CAPÍTULO 8

Marco abrió los ojos de golpe cuando el primer rayo de sol le hirió los párpados, y se levantó de un salto, con el extraño sentimiento de que algo le faltaba. Miró alrededor y no pudo ver a Helena por ningún lado, aunque el olor a lavanda fresca que era tan natural en ella todavía no había desaparecido de la almohada. Y se reclamó por sentirse así, no había razón para extrañarla o sentir su ausencia, de cualquier manera no era como que pudiera bajar del barco.

Se fue a su camarote y se aseó con ligereza mal disimulada. Se pu

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