Samantha El nuevo día amaneció con un silencio tranquilo, roto solo por los suaves sonidos de la naturaleza despertando. Al abrir los ojos, noté inmediatamente la ausencia de Lucas a mi lado. Girando, encontré una nota en su lugar, escrita con su característica letra firme y clara. Decía que había ido a recibir a los Alfas que llegaban ese día y que me esperaba para desayunar con ellos en la casa de la manada. La idea de conocer a los Alfas que jugarían un papel crucial en los próximos eventos me llenó de una mezcla de anticipación y nerviosismo. Me levanté, sintiendo una oleada de energía a pesar de la inquietud. Elegí un vestido largo hasta las rodillas, suelto y de un suave color pastel que me hacía sentir cómoda y, de alguna manera, elegante. Antes de salir de la habitación, me detuve frente al espejo. Me quedé mirando mi reflejo, colocando una mano sobre mi vientre. —Pronto, —susurré, con una sonrisa llena de esperanza y un poco de ansiedad. —Pronto te mostrarás, pequeña. Co
Octavia La ciudad nocturna se desplegaba ante nosotros como un laberinto de sombras, donde cada farola derramaba un halo titilante sobre las aceras húmedas. El aire llevaba el eco de pasos distantes y el murmullo ocasional de conversaciones nocturnas, mientras un aroma a café y asfalto mojado se mezclaba en el ambiente frío. Caminaba junto a Lucien, cada paso que dábamos estaba impregnado de la urgencia de mi búsqueda por Orión, cuya ausencia era un vacío constante en mi corazón. Nuestra misión inmediata era simple pero crucial: encontrar alimentos para el viaje y ropa de abrigo para enfrentar el frío implacable de las montañas heladas que planeábamos bordear. El aire frío de la noche mordía mi piel, recordándome la necesidad de prisa. Mientras nos dirigíamos hacia una tienda de ropa, un grupo de guardias apareció de repente en nuestro camino. Su presencia era intimidante, con armaduras que reflejaban la luz de las farolas y miradas sospechosas que se posaron sobre nosotros. —Deté
Octavia Volviendo mi atención a Einar, noté una brecha en su defensa. Me lancé hacia adelante, mis puños golpeando con una precisión que solo podía venir de la pura necesidad de supervivencia. Einar se tambaleó, claramente sorprendido por la ferocidad y habilidad de mi ataque. Con un giro rápido, logré agarrar a Einar por un brazo, usando su propio impulso para lanzarlo hacia un árbol cercano. El impacto lo dejó aturdido, y aproveché ese momento para golpearlo en la sien, dejándolo inconsciente, pero sin daños graves. Lucien, por su parte, había manejado a los otros guardias con igual destreza. Mientras los guardias yacían en el suelo, recuperamos el aliento, conscientes de que habíamos escapado por poco. —Tenemos que irnos, ahora, —dije, mirando a Lucien. A pesar de la adrenalina del combate, mi mente estaba clara, enfocada en nuestro objetivo. Asintiendo, Lucien y yo nos dimos la vuelta y corrimos a través del bosque. El sonido de nuestros pasos se perdía entre el susurro de la
Lucas Aquel día, mientras el sol comenzaba su descenso en el horizonte, me encontré guiando a los Alfas recién llegados a través de las áreas de entrenamiento de nuestra manada. Alfa Declan, Alfa Kael y Alfa Zane caminaban a mi lado, observando con interés a los reclutas que se esforzaban en sus ejercicios. Era un momento crucial, una oportunidad para demostrar la fuerza y la preparación de nuestra manada. —Estos son nuestros reclutas más jóvenes, —les expliqué, señalando un grupo que practicaba técnicas de combate cuerpo a cuerpo. —Aunque aún están en formación, cada uno de ellos posee una determinación que es vital para nuestra supervivencia. Alfa Kael asintió, su mirada azul penetrante evaluando a los jóvenes luchadores. —Impresionante, —comentó. —Pero, ¿cómo se comparan con tus mejores guerreros? Sonreí ante su pregunta. —¿Por qué no lo averiguamos? —sugerí. Era una propuesta atrevida, pero confiaba en las habilidades de mis guerreros. Los Alfas aceptaron el desafío con un
LucasLos Alfas intercambiaron miradas, la curiosidad claramente despertada por la figura enigmática a la que Einar se refería.—¿Hermosa y peligrosa? —preguntó Alfa Seth, una ceja levantada en interés. —Suena como alguien que no se encuentra todos los días.Alfa Braxton se inclinó hacia adelante, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de intriga y cautela.—Una combinación intrigante, —dijo. —Debe ser una loba excepcional para dejar una impresión tan fuerte.—Sin duda, —concordó Einar. —Su habilidad en combate es notable, y su presencia... es inolvidable.La incógnita de quién podría ser esta loba provocó un torrente de especulaciones y preguntas. Era claro que Einar había encontrado a alguien notable, aunque su identidad y su conexión con nuestra misión aún no eran evidentes.—¿Crees que pueda estar relacionada con nuestra búsqueda? —preguntó Alfa Adrián, su mirada penetrante fija en Einar.Einar pareció contemplar la pregunta por un momento antes de responder.—Es posible. Algui
OriónDesperté en la oscuridad húmeda y fría de la mazmorra, cada parte de mi cuerpo gritando de dolor. Estaba atado, mis manos y pies asegurados con unas cadenas que se clavaban en mi piel. A mi lado, Jake temblaba incontrolablemente. Ambos estábamos cubiertos de cortes y golpes, testimonios de la brutalidad a la que habíamos sido sometidos.Cada terminación nerviosa en mi cuerpo ardía como si estuviera envuelta en llamas, y el esfuerzo más mínimo para moverme se convertía en una tortura insoportable. Intenté reunir fuerzas para hablar, pero sólo logré un murmullo doloroso.—Jake, —susurré, mi voz apenas un hilo. —¿Estás bien?Él me miró con ojos desorbitados, su rostro pálido y marcado por el sufrimiento.—Alfa Orión, no puedo más, —dijo con una voz quebrada. —Este encierro, verte sufrir así... es demasiado.—No podemos rendirnos, Jake, —dije con un esfuerzo que me costó cada fibra de mi ser. —Tenemos que encontrar una manera de salir de aquí.Jake asintió, pero su mirada estaba per
OriónEn medio de la penumbra, la figura de Heider apareció silenciosamente, como una sombra moviéndose con un propósito. La esperanza que había comenzado a desvanecerse en mi pecho se reavivó al verla.Con movimientos ágiles y silenciosos, ella se acercó a nosotros y comenzó a sacar una serie de pequeñas herramientas de su mochila. Observé con asombro cómo sus manos diminutas, pero sorprendentemente hábiles manipulaban la lima y otros instrumentos, trabajando con meticulosidad en las cadenas que nos ataban.Jake y yo nos mantuvimos en silencio, conscientes de que cualquier ruido podría delatar nuestra esperanza de escape. La tensión en la habitación era palpable; cada raspado suave de la lima contra el metal resonaba en el espacio confinado, marcando el ritmo de nuestro creciente nerviosismo y expectativa.A pesar de su juventud, Heider trabajaba con una concentración y una eficiencia que desmentían su edad. Era evidente que había planeado este momento durante mucho tiempo. Mientras
LucienDesperté con un dolor agudo en mi pierna, un recordatorio de la batalla contra los guardias de Alfa Einar. La cueva en la que Octavia y yo habíamos encontrado refugio era fría y húmeda, pero ofrecía el escondite que necesitábamos. Después de un descanso forzado, mi cuerpo se sentía un poco mejor, pero la herida en mi pierna había empezado a dar señales preocupantes.Mientras Octavia dormía, me encontré luchando contra oleadas de fiebre que quemaban mi cuerpo. El dolor había dado paso a un estado febril, haciendo que mi mente vagara entre recuerdos y delirios. Visiones borrosas y distorsionadas de mi pasado y de un futuro incierto se entremezclaban en mi conciencia.Sabía que debía permanecer despierto y alerta, pero la fiebre me debilitaba, llevándome a un estado de semiinconsciencia. En un momento de lucidez, miré a Octavia, que descansaba pacíficamente, ajena a mi sufrimiento. Su presencia había sido mi fuente de fuerza y determinación, pero en ese estado febril, mi mente com