Mi amor —Madison expresó con sarcasmo.***A la mañana siguiente.Alexander finalizó de a
— ¿Cómo se te ocurre querer limpiar el cubículo de mi asistente? —preguntó con molestia al encerrarse en su oficina. — ¡¿Acaso quieres ser el hazme reír de toda la constructora?!Madison frunció el ceño y lo miró sin comprender su molestia.—A mí nunca me ha importado lo que piensen los demás, no vivo de ellos —respondió—, me importa más que esa chica esté bien, que lo que murmure tu enamorada y la directora, que seguramente también anda tras de ti —Elevó ambas cejas. — ¿Acaso cree que no me doy cuenta cómo lo miran ambas? El hombre presionó sus puños.—A mí, sí me importa lo que puedan decir, no quiero que hablen de la esposa del amo y señor de esta empresa y de muchas otras cosas más —refutó—, no puedes estar haciendo algo como lo que hiciste hace un momento. Eres mi mujer. —La tomó entre sus brazos y fijó su verdosa mirada en ella—. Tienes que entenderlo.—Nunca dejaré de ser quien soy, por un engreído, además de orgulloso y egoísta hombre como tú —puntualizó—. Si alguien necesita
Madison abrió los ojos, cuando aún estaba todo oscuro, quiso mover sus brazos y se sintió atrapada, entonces giró su rostro y se encontró con el de Alexander muy cerca de ella, en ese momento, se dio cuenta que estaba dentro de las cobijas en la cama de él.— ¿Cómo es que terminé así? —se cuestionó bajito, entonces comenzó a intentar salir de los brazos de él; sin embargo, cada lo intentaba, Alexander se acercaba más, hasta que enredó sus piernas en las de ella. Una fuerte sacudida la estremeció, además que aquella calidez que había entre ambos, le agradó.Vio hacia el reloj de la mesa de noche y distinguió que eran las 5:00 am, entonces dio un largo bostezo, estaba tan cansada que acomodó su rostro en el pecho de él y el sueño la volvió a vencer.Momentos más tarde, el despertador se escuchó en punto de las 6:30 am, ambos abrieron los ojos de golpe, y se miraron fijamente durante unos segundos, sin poder decir nada, hasta que Alexander la dejó de abrazar y Madison se puso de pie con
Alexander se encontraba en un restaurante en compañía de sus pequeños. Miró su reloj y frunció el ceño al ver que Madison no llegaba. En ese momento su chofer ingresó y le entregó el móvil que había olvidado en la oficina. De inmediato le llamó; sin embargo, de nada le sirvió ya que ella no le respondió. — ¿En dónde estarás? —cuestionó con algo de preocupación. — ¿Listos para ordenar? —el mesero preguntó. Frunció los labios con molestia. —Sí, queremos la número 3 —indicó y se acercó para acomodar a los gemelos en las sillas periqueras. En cuanto le fue llevada la cena, Alexander les sirvió una porción pequeña y los 3 comenzaron a comerla. — ¿Les gustó la pizza? —cuestionó mirando a ambos. —Sí —respondió Liam y Noah estiró sus manos para que lo sacara de la silla —Allá —el pequeño indicó. — ¿Quieren jugar en los juegos? —cuestionó él. —Sí —respondieron ambos. Alexander pasó un rato con los niños y volvió a mirar su móvil, sin tener señal alguna de Madison. «¿En dónde estás?»
La respiración de Madison se agitó al escuchar aquel reclamo.—No lo sé —expresó deseando que no se tratase de James—, estoy tan sorprendida como tú ¡Suéltame! —ordenó.Alexander retiró sus manos y se dirigió hacia aquel arreglo floral, buscando alguna tarjeta.—Veremos quién es el atrevido que te está enviando flores —gruñó y tomó el pequeño sobre.— ¿Acaso está celoso, señor Walton? —cuestionó Madison y le arrebató de los dedos la nota—. No le han dicho que es de mala educación tomar lo que no es suyo —susurró y tomó distancia.Alexander frunció el ceño y se quedó pensativo, reconoció para sus adentros que sentía un gran deseo por saber quién le había regalado aquellas flores.—No, no estoy celoso. —Se aclaró la garganta—, todo el mundo sabe que estamos casados, no creo que alguien que trabaje aquí, en su sano juicio se atreviera a hacerlo.—Tengo que seguir trabajando. —Caminó hacia su escritorio—, gracias por la comida.Alexander la miró fijamente a los ojos.—No fue nada —manifes