OriónSentado al lado de Heider, observaba cada pequeño movimiento, cada cambio en su respiración, esperando algún signo de que despertaría.Finalmente, sus párpados comenzaron a moverse, y ella abrió lentamente los ojos, ajustándose a la luz. Al ver que había recobrado la conciencia, sentí una mezcla de alivio y frustración. Alivio por verla despierta y aparentemente bien, pero frustración por la temeridad de su acto.—¿Cómo estás? —le pregunté, extendiéndole un vaso de agua. Mi voz era suave, pero bajo ella yacía una corriente de enojo por el riesgo innecesario que había tomado.—Estoy bien, Alfa, —susurró ella después de beber un poco, su voz apenas audible. A pesar de sus palabras, podía ver el esfuerzo que le costaba incluso sostener el vaso.La miré, luchando para controlar mi enojo. Sabía que lo que había hecho, lo había hecho con buenas intenciones, pero el mero pensamiento de que podría haber perdido su vida en el proceso me llenaba de ira.—Heider, tienes que entender, —come
Octavia—Por poco y te da la fecha, —se rio Aiden a mi lado, una risa ligera que contrastaba con la tensión que aún sentía en mi cuerpo.—Podrías avisar cada vez que haces eso... —le dije, agitando mis manos en el aire para enfatizar mi punto, —de desaparecer y reaparecer. —Aunque estaba agradecida por su ayuda, no podía evitar sentirme desorientada con sus repentinos traslados.Nos encontrábamos en medio del bosque, rodeados de árboles que se alzaban como centinelas silenciosos. El lugar exacto era un misterio para mí, pero lo que sí sabía era que necesitábamos detenernos. Mi respiración era agitada, y cada latido de mi corazón resonaba en mis oídos, recordándome el peligro del que acabábamos de escapar.Mientras corría con Aiden en mis brazos, el sonido de los guardias gritando, dándose cuenta de nuestra huida, había sido ensordecedor. A pesar de la luz solar tenue, filtrándose a través de las nubes grises, los guardias no dudaron en lanzarnos flechas desde el palacio. La adrenalina
OriónEl aire estaba cargado con el peso de la tragedia mientras nos movíamos por el territorio de Adrián, haciendo todo lo posible para acomodar a los sobrevivientes. Su Búnker principal, una vez un refugio seguro y organizado, ahora era un hervidero de actividad frenética. Las caras cansadas y preocupadas de la gente iban y venían ayudando a quien lo necesitara.Con cada nuevo escondite que encontrábamos y preparábamos, sentía un alivio temporal, sabiendo que estábamos haciendo algo para mejorar las circunstancias de aquellos que habían perdido tanto. Pero la realidad era dura; cada rincón del búnker estaba lleno, cada espacio habitable, ocupado. El aire se sentía más pesado, más cerrado, con cada nuevo habitante que llegaba, buscando seguridad.Finalmente, con la situación en el búnker de Adrián tan estable como podía estar, nos dirigimos hacia el territorio de Alfa Seth. El aire estaba impregnado de un pesado sentimiento de desolación a medida que nos acercábamos al siguiente ter
OctaviaLa cueva era húmeda y fría, con el eco de nuestras voces rebotando en sus paredes irregulares. Un grupo de personas, con miradas llenas de miedo y esperanza, nos rodeaban.—Son humanos, —susurró Aiden a mi lado, observando maravillado a los individuos que nos rodeaban.—Creí que la Diosa Luna los había exterminado, —le devolví el susurro.—Al parecer no fue así, —contestó Aiden, su voz llena de una mezcla de sorpresa y alivio.La mujer que nos había guiado hasta allí, de aspecto cansado pero determinado, se nos acercó y comenzó a hablar con nosotros.—Cuando las nubes cubrieron el cielo y las criaturas comenzaron a atacar, nos refugiamos en las montañas, —explicó, su voz temblorosa pero firme. —Hemos estado escondidos, moviéndonos de cueva en cueva para evitar ser encontrados.Aiden y yo nos miramos, asombrados por su valentía y resistencia. —¿Cómo han conseguido comida y agua? —pregunté, consciente de que sobrevivir en tales condiciones sería extremadamente difícil.—Al prin
OriónLa noche había caído completamente, Seth y su equipo de guerreros, no habían vuelto al búnker, eso solo podía significar problemas.La puerta de la sala de control se abrió con un golpe, y uno de los hombres de Seth entró, el cansancio y la preocupación marcados en su rostro. Sus ojos, llenos de una mezcla de alivio y temor, se encontraron con los míos.—Alfa, un grupo de sobrevivientes que estaban en el bosque acaban de llegar, parecen estar heridos, —dijo con voz urgente, su respiración agitada por la carrera hasta la sala. —Son humanos.—¿Y Seth? —pregunté, mi corazón latiendo más rápido ante la posibilidad de que algo malo le hubiera sucedido.—No hay noticias de él o de su equipo aún, —admitió el lobo, bajando la cabeza en señal de respeto y preocupación.—Preparen el equipo de búsqueda, —ordené con determinación.Revisé las cámaras una a una, pero cada pantalla que se encendía solo mostraba estática o una imagen rota, lo que me llenó de frustración.Me incliné sobre las ca
OctaviaOrión me ayudó a llevar a Aiden a la sala médica dentro del búnker. Mientras corríamos por el pasillo, el eco de nuestros pasos resonaba en las paredes de metal frío.Llegamos a la sala, un lugar estéril y blanco que olía a desinfectante y miedo. Orión depositó con cuidado a Aiden en una camilla. El sonido metálico de la camilla al recibir el peso de Aiden resonó en la sala, y llamó a Heider para que lo ayudara.Heider, con sus manos temblorosas y ojos agrandados por el shock, quedó paralizada cuando me vio. Su rostro era un lienzo de confusión y alivio.—Vamos Heider, Aiden necesita ayuda, —le dije con voz firme pero temblorosa, sintiendo una mezcla de urgencia y miedo. —Después nos ponemos al día, —prometí, intentando ofrecerle una sonrisa tranquilizadora.Ella se acercó a la camilla, sus ojos aún llenos de incredulidad. —Octavia... —su voz era un susurro, casi ahogado por el ruido de la sala.—No hay tiempo para eso ahora, Heider, —dije con rapidez, mi tono era urgente.El
OriónMe senté en la cama, las sábanas frías bajo mis dedos, mientras esperaba a que Octavia terminara de bañarse. La habitación estaba en silencio, salvo por el murmullo sordo del agua corriendo en el baño cercano. Cada gota que caía parecía resonar con mis pensamientos, llenos de incertidumbre y preocupación.Estaba seguro de que ella me estaba evitando, pero no sabía el por qué. Mi mente daba vueltas, tratando de desenredar las emociones y razones que podrían estar detrás de su comportamiento. El peso de la duda y el miedo me oprimía el pecho, haciendo difícil respirar.Hasta hace solo un par de horas, pensé que ella estaba muerta. La noticia de su pérdida había sido un golpe devastador, dejándome en un estado de shock y negación por mucho tiempo. Cuando apareció en la sala de control, creí por un momento que era una alucinación, un deseo desesperado de mi mente agotada por el dolor. Pero al pasar las horas, y al verla moverse, hablar y respirar, solo pude confirmar que era real,
OctaviaEstar de nuevo en los brazos de Orión era increíblemente placentero, una sensación que llenaba cada fibra de mi ser con un calor reconfortante. Mis dudas con respecto a sus sentimientos se habían disipado completamente, borradas por la certeza de su amor.Estábamos acostados de lado, uno frente al otro, y no podía dejar de observar la sonrisa en su rostro, un reflejo de felicidad pura y genuina. Con movimientos lentos y deliberados, él acariciaba mi espalda, trazando líneas suaves que enviaban escalofríos por mi piel. Desde que había entrado en la sala de control, había notado cómo Orión no podía evitar tenerme cerca, mantener su vista sobre mí, y tocarme todo el tiempo que podía, como si cada contacto confirmara que yo realmente estaba allí, con él.Con un suspiro de resignación hacia mí misma, me armé de valor para hacer la pregunta que había estado rondando en mi mente. —¿Podré ser tu Luna a pesar de que Darcy ya no está conmigo? —Las palabras salieron lentamente de mis la