OriónCorríamos por el último tramo del pasaje de la montaña, sintiendo cada vez más cerca la libertad del aire abierto. La luz del exterior se filtraba a través de la apertura, prometiendo el fin de nuestra ardua travesía por la oscuridad de la caverna.Mis patas, en mi forma de lobo, golpeaban el suelo con una fuerza renovada. A mi lado, Robert y Jake, también transformados, mantenían el ritmo, mientras Heider cabalgaba a mi espalda, aferrándose firmemente a mi pelaje. La proximidad de la salida nos llenaba de un alivio y una anticipación palpables."¡Ya casi estamos!" exclamé mentalmente a través de nuestro enlace. Sentía cómo el vínculo entre Ciro y yo se fortalecía a medida que nos acercábamos a nuestro destino, alimentando mi espíritu con una energía vital.El aire fresco y puro golpeó nuestros rostros cuando finalmente emergimos del pasaje. Nos detuvimos un momento en la entrada, permitiendo que nuestros ojos se acostumbraran a la luz del día. El paisaje que se desplegaba ante
OriónRobert se aproximó con las dos chicas que habíamos liberado, una expresión de tristeza en su rostro al contemplar a la tercera chica, que yacía sin vida. La realidad de la situación era sombría, pero no había tiempo para el luto; cada segundo contaba para Octavia.—Una de las chicas dice que vive a unos pocos kilómetros de aquí. Allí habrá asistencia médica para Luna, —dijo Robert, sus ojos buscando los míos, esperando una decisión.—¿Podemos moverla, Heider? —pregunté, ansioso pero temeroso de empeorar su estado.—Podríamos moverla, pero no en su forma de lobos, Alfa, —respondió Heider, su tono serio y cauteloso.Sin dudarlo, tomé a Octavia en mis brazos con cuidado, sintiendo su fragilidad y la urgencia de la situación. Me giré hacia las chicas rescatadas, que se mantenían cerca de Robert.—Indiquen el camino, —ordené, mi voz firme a pesar del miedo que sentía.El camino hacia la ayuda médica se sintió interminable. Cada paso que daba con Octavia en mis brazos era un ejercicio
OctaviaLa oscuridad me envolvía, pero en ella encontraba una sensación de calma que nunca había sentido antes. Este lugar prometía paz, amor y aceptación, un refugio del dolor y el caos del mundo físico.El brillo suave a mi derecha reveló figuras que reconocí al instante.—Mamá, papá, —sollocé, moviéndome hacia ellos con una mezcla de asombro y anhelo.—¡Vi! —exclamó papá, abrazándome con fuerza. Su voz estaba llena de sorpresa y amor. —Mi amor, ¿qué haces aquí?—Yo... No lo sé. Los extraño mucho, —dije, girándome para abrazar a mamá también, buscando consuelo en sus brazos.—Mi bella niña, —sollozó ella, abrazándome con igual intensidad. —Nosotros también las extrañamos mucho, estamos muy orgullosos de ustedes dos.Las palabras de mis padres llenaron mi corazón de un calor que había olvidado.—Van a ser abuelos, —les dije, una sonrisa triste adornando mis labios mientras las lágrimas seguían cayendo por mis mejillas.Y papá, con una sonrisa llena de amor, dijo,—Y tú serás una gran
OctaviaEn la primera imagen, vi a Sam, mi hermana, luchando valientemente, pero siendo superada por enemigos. Una lanza oscura atravesó su corazón, y su expresión de sorpresa y dolor me hizo sollozar.—Sam, —susurré, mi voz quebrándose. —No puedo...—Observa, hija, —me instó la Diosa Luna, su voz suave pero firme.La siguiente imagen mostraba a Lucas, su rostro marcado por la determinación. Estaba rodeado por criaturas, luchando con una ferocidad impresionante. Pero, incluso su fuerza y habilidad no fueron suficientes. Una criatura consiguió morderlo en el cuello arrancado de un tirón, y vi cómo su cuerpo caía inerte al suelo.—No... Lucas... —Las lágrimas fluían libremente por mis mejillas.La imagen cambió a Lucien, quien estaba defendiéndome a mí en la visión. Un golpe brutal lo derribó, y una figura oscura se abalanzó sobre él, desgarrando su garganta con una ferocidad animal.—Lucien... —balbuceé, incapaz de apartar la mirada de la horrible escena.Finalmente, la imagen más desg
HeiderEstábamos en el pasillo frente a la sala de Octavia cuando el Alfa regresó, su semblante reflejaba una desesperación que no le había visto antes. Sus ojos, rojos y conteniendo lágrimas, me conmovieron profundamente. Ver al Alfa, un líder tan fuerte y decidido, en ese estado de vulnerabilidad, era algo que me costaba asimilar.Hacía poco había tomado una decisión que jamás pensé que haría. Me había vinculado con él, pero no de una manera romántica como el vínculo que compartía con Octavia. No, este era un vínculo diferente, un vínculo de bruja, que unía mi vida a la suya, mis poderes a su servicio, aunque todavía no supieran exactamente cuáles eran esos poderes.—¿Todavía tienes el brebaje? —me preguntó con una voz cargada de dolor. Su pregunta no necesitaba explicación.Asentí en silencio, comprendiendo lo que me estaba pidiendo. Con cautela, me escabullí dentro de la habitación de Octavia. Me acerqué a su cama y, con manos temblorosas pero seguras. Con cuidado, mezclé el breba
HeiderLa presencia de Alfa Orión se hizo sentir en el pasillo antes incluso de que él apareciera. Lo seguían Jake y Robert, ambos con ropa deportiva nueva y aspecto más fresco. Su regreso trajo una oleada de energía y preocupación renovada por Octavia.—¿Algún progreso de Luna? —preguntó Jake con una mezcla de esperanza y ansiedad.Negué con la cabeza.—Aún le falta una dosis más, —respondí, y sin decir más, me volví hacia la habitación de Octavia. Alfa Orión, con su paso firme y decidido, me siguió de cerca.Una vez dentro, administré la última dosis de la medicina, mezclándola cuidadosamente con el suero. Mientras lo hacía, observé cómo Alfa se sentaba al lado de la cama. Tomó una de las manos de Octavia entre las suyas y con delicadeza le colocó el cabello detrás de la oreja. Era un gesto lleno de amor y preocupación, revelador de la profunda conexión que compartían.—Ella estará bien, Alfa, —le aseguré desde la puerta, manteniendo mi mirada fija en ellos. A pesar de la seriedad d
OctaviaCon un esfuerzo que parecía consumir toda mi energía, finalmente abrí los ojos. La luz brillante del sol o de alguna lámpara artificial me cegó momentáneamente. Parpadeé varias veces, intentando acostumbrar mis ojos a la claridad y enfocar mi visión.La habitación en la que me encontraba era blanca y estéril, con el sonido característico de los equipos médicos. Estaba en una clínica o un hospital. Giré la cabeza ligeramente y vi a Orión sentado a mi lado, su rostro marcado por el cansancio y la preocupación.—Orión, —susurré, mi voz apenas un hilo de sonido. Al oír mi voz, su cabeza se levantó de golpe, y sus ojos, llenos de una mezcla de esperanza y miedo, se encontraron con los míos.—Octavia, estás despierta, —dijo él, su voz cargada de alivio y amor. —Has estado inconsciente durante mucho tiempo. Nos tenías muy preocupados.Intenté hablar, hacerle más preguntas, pero mi garganta estaba seca y cada palabra era un esfuerzo. Orión entendió y me ofreció un vaso de agua, ayudán
OctaviaDesperté a los sonidos de una conversación en la habitación, la voz de Orión dominando el espacio.—Estamos preparando todo para volver a su territorio, Alfa, —decía una voz profunda que no reconocí.—Nuestro territorio ahora, Robert, —corrigió Orión. La mención de un nombre desconocido me hizo fruncir el ceño en confusión.La risa de una niña sonó, seguida de la voz familiar de Jake diciéndole algo en un tono juguetón. Me incorporé en la cama, mirando a mi alrededor, tratando de poner rostro a las nuevas voces.Mi mirada se detuvo en dos personas que no reconocía: un hombre robusto de expresión seria y una niña de aspecto frágil, pero con una luz de determinación en sus ojos. Estaba claro que eran nuevos miembros de nuestra manada.—¿Dónde está Lucien? —pregunté, mi voz revelando una mezcla de preocupación y curiosidad. Recordaba la preocupación que Lucien había mostrado por mí, y su ausencia me desconcertaba.—Está esperando afuera, —respondió Orión, su tono tenso y sus pala