CAPÍTULO 41

Helena vio que Sergio atravesaba corriendo la estancia circular del primer piso, y entraba a su oficina con el rostro desencajado. Apenas podía respirar y Helena no se molestó en preguntarle porque sabía que pasarían algunos minutos antes de que pudiera decir dos palabras seguidas.

Sólo lo interrogó con la mirada y por toda respuesta Sergio le mostró su celular, donde en letras bien legibles aparecía aquel pequeño mensaje:

«Faro del Albir, playa La Mina. Mañana a las 8:00 pm. Llevo carga preciosa. Alejandro»

Abrió mucho los ojos, entendiendo por fin la causa de la prisa de Sergio.

—¿Qué es esto? —casi balbuceó Helena—. ¿Es de…?

—¡Sí… del indigente internacional! —contestó Sergio, solo para ganarse una mirada severa de parte de la muchacha.

—¡Ya te dije

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