HeiderCuando Orión y los demás partieron en la primera misión nocturna, Octavia me llamó a su habitación. Recogí mis brebajes y vendas, preparándome para curarla.Al entrar en la habitación, me encontré con ella, cuya expresión era de total seriedad. Su rostro, normalmente lleno de determinación y fuerza, ahora reflejaba una preocupación profunda.—Sé que no eres médico, Heider, pero necesito saber si puedo contar con la confidencialidad paciente-médico contigo, —dijo ella. Su voz tenía un tono de urgencia que captó toda mi atención.—Claro, Luna... —respondí, aún confundida por la naturaleza de su petición.—Solo Octavia, al fin de cuentas, somos familia, —dijo entonces con una sonrisa, tratando de aliviar la tensión. Su intento de cercanía me reconfortó, pero no disipó mi preocupación por lo que estaba ocultando.Después de hablar con ella y tratar todas sus heridas, salí de la habitación con un torbellino de emociones en mi mente. Octavia quería ocultarle esto a Orión, algo que cl
OctaviaSalí corriendo de la sala de reuniones, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho y mi mente girando en un torbellino de emociones y pensamientos.Cuando la Bruja Madre y Aiden posaron sus ojos en mí, lo supe. Había algo en sus miradas que confirmaba mis peores temores: yo sería el sacrificio.Aiden salió disparado detrás de mí, y me encontró apoyada contra una de las paredes del pasillo, incapaz de contener las lágrimas que había reprimido en la sala. —Octavia, no puedo hacer esto, no puedo perderlos... —susurró él, su voz llena de pesar y dolor.—¿Tú sabes qué pasó? ¿Cómo puede ser que sea una renacida… de ti? —logré preguntar, mi voz temblorosa y apenas audible. Sentí una mezcla de miedo, confusión y desesperación.—Sí, —respondió Aiden, y lo miré fijamente, esperando que continuara. —La bruja que conoces como Alice, ella me lo pidió.—¿Qué? —pregunté, sin poder creer lo que estaba escuchando.—Octavia, mi hermana te arrebató a tu loba, eso realmente te mató… —dijo Aiden,
OriónMientras recorría el cuerpo de Octavia, depositando besos en cada centímetro de su piel, sentía cómo ella volvía a encenderse después de haberla llevado al límite. Cada toque y cada caricia aumentando la intensidad del momento. Al encontrarme con sus labios, me dejé llevar por la pasión que nos unía, besándola con una locura y un deseo que parecían no tener fin.Sus manos, ágiles y ansiosas, comenzaron a trabajar en sacarme la ropa que todavía llevaba puesta. Pero yo quería disfrutar cada segundo de esto, quería saborear el momento y prolongar nuestra unión tanto como fuera posible.—Deja que te ayude, —dije entre besos, mientras mis dedos se deslizaban por debajo de mi camiseta, levantándola lentamente.Mientras me quitaba la camiseta, bajé mis pantalones y quedé en ropa interior frente a ella. Nuestros ojos se encontraron y la electricidad entre nosotros era palpable.—No tan iguales, —señaló ella con un toque de provocación, sus ojos brillando con deseo mientras señalaba mi r
OctaviaUna semana y media había transcurrido desde nuestra última reunión, y aún no teníamos idea de dónde se llevaría a cabo el ritual de la Diosa Luna.—Tenemos que enviar más exploradores, ya tendría que estar organizado el lugar, —estaba diciendo Aiden, su voz llena de urgencia. Había una gravedad en su tono que reflejaba la seriedad de nuestra situación.—Sabemos que debemos evitar el ritual, no podemos evitar el eclipse, no sabemos a quién podría usar para el sacrificio, —estaba diciendo Orión, su ceño fruncido en concentración. Al oír esto, sentí un escalofrío recorrer mi espalda, consciente de lo cerca que estaba el peligro. Aiden me lanzó una mirada intensa y significativa. —Y los elementos del ritual no están específicos en el papel, —continuó Orión, su voz reflejando la frustración y la incertidumbre que todos sentíamos.Fue entonces cuando Heider intervino, su voz más suave pero no menos seria. —En realidad, —comenzó, atrayendo la atención de todos en la sala, —la Diosa
Orión—Octavia, no puedo... después de todo este tiempo, —empecé, mi voz cargada de angustia. —Cada segundo sin ti fue una tortura. No puedo arriesgarme a perderte de nuevo.—No puedo simplemente dejarte ir, Octavia, no después de todo lo que ha pasado, —dije, sintiendo una mezcla de miedo, amor y frustración. Mi corazón latía fuerte en mi pecho, como un tambor de guerra, cada latido resonando con la idea de perderla de nuevo.—Orión, he sobrevivido a tanto ya, —ella dijo, acercándose a mí y poniendo una mano sobre mi pecho. —No puedo ser la razón por la que pierdas tu enfoque ahora. Esto es más grande que nosotros dos.Miré hacia abajo, hacia su mano en mi pecho, sintiendo el calor de su toque a través de la tela de mi camisa. El aroma de la tierra húmeda y las hojas verdes del bosque nos rodeaba, mezclándose con el sutil perfume de Octavia, un recordatorio constante de su presencia.La miré a los ojos, viendo la determinación y el amor que brillaban en ellos. —¿Y si algo te pasa? —
OctaviaEn ese instante crítico, sentí la conexión con Orión estremecerse bajo el peso de mi secreto revelado. Sabía que había estado ocultándole la verdad sobre mi embarazo, consciente de que, de haberlo sabido, él me habría mantenido lejos de cualquier peligro. Pero necesitaba estar aquí; era mi deber, mi lucha.A través de nuestro vínculo, sentí la conmoción y la angustia de Orión. Estaba a punto de enfrentar a la Diosa Luna, pero no podía ignorar su tormento."Octavia, ¿cómo pudiste ocultarme esto?" La voz de Orión resonó en mi mente, llena de dolor y reproche."Lo siento, Orión. No había otra manera. Si lo hubieras sabido, no me habrías dejado venir," respondí mentalmente, intentando transmitirle mi determinación a pesar del miedo que me consumía."Pero ahora estás en peligro... nuestros hijos están en peligro," insistió él, su preocupación casi palpable a través de nuestro vínculo."Lo sé, pero esta es la única forma. Confía en mí, por favor," le rogué. Necesitamos detener a la
HeiderMientras corría por el bosque, mi corazón latía con fuerza en mi pecho, impulsada por la urgencia de encontrar a Octavia. Hasta ahora, todo había salido según lo planeado, pero sabía que lo más difícil aún estaba por venir.Octavia había sido astuta al darse cuenta de la trampa que la Diosa Luna nos había tendido, facilitándonos la información que necesitábamos. Pero lo que la Diosa no había previsto era que su arrogancia sería su caída. Octavia tendría que desempeñar el papel más peligroso: distraer a la Diosa, provocarla para acercarse lo más posible y, en el momento oportuno, robarle la mitad del colgante que representaba la media luna.El plan era arriesgado, y mi mente no podía evitar repasar cada detalle. Octavia derramaría su sangre sobre el colgante completo y, en el momento preciso, se lo lanzaría a Aiden. Después, tendría que encontrar una forma de escapar y llegar hasta mí para curar las heridas que inevitablemente tendría.Mi mayor preocupación era el estado de Octa
OctaviaDesperté en medio del campo de batalla, sumergida en un mundo de sensaciones abrumadoras. Podía oír el crepitar del fuego que consumía restos de la batalla a mi alrededor, una sinfonía de chasquidos y crujidos que llenaba el aire con un calor sofocante. Los gritos y gemidos de los heridos perforaban la noche, cada sonido un recordatorio de la brutalidad de lo que acabábamos de vivir.Miré hacia abajo y vi a Heider, su rostro concentrado mientras trabajaba en mis heridas. Sus manos se movían con una habilidad y cuidado que me llenaban de gratitud. A pesar del caos que nos rodeaba, ella estaba completamente enfocada en su tarea, una isla de calma en medio de la tormenta.A mi lado, Orión sostenía mi mano con una fuerza gentil, su cabeza inclinada y sus ojos cerrados en un gesto de preocupación y alivio. Su presencia era un ancla en el tumulto de emociones que me inundaba.—Orión, —susurré, necesitando ver sus ojos, buscar en ellos la confirmación de que todo había terminado, que