OctaviaTodos en el comedor quedaron en silencio con mi mención de que Aiden es el Dios del Sol. La sorpresa era palpable en el aire, una mezcla de incredulidad y asombro que se apoderó de la sala. Los humanos presentes, en particular, parecían confundidos, sus rostros reflejando la lucha por asimilar la información.—Creo que es hora de que sepan la verdad, —dije, dirigiéndome principalmente a los humanos. Mi voz resonaba con una firmeza que reflejaba la importancia de lo que estaba a punto de revelar. —En esta habitación hay seres que ustedes pensaban que no existían, pero no pueden fingir ser ciegos cuando vieron a uno de ellos transformarse.Los murmullos comenzaron a elevarse, especialmente entre los últimos sobrevivientes que habían llegado al lugar. Podía sentir la tensión y la curiosidad creciendo en la sala.—En estas tierras, existen hombres lobo, brujas, vampiros y demonios a los cuales los humanos desconocen, —continué, mi voz sonando clara y fuerte. Quería que entendieran
OriónDespués de llevar a Octavia a la habitación, me vi consumido por una emoción que creí que nunca iba a sentir. Era una mezcla de éxtasis, amor profundo y una sensación de realización que colmaba cada fibra de mi ser. La realidad de que ella era ahora mi esposa, mi compañera, mi Luna, se asentaba en mi corazón con una intensidad abrumadora.El deseo hambriento de mi animal interior cobró vida, un impulso primitivo y poderoso que no podía ni quería contener. Con movimientos rápidos y decididos, comencé a desgarrar la ropa que Aiden nos había dado mágicamente. La tela se rasgó bajo mis manos con una facilidad sorprendente, revelando la piel suave y cálida de Octavia. A pesar de la naturaleza mágica de la vestimenta, en ese momento, mi única preocupación era estar lo más cerca posible de ella, sentir su piel contra la mía.La ropa desaparecía, y con cada prenda que se desprendía, se intensificaba la conexión entre nosotros. El aire se llenaba de una electricidad tangible, cargada de
LucasConduciendo por las carreteras destrozadas, avanzábamos entre los territorios de los Alfas, un viaje marcado tanto por la tensión como por la determinación. El paisaje a nuestro alrededor era un recordatorio constante de la guerra y sus estragos: carreteras agrietadas, edificios abandonados y una naturaleza que lentamente reclamaba lo que una vez fue suyo. A pesar de los desafíos, manteníamos el rumbo, impulsados por la urgencia de nuestra misión.De repente, un enlace invadió mi mente, rompiendo la monotonía del viaje. "Hola, amor, los túneles ya están prontos, hoy en la tarde haremos los primeros recorridos para asegurar los últimos detalles." La voz en mi cabeza era familiar y reconfortante, llenándome de un alivio inmediato. La noticia que me traía era un rayo de esperanza en medio del caos, un signo de progreso en nuestra lucha contra la Diosa Luna.Habíamos pasado por el territorio de varios Alfas, cada uno marcado por su propia historia y luchas. En nuestros viajes, solo
OctaviaNuestra llegada al comedor fue recibida con una serie de miradas que nos seguían con intensidad. Por un momento, pensé que encontraría sonrisas pícaras y burlonas debido a los sucesos recientes en mi habitación, pero, en cambio, me encontré con rostros que irradiaban respeto y amor.La atmósfera en el comedor estaba cargada de una solemnidad y un honor que nunca esperé sentir tan profundamente. Cada mirada dirigida hacia nosotros parecía transmitir una historia, una mezcla de experiencias y emociones que se unían en un silencioso reconocimiento de nuestro papel en la manada. Siete hombres se pararon frente a mí, cada uno con una presencia y una postura que hablaba de su fuerza y su compromiso. Reconocí a uno de ellos, una figura que destacaba por su porte y su serenidad. —Tú, —susurré, sorprendida por verlo allí. Era Alfa Einar, un líder cuya reputación conocía bien.—Sí, Luna, —dijo él, inclinándose un poco en un gesto de respeto. —Lamento muchísimo el malentendido.Uno a u
OriónLa reunión había terminado, dejándonos con un plan claro de acción. Habíamos acordado organizar guardias para buscar a Samuel y otras criaturas que pudieran ser una amenaza. El búnker se había convertido en un hervidero de actividad, lleno de guerreros que habían venido decididos a luchar por nuestra manada, su determinación palpable en el aire.Lo más sorprendente fue la decisión de los humanos. Contrario a lo que muchos podrían haber esperado, optaron por luchar a nuestro lado. Cada humano con edad y habilidad para la batalla se quedó, mientras mandábamos a los más jóvenes y a los ancianos al otro búnker de Seth, buscando su seguridad.Entre las personas, mis ojos se posaron en Yulia. Al verla, comprendí de inmediato que ya estaba al tanto de lo sucedido con Octavia. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, una mezcla de alivio y emoción que reflejaba lo que debió haber sentido al enterarse de que Octavia estaba viva y a salvo.—Mi niña, —dijo ella, deteniéndose frente a nosotros,
Octavia"Si te lastima una sola vez..." comenzaba a advertirme Ciro, su voz resonando en mi mente con un tono protector. Sin embargo, no le di tiempo de terminar. En ese momento, un fuego ardía dentro de mí, una necesidad de cerrar este capítulo de mi vida y demostrarles a todos, a mí misma incluida, que era capaz de más, incluso sin mi loba.Con una determinación férrea, me lancé hacia adelante, la espada en alto, cada músculo y sentido enfocado en el enfrentamiento. Samuel abrió sus ojos como platos al ver mi movimiento ágil y decidido. Era evidente que no esperaba que una humana, incluso una Luna, pudiera presentar tal desafío.Sin embargo, reaccionó justo a tiempo, moviéndose con una rapidez que solo un lobo podría tener, esquivando mi ataque inicial. A pesar de su reacción, no disminuyó mi determinación. Sentía cada latido de mi corazón, cada respiración aguda mientras me movía. Sentía el peso de la espada en mi mano, el equilibrio y la fuerza que requería cada movimiento. Mi re
LucasVer a Samuel mientras su alma abandonaba su cuerpo no fue tan gratificante como había creído que sería. A pesar de todo lo que había hecho, de su traición y sus errores, no pude evitar sentir un vacío en mi corazón. Habíamos crecido juntos, compartido risas y sueños, y ver su final de esa manera trajo un dolor inesperado y profundo.Después de que se llevasen su cuerpo, me acerqué a Orión. La sala aún estaba impregnada del peso del juicio y la ejecución. —¿Estás bien? —le pregunté, mi voz baja, consciente de la complejidad de sus emociones en ese momento.—Es difícil, pero él se buscó este desenlace, —murmuró Orión, su voz teñida de tristeza y resignación. Evitaba mirarme directamente a los ojos, como si en ellos pudiera ver reflejado su propio conflicto interno.—Está bien si estás triste, al fin y al cabo, era tu hermano, —dije, intentando ofrecerle algo de consuelo. Era importante que supiera que estaba bien sentir dolor, incluso por alguien que había cometido actos tan terr
HeiderCuando Orión y los demás partieron en la primera misión nocturna, Octavia me llamó a su habitación. Recogí mis brebajes y vendas, preparándome para curarla.Al entrar en la habitación, me encontré con ella, cuya expresión era de total seriedad. Su rostro, normalmente lleno de determinación y fuerza, ahora reflejaba una preocupación profunda.—Sé que no eres médico, Heider, pero necesito saber si puedo contar con la confidencialidad paciente-médico contigo, —dijo ella. Su voz tenía un tono de urgencia que captó toda mi atención.—Claro, Luna... —respondí, aún confundida por la naturaleza de su petición.—Solo Octavia, al fin de cuentas, somos familia, —dijo entonces con una sonrisa, tratando de aliviar la tensión. Su intento de cercanía me reconfortó, pero no disipó mi preocupación por lo que estaba ocultando.Después de hablar con ella y tratar todas sus heridas, salí de la habitación con un torbellino de emociones en mi mente. Octavia quería ocultarle esto a Orión, algo que cl