Al ingresar a la habitación en la que se encontraba aquella chica, la recorrió con su mirada observando los golpes que tenía en su rostro y parte de su cuerpo.— ¿Cuánto tiempo permanecerá internada? —cuestionó. —Me gustaría trasladarla a otro hospital. —Recorrió con su fría mirada el pequeño espacio en el que se encontraba.—Esperemos a ver como reacciona en cuanto despierte —refirió el médico—. Debo aclararle que se encuentra bien atendida su esposa.—No lo dudo, pero puedo trasladarla a uno de los hospitales más importantes de aquí —indicó elevando su mentón.El médico no dijo nada y salió para dejarlo a solas con la joven, durante unos minutos.Alexander se acercó a ella, rozó con el dorso de su mano su mejilla, entonces tomó uno de sus rizos y lo retiró de su rostro.—Que afortunada eres —mencionó—, pudiste morir —resopló, se giró en su eje y justo cuando estaba por salir, se quedó paralizado al escucharla hablar.Madison parpadeó con pesadez; sin embargo, al abrir los ojos logró
Alexander desvió su mirada y presionó su puño.—De ser necesario, sí.—No tienen derecho —expresó agitada—, desde que supe que estaba embarazada, me he hecho cargo de mis hijos.—Ahora es distinto, porque ya tienen un padre que velará por ellos.—No voy a permitir que me los quite, voy a luchar por ellos —puntualizó.—No les va a faltar nada a mi lado, tienes que pensar en su futuro —señaló.Madison liberó un par de lágrimas.—Hay cosas que el dinero no puede comprar, pero parece que usted no sabe nada acerca de eso, porque no tiene corazón, tiene un témpano de hielo en su lugar —bramó.Presionó con fuerza sus puños y la fulminó con la mirada.— ¿Qué les podría faltar a mi lado a mis hijos? —cuestionó ladeando los labios.—El amor de su madre y ese… nadie lo puede suplir —aseveró.Alexander movió la cabeza negando.—Será mejor que hablemos en otra ocasión.—No tengo nada que decir sobre la custodia, me pertenece y no se la pienso ceder.—No será necesario —indicó con seguridad—, estoy
Madison pasó saliva al observar la ostentosa residencia en la que vivía la familia Walton, se distinguía a simple vista la elegancia y el gran gusto en los finos muebles de estilo minimalista.Al ingresar caminó sintiendo que sus piernas temblaban, presionó con fuerza el brazo de Hanna, sin poder ocultar el gran temor que la recorría.—Tranquila —su amiga susurró—, estás en buenas manos.—Bienvenida —Alice Walton expresó con calidez.—Gracias —pronunció con timidez.Caminaron hacia el ventanal, y su mirada se llenó de sorpresa al observar a Alexander jugando con sus pequeños, quienes sonreían a carcajadas, por un instante su corazón se llenó de ternura, al ver aquella escena.—Como verás ha logrado hacerse amigo de los gemelos. —Sonrió Alice.La mirada de Madison se llenó de una fina capa de lágrimas, de tan solo pensar en que se los pudiera quitar.—Ya lo veo —susurró con dificultad.—Vamos a que te recuestes —solicitó la madre de Alexander—, tienes que descansar, para que te recuper
— ¡No puedo creerlo! —Hanna se llevó las manos a los labios, y los cubrió al ver la forma en la que se besaban.— ¡Qué alegría me da! —Alice refirió y limpió las lágrimas que le escurrieron—, mis nietos tendrán una familia.Adam ladeó los labios y frunció el ceño.— ¿Es verdad? —cuestionó dubitativo—, hace tanto que deseaba que me dieran nietos y de pronto no solo me dan uno, sino son por partida doble. —Sonrió con emoción—. Muchas sorpresas en tan poco tiempo.Alexander entrelazó los dedos a los de la chica, y giró para poder interactuar con sus invitados.— ¿Cuándo será la boda? —cuestionó Luke.—En tres semanas —Alexander contestó—. Estoy esperando a que me entreguen nuestra casa —comentó.Madison sintió un escalofrío recorrerla al pensar que viviría bajo el yugo de aquel hombre que tenía por corazón un témpano de hielo.****Días después.Alexander revisaba en su computadora, el diseño de interior de uno de los apartamentos que estaban remodelando en compañía de Luke.—Wow —dijo s
Al ver la expresión en el rostro de Madison, Alexander soltó una risotada.— ¿Acaso tienes miedo de lo que pueda suceder entre nosotros? —susurró en su oído.Madison se aclaró la garganta y elevó su mentón.—Claro que no —mintió y retrocedió un paso para tomar distancia de él.Al llegar a la planta alta, Alexander abrió la puerta de una de las habitaciones y le cedió el paso.Madison caminó hacia la sala que tenía y desde ahí recorrió con su mirada el interior, sintiéndose sorprendida al darse cuenta que había tomado uno de los diseños en los que ella había trabajado.Su mirada se iluminó al apreciar el color uva en la parte de la cabecera, y blanco en el resto que ella había elegido.— ¿Te gusta? —cuestionó.—Es perfecta —se aclaró la garganta y se dirigió hacia la mullida cama, en donde sus dedos rozaron el cubrecama en tono gris, con mezcla de varias almohadas.—Bien, estaré en la habitación de enfrente —indicó, sin poder evitar volver a reírse—. Voy a descansar.Madison resopló al
Los ojos verdes de Alexander se encontraron con los de marrón de Madison, y su respiración se agitó.—Estoy bien —pronunció un poco aturdido.—Estás pálido —refirió sin soltarlo.—Se me debió haber bajado la presión —mencionó.—Vamos a que te sientes —dijo ella y de inmediato caminó hacia uno de los sillones, ayudándole—. Bebe un poco de agua. —Tomó una jarra de agua y le sirvió un vaso.Alexander dio un par de sorbos y se recargó en el respaldo del sillón, cerrando sus ojos unos segundos.—Voy a llamar a un médico —indicó Madison.— ¡No! —Alexander la tomó de la mano—, ya me siento mejor.—Sigues muy pálido. —Lo miró con precaución.— ¡Dije que estoy mejor! —se puso de pie, será mejor bajar con mis papás.Madison movió su cabeza, no muy convencida.—Se hará como usted dice, señor Walton.Alexander la miró a los ojos y presionó su puño con fuerza.—No me llames así —resopló.—Vamos con tus papás… Mi amor —Madison expresó con sarcasmo.***A la mañana siguiente.Alexander finalizó de a
— ¿Cómo se te ocurre querer limpiar el cubículo de mi asistente? —preguntó con molestia al encerrarse en su oficina. — ¡¿Acaso quieres ser el hazme reír de toda la constructora?!Madison frunció el ceño y lo miró sin comprender su molestia.—A mí nunca me ha importado lo que piensen los demás, no vivo de ellos —respondió—, me importa más que esa chica esté bien, que lo que murmure tu enamorada y la directora, que seguramente también anda tras de ti —Elevó ambas cejas. — ¿Acaso cree que no me doy cuenta cómo lo miran ambas? El hombre presionó sus puños.—A mí, sí me importa lo que puedan decir, no quiero que hablen de la esposa del amo y señor de esta empresa y de muchas otras cosas más —refutó—, no puedes estar haciendo algo como lo que hiciste hace un momento. Eres mi mujer. —La tomó entre sus brazos y fijó su verdosa mirada en ella—. Tienes que entenderlo.—Nunca dejaré de ser quien soy, por un engreído, además de orgulloso y egoísta hombre como tú —puntualizó—. Si alguien necesita
Madison abrió los ojos, cuando aún estaba todo oscuro, quiso mover sus brazos y se sintió atrapada, entonces giró su rostro y se encontró con el de Alexander muy cerca de ella, en ese momento, se dio cuenta que estaba dentro de las cobijas en la cama de él.— ¿Cómo es que terminé así? —se cuestionó bajito, entonces comenzó a intentar salir de los brazos de él; sin embargo, cada lo intentaba, Alexander se acercaba más, hasta que enredó sus piernas en las de ella. Una fuerte sacudida la estremeció, además que aquella calidez que había entre ambos, le agradó.Vio hacia el reloj de la mesa de noche y distinguió que eran las 5:00 am, entonces dio un largo bostezo, estaba tan cansada que acomodó su rostro en el pecho de él y el sueño la volvió a vencer.Momentos más tarde, el despertador se escuchó en punto de las 6:30 am, ambos abrieron los ojos de golpe, y se miraron fijamente durante unos segundos, sin poder decir nada, hasta que Alexander la dejó de abrazar y Madison se puso de pie con