Samantha La noticia del regreso de Orión había traído un alivio inmenso a mi corazón, un sentimiento compartido por todos en la manada. Me encontraba en la sala del consejo, donde el aire estaba cargado de tensión y urgencia. El brillo temprano del sol se filtraba a través de las ventanas, proyectando sombras danzantes en las paredes, un contraste con el ambiente serio que se respiraba. —Hemos de reforzar cada punto vulnerable de nuestras fronteras, —decía Oskar, su voz resonante llenando la habitación. Su postura rígida y sus ojos alertas reflejaban su compromiso con la seguridad de la manada. —Así es, —concordé. —Y debemos considerar la posibilidad de ofrecer apoyo a los territorios humanos adyacentes. No podemos permitir que el conflicto se extienda más allá de nuestras fronteras. Cada uno de nosotros era consciente de que lo que estaba en juego era más que nuestra propia seguridad; era la paz de toda la región. —Entonces, ¿estamos de acuerdo en enviar patrullas adicionales y
Samantha El sonido brusco y repentino que me despertó resonó en mis oídos, desencadenando una oleada de adrenalina que me hizo saltar de la cama. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, cada latido retumbaba en mis oídos mientras intentaba calmar mi respiración agitada.Me levanté, con el pulso acelerado, y me acerqué cautelosamente a la puerta de la habitación. La ansiedad y la preocupación llenaban mi mente mientras intentaba anticipar qué o quién podría estar causando esos ruidos. Entonces, otro sonido, aún más fuerte y urgente, vino de la puerta delantera, haciendo que mi corazón diera un vuelco.Abrí la puerta de mi habitación justo cuando una figura entró de manera abrupta. La presencia inesperada de Yulia, con su aspecto de guerrera, me dejó atónita. Vestida con ropa de cuero que enfatizaba su naturaleza decidida y una espada firmemente sujeta en su mano, irradiaba una mezcla de fuerza y determinación. Su respiración agitada y sus ojos llenos de urgencia transmitían un mensaj
Orión La ciudad que una vez conocí se había transformado en un campo de batalla, las llamas devorando edificios que habían sido hogares, tiendas y recuerdos. El olor a humo y sangre saturaba el aire, un recordatorio cruel de la guerra que se había desatado. Mi aullido, un llamado a la unión y resistencia, resonó entre los edificios en ruinas, una señal de que el Alfa había regresado para liderar y proteger. La respuesta de mi manada, una mezcla de aullidos y gruñidos, me llenó de determinación. "Heider, Jake, Robert, a la casa de la manada. ¡Ahora!" Mis palabras eran un comando firme, impregnadas de la urgencia de la situación. Ellos asintieron, sus rostros reflejando la gravedad del momento. Heider, con su juventud y valentía, me miró con una mezcla de miedo y resolución antes de desaparecer en la segura oscuridad. Lucas y yo nos abrimos paso entre las calles, el sonido de nuestros pasos y respiraciones acompasadas era un eco en la desolación. Cada vampiro que encontramos fue enf
Orión La furia y el dolor se mezclaron, alimentando mi necesidad de hacerle pagar a Adriana por cada vida que había arrebatado. Mis movimientos eran rápidos y precisos, cada golpe dirigido con la intención de incapacitarla, de hacerle pagar. Adriana, sin embargo, no era una enemiga fácil. Su nueva fuerza y velocidad vampírica le daban una ventaja peligrosa. Se movía con una agilidad sobrenatural, esquivando mis ataques con una sonrisa burlona en su rostro. Sus colmillos destellaban a la luz de la luna cada vez que se abalanzaba hacia mí. Nuestros cuerpos chocaban en un duelo mortal, cada encuentro una explosión de fuerza y velocidad. Podía sentir el odio emanando de ella con cada ataque, su deseo de venganza igualando el mío. En un momento, logré golpearla en el costado, un gruñido de dolor escapando de sus labios. Pero antes de que pudiera aprovechar ese momento de debilidad, ella se recuperó con una rapidez impresionante, golpeándome en el pecho y enviándome varios metros hacia a
Heider La resolución y la fuerza de voluntad que Orión demostraba eran contagiosas. A pesar de que aún se podía ver la tristeza en sus ojos, había una determinación férrea en cada uno de sus movimientos, una claridad en su voz que inspiraba a todos a seguir adelante. Me uní a un grupo que se dedicaba a preparar alimentos y atender a los heridos. Aunque no era una sanadora experimentada, sabía algunas pociones y hechizos básicos que podían aliviar el dolor y acelerar la curación. Mientras mezclaba hierbas y murmuraba encantamientos, observaba a las personas a mi alrededor. Cada rostro reflejaba una historia de pérdida, pero también de esperanza y resistencia. En un momento, Orión se acercó a nuestra área para agradecernos personalmente por nuestro trabajo. Su presencia era como un faro de fortaleza para todos. Aunque podía ver el agotamiento en sus ojos, no había señales de rendición en él. —Tu ayuda es invaluable, Heider. —dijo con sinceridad. Sus palabras me hicieron sentir más c
Heider En lugar del sombrío y oscuro refugio de brujas que había imaginado, me vi rodeada de una naturaleza vibrante y viva. La magia no solo estaba presente, sino que palpaba en cada rincón, en cada hoja que temblaba con un brillo especial, en cada susurro del viento que parecía llevar secretos antiguos. Caminamos por un sendero rodeado de árboles altos cuyas ramas se entrelazaban formando una especie de cúpula sobre nuestras cabezas. Los rayos del sol se filtraban a través de ellas, creando patrones de luz y sombra que bailaban a nuestro alrededor. El aire estaba cargado de un aroma dulce y terroso, y la energía era tranquila pero poderosa, como una madre acogiendo a su hijo. Finalmente, llegamos a una cabaña grande, rústica pero hermosa, que parecía ser una con la naturaleza que la rodeaba. Las enredaderas y flores silvestres se entrelazaban en sus paredes de madera, y pequeñas luces mágicas flotaban cerca del techo, iluminando el camino. Al entrar, el ambiente cálido nos envol
Orión El sol se estaba poniendo, bañando el cielo en tonos de naranja y rosa, cuando vi a Sam acercarse. La fatiga en sus ojos y la tensión en sus hombros eran evidentes, pero había una determinación subyacente que me hizo admirarla aún más. La brisa fresca de la tarde traía consigo el olor a tierra mojada y a los pinos cercanos, mezclándose con el aroma de la destrucción reciente. —Orión, —dijo Sam con un suspiro, —Heider se quedará con las brujas para aprender sobre sus habilidades. Mis pensamientos aceptaban la lógica de sus palabras, pero en las cámaras ocultas de mi corazón, una tormenta de preocupación por Heider se agitaba, un remolino de miedo y protección que luchaba por salir. —Bien, Sam, pero no puedo evitar preocuparme. Ella es tan joven y ahora está en medio de todo esto, —dije, dejando escapar un suspiro pesado. Sam se acercó y colocó una mano reconfortante en mi hombro. —En veinticuatro horas sabremos más. Las brujas se reunirán con nosotros y nos informarán sobre
Heider Parada en la sala de reuniones, rodeada de los Alfas, me sobrecogió una sensación de frialdad, un presagio que anticipaba algo fuera de lo ordinario. Mis ojos se enfocaron en un punto en el espacio, donde gradualmente comenzó a formarse una figura etérea y luminosa. Era Alice, mi hermana, su presencia llenaba la habitación con una luz tenue y reconfortante. —Hermana, has crecido mucho, —murmuró Alice con una sonrisa suave y melancólica que iluminó su rostro transparente. Su voz, aunque suave, llevaba un eco que resonaba en el espacio silencioso. —Alice, tú... —comencé, sintiendo un nudo en mi garganta. —Te extraño tanto, —confesé, hablando en nuestra conexión mental. —Y yo a ti, querida mía, —respondió ella con dulzura y un destello de tristeza en sus ojos. —Ahora necesito que hables con Orión en mi lugar, ¿puedes hacerlo? —preguntó, su imagen parpadeando ligeramente como si luchara por mantenerse en nuestro plano. Asentí con la cabeza, tragando el nudo de emociones. Respi