OriónLa noche había caído completamente, Seth y su equipo de guerreros, no habían vuelto al búnker, eso solo podía significar problemas.La puerta de la sala de control se abrió con un golpe, y uno de los hombres de Seth entró, el cansancio y la preocupación marcados en su rostro. Sus ojos, llenos de una mezcla de alivio y temor, se encontraron con los míos.—Alfa, un grupo de sobrevivientes que estaban en el bosque acaban de llegar, parecen estar heridos, —dijo con voz urgente, su respiración agitada por la carrera hasta la sala. —Son humanos.—¿Y Seth? —pregunté, mi corazón latiendo más rápido ante la posibilidad de que algo malo le hubiera sucedido.—No hay noticias de él o de su equipo aún, —admitió el lobo, bajando la cabeza en señal de respeto y preocupación.—Preparen el equipo de búsqueda, —ordené con determinación.Revisé las cámaras una a una, pero cada pantalla que se encendía solo mostraba estática o una imagen rota, lo que me llenó de frustración.Me incliné sobre las ca
OctaviaOrión me ayudó a llevar a Aiden a la sala médica dentro del búnker. Mientras corríamos por el pasillo, el eco de nuestros pasos resonaba en las paredes de metal frío.Llegamos a la sala, un lugar estéril y blanco que olía a desinfectante y miedo. Orión depositó con cuidado a Aiden en una camilla. El sonido metálico de la camilla al recibir el peso de Aiden resonó en la sala, y llamó a Heider para que lo ayudara.Heider, con sus manos temblorosas y ojos agrandados por el shock, quedó paralizada cuando me vio. Su rostro era un lienzo de confusión y alivio.—Vamos Heider, Aiden necesita ayuda, —le dije con voz firme pero temblorosa, sintiendo una mezcla de urgencia y miedo. —Después nos ponemos al día, —prometí, intentando ofrecerle una sonrisa tranquilizadora.Ella se acercó a la camilla, sus ojos aún llenos de incredulidad. —Octavia... —su voz era un susurro, casi ahogado por el ruido de la sala.—No hay tiempo para eso ahora, Heider, —dije con rapidez, mi tono era urgente.El
OriónMe senté en la cama, las sábanas frías bajo mis dedos, mientras esperaba a que Octavia terminara de bañarse. La habitación estaba en silencio, salvo por el murmullo sordo del agua corriendo en el baño cercano. Cada gota que caía parecía resonar con mis pensamientos, llenos de incertidumbre y preocupación.Estaba seguro de que ella me estaba evitando, pero no sabía el por qué. Mi mente daba vueltas, tratando de desenredar las emociones y razones que podrían estar detrás de su comportamiento. El peso de la duda y el miedo me oprimía el pecho, haciendo difícil respirar.Hasta hace solo un par de horas, pensé que ella estaba muerta. La noticia de su pérdida había sido un golpe devastador, dejándome en un estado de shock y negación por mucho tiempo. Cuando apareció en la sala de control, creí por un momento que era una alucinación, un deseo desesperado de mi mente agotada por el dolor. Pero al pasar las horas, y al verla moverse, hablar y respirar, solo pude confirmar que era real,
OctaviaEstar de nuevo en los brazos de Orión era increíblemente placentero, una sensación que llenaba cada fibra de mi ser con un calor reconfortante. Mis dudas con respecto a sus sentimientos se habían disipado completamente, borradas por la certeza de su amor.Estábamos acostados de lado, uno frente al otro, y no podía dejar de observar la sonrisa en su rostro, un reflejo de felicidad pura y genuina. Con movimientos lentos y deliberados, él acariciaba mi espalda, trazando líneas suaves que enviaban escalofríos por mi piel. Desde que había entrado en la sala de control, había notado cómo Orión no podía evitar tenerme cerca, mantener su vista sobre mí, y tocarme todo el tiempo que podía, como si cada contacto confirmara que yo realmente estaba allí, con él.Con un suspiro de resignación hacia mí misma, me armé de valor para hacer la pregunta que había estado rondando en mi mente. —¿Podré ser tu Luna a pesar de que Darcy ya no está conmigo? —Las palabras salieron lentamente de mis la
OriónEnterarme de que Lucien había abusado de Octavia hizo hervir mi sangre. Era una mezcla de ira y desesperación que me consumía por dentro. Ella había confiado en él, y él le falló de la manera más atroz que alguien podría imaginar. El hecho de que ella, alguien tan valiente y fuerte, hubiera sido traicionada de esa manera, me llenaba de un odio visceral hacia Lucien.Me había concentrado tanto en la pérdida de Octavia cuando nuestro vínculo se rompió, que había olvidado los mismos abusos que soporté yo a manos de Adriana, la compañera de mi hermano. La ironía de la situación era una amarga píldora que tragar. Mis propios recuerdos de dolor y traición se mezclaban con el horror por lo que Octavia había pasado.En este momento, no podía hacer nada más que consolar a mi compañera en mis brazos. Me sentía inútil, incapaz de haber protegido a la mujer que amaba, de cambiar el pasado. Pero sabía que mi apoyo y amor eran lo que ella necesitaba más que nunca.Ella se inclinó hacia mí, nu
OctaviaTodos en el comedor quedaron en silencio con mi mención de que Aiden es el Dios del Sol. La sorpresa era palpable en el aire, una mezcla de incredulidad y asombro que se apoderó de la sala. Los humanos presentes, en particular, parecían confundidos, sus rostros reflejando la lucha por asimilar la información.—Creo que es hora de que sepan la verdad, —dije, dirigiéndome principalmente a los humanos. Mi voz resonaba con una firmeza que reflejaba la importancia de lo que estaba a punto de revelar. —En esta habitación hay seres que ustedes pensaban que no existían, pero no pueden fingir ser ciegos cuando vieron a uno de ellos transformarse.Los murmullos comenzaron a elevarse, especialmente entre los últimos sobrevivientes que habían llegado al lugar. Podía sentir la tensión y la curiosidad creciendo en la sala.—En estas tierras, existen hombres lobo, brujas, vampiros y demonios a los cuales los humanos desconocen, —continué, mi voz sonando clara y fuerte. Quería que entendieran
OriónDespués de llevar a Octavia a la habitación, me vi consumido por una emoción que creí que nunca iba a sentir. Era una mezcla de éxtasis, amor profundo y una sensación de realización que colmaba cada fibra de mi ser. La realidad de que ella era ahora mi esposa, mi compañera, mi Luna, se asentaba en mi corazón con una intensidad abrumadora.El deseo hambriento de mi animal interior cobró vida, un impulso primitivo y poderoso que no podía ni quería contener. Con movimientos rápidos y decididos, comencé a desgarrar la ropa que Aiden nos había dado mágicamente. La tela se rasgó bajo mis manos con una facilidad sorprendente, revelando la piel suave y cálida de Octavia. A pesar de la naturaleza mágica de la vestimenta, en ese momento, mi única preocupación era estar lo más cerca posible de ella, sentir su piel contra la mía.La ropa desaparecía, y con cada prenda que se desprendía, se intensificaba la conexión entre nosotros. El aire se llenaba de una electricidad tangible, cargada de
LucasConduciendo por las carreteras destrozadas, avanzábamos entre los territorios de los Alfas, un viaje marcado tanto por la tensión como por la determinación. El paisaje a nuestro alrededor era un recordatorio constante de la guerra y sus estragos: carreteras agrietadas, edificios abandonados y una naturaleza que lentamente reclamaba lo que una vez fue suyo. A pesar de los desafíos, manteníamos el rumbo, impulsados por la urgencia de nuestra misión.De repente, un enlace invadió mi mente, rompiendo la monotonía del viaje. "Hola, amor, los túneles ya están prontos, hoy en la tarde haremos los primeros recorridos para asegurar los últimos detalles." La voz en mi cabeza era familiar y reconfortante, llenándome de un alivio inmediato. La noticia que me traía era un rayo de esperanza en medio del caos, un signo de progreso en nuestra lucha contra la Diosa Luna.Habíamos pasado por el territorio de varios Alfas, cada uno marcado por su propia historia y luchas. En nuestros viajes, solo