XI.

Llevaba 20 minutos huyendo de este maldito minotauro y no se rendía, todo su cuerpo estaba agujereado por mis proyectiles; pero no se inmutaba en ningún maldito aspecto. Me tenía cansada. Hasta que pensé usar mi arma principal y la de mayor potencia, mi rifle de francotirador. Para mi desgracia, me era difícil manejar el rifle mientras corría, no podía ni desenfundarlo porque equivaldría a servirle mi cabeza en bandeja de plata. Sólo podía limitarme a seguirle disparando con mi subfusil mientras me perseguía por todo el bosque. Hasta que pareció cansarse y me lanzó el hacha con tal rapidez que no fui capaz de visualizarla a tiempo. Por suerte, la gravedad hizo de las suyas y me permitió evitar el impacto en mi cuerpo por poco, la caída libre ralentizó su trayectoria y me permitió saltar en otra dirección.

—¡No tan rápido, maldita zor

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