HeiderHabían pasado horas desde que Orión y los demás partieron para ayudar a la aldea que había sido atacada. La espera se sentía interminable, y cada minuto que pasaba la ansiedad aumentaba en mí ya inquieto corazón. Estaba sola, sentada en el frío y duro suelo cerca de la puerta del búnker, abrazando mis rodillas contra mi pecho, tratando de encontrar un poco de calor en el aire helado de la noche.La soledad de la espera era abrumadora. El silencio del búnker, roto ocasionalmente por el sonido del viento que soplaba a través de los árboles cercanos, se hacía cada vez más opresivo. Mis pensamientos iban y venían, oscilando entre la preocupación por la seguridad de Orión y los demás.Fue en medio de estos pensamientos cuando una joven se me acercó. Su aproximación fue tan silenciosa que casi me sobresaltó. Levanté la mirada y vi a una chica que no debía tener más de veinte años, con los ojos llenos de una mezcla de miedo y determinación.—¿Eres Heider? —preguntó con una voz que tem
LucasHacía más de veinticuatro horas que Orión se había ido en su misión, y desde entonces, el tiempo parecía moverse a un ritmo diferente en el búnker. Dos horas después de su partida, recibimos el contacto para discutir la planeación de unir los búnkeres con un túnel. La noticia había traído una oleada de energía y propósito a nuestra lucha, una chispa de esperanza.Nos pusimos manos a la obra rápidamente, compartiendo entre los búnkeres los planos y discutiendo las posibles direcciones del túnel. Había un sentido de urgencia en el aire, una necesidad de hacer algo que nos diera una ventaja en nuestra lucha contra la opresión de la Diosa Luna. Decidimos comenzar al mismo tiempo el cavado, coordinando nuestros esfuerzos para ser lo más eficientes posible.Mientras tanto, Orión debía reportarse en breve, y esa era mi principal preocupación en ese momento. Su seguridad era de vital importancia para mí, y cada momento que pasaba sin noticias aumentaba mi inquietud.Me senté en un lugar
OriónLa decisión de Lucas de restaurar y mejorar las cámaras de vigilancia en el bosque había sido una iniciativa brillante. Esta nueva red de cámaras nos proporcionaría una ventaja táctica significativa, permitiéndonos evaluar con precisión las rutas de patrullaje de los Elegidos de la Diosa y, por ende, tener un mayor dominio sobre el campo de batalla.Mientras nos alejábamos del búnker de Alfa Declan, donde habíamos recibido noticias y actualizaciones sobre la situación, sentí una mezcla de alivio y tensión.El aire a nuestro alrededor estaba cargado de la humedad característica de las nubes grises que cubrían el cielo, y el ambiente se sentía opresivo.Mientras avanzábamos hacia el territorio de Alfa Zane, una parte significativa de mi mente estaba ocupada pensando en la reunión que tendríamos una vez llegáramos a nuestro destino. El tema principal sería la reciente revelación de que había humanos sobrevivientes fuera de nuestros búnkeres. Personalmente, consideraba crucial la id
Octavia—Te lo he dicho varias veces, necesitas darle algo a cambio, —me sermoneaba Aiden desde un rincón oscuro de la celda. Su figura parecía mezclarse con las sombras.Lucien había aumentado sus visitas desde aquella noche en que me trajo las mantas, cada encuentro un juego de estrategia y cautela. Intenté avanzar en el plan de escape, pero cada paso era como moverse en un tablero de ajedrez contra un oponente astuto.—Aiden, no es sencillo, no puedo simplemente fingir, —le respondí, cruzando los brazos frente a mí en un gesto defensivo. Mi voz resonaba en la fría celda, llevando consigo mi frustración y mi cansancio.—Podrías si piensas que es otra persona... —murmuró él, su voz un susurro que se perdía en las sombras.—Ya claro, súper sencillo. Tengo una idea, ¿por qué no usas tu magia y te haces pasar por mí? —le reclamé con un tono sarcástico, desafiando su lógica. Mis palabras eran un reflejo de la desesperación que sentía, un deseo de encontrar una salida fácil a una situació
LucienCaminé por los pasillos del palacio, sintiendo cada paso como un eco en la inmensidad de mi ser dividido. El encuentro con Octavia había despertado algo en mí que había estado latente, algo que había estado luchando por suprimir desde que recuperé mis recuerdos bajo la influencia de la Diosa Luna.Al ver a Octavia alejarse después de nuestro breve acercamiento, algo dentro de mí se agitó dolorosamente. Mi corazón, que había estado silencioso y frío desde mi transformación, había latido de nuevo, un recordatorio de la humanidad que aún luchaba por existir en algún rincón de mi ser. Sentí una ola de emociones que no podía ni quería entender completamente.—No puedo permitirme esto, —me dije a mí mismo, intentando reafirmar el control que había ejercido sobre mi propia existencia. La parte humana de mí, aquella que recordaba y anhelaba los momentos compartidos con Octavia, era un riesgo, un peligro para el propósito que me había impuesto.Los pasillos del palacio parecían intermin
OriónA medida que avanzábamos en nuestra misión de visitar a los búnkeres y unificar las manadas, el paisaje que nos rodeaba se tornaba cada vez más desolador. La devastación causada por la guerra se hacía más evidente con cada paso que nos acercábamos a las Tierras Sagradas. La tierra estaba marcada por cicatrices profundas, los árboles quemados y retorcidos, y el aire cargado con el olor de la destrucción.Cada nuevo búnker que visitábamos traía consigo una realidad más dura que la anterior. Las filas de lobos que una vez habían sido robustas y llenas de vida ahora se habían reducido drásticamente. En los territorios de Declan, Zane, Kael y Einar, aunque las secuelas de la guerra eran evidentes, no había llegado a los niveles extremos de destrucción que encontramos más adelante.Al entrar en los territorios de Braxton y Havoc, el panorama era desalentador. Las tierras una vez vibrantes ahora estaban desoladas, con aldeas enteras reducidas a escombros y cenizas. A pesar de esto, la
LucienMientras me deslizaba sigilosamente entre los estantes polvorientos de la biblioteca personal de la Diosa Luna, cada libro que tocaba parecía susurrar secretos antiguos y oscuros. La biblioteca, un laberinto de conocimiento prohibido, estaba iluminada por tenues velas que proyectaban sombras danzantes en las paredes. El aire estaba cargado con el olor a pergamino viejo y tinta, un aroma que me resultaba extrañamente reconfortante en mi búsqueda clandestina.Finalmente, mi persistencia dio frutos. Encontré una página que detallaba el ritual de amplitud, las palabras exactas que la Diosa Luna necesitaba pronunciar para despertar sus poderes por completo. Con un rápido vistazo a mi alrededor para asegurarme de que estaba solo, arranqué cuidadosamente la hoja del libro y la escondí dentro de mi chaqueta. Luego, reemplacé el libro en su lugar, asegurándome de que no pareciera tocado.Me moví entre las sombras con una habilidad nacida de años de práctica, evitando que cualquier sirvi
OctaviaCuando Lucien entró en mi celda esa última vez, sus palabras estaban llenas de promesas y planes de fuga. Algo en su voz, un tono de sinceridad que no había escuchado antes, hizo que una parte de mí quisiera creerle. Pero la experiencia me había enseñado a ser cautelosa, a no confiar tan fácilmente, especialmente después de todo lo que había sufrido a sus manos.Mi cuerpo llevaba las cicatrices de su abuso, pero mi espíritu seguía intacto, decidido a sobrevivir y a encontrar una salida a este infierno. Y así, mientras Lucien hablaba, escuchaba atentamente, extrayendo cada pedazo de información útil que pudiera, aunque me doliera usarlo de esa manera.Cada palabra que él decía, cada gesto, era analizado y almacenado en mi mente. Finalmente, llegó el momento de actuar. Con el corazón latiendo fuerte en mi pecho y un sentimiento de pesar que no podía ignorar, sabía lo que tenía que hacer. Sabía que era lo que él más deseaba: un beso sincero, uno que él creyera que yo le daba vo