CAPÍTULO 45

Alejandro dejó que Scott se encargara de sacar a los niños y llevarlos con Sergio, pero no habían pasado ni diez minutos cuando vio la cabeza rubia del español asomarse por la puerta de descarga del avión.

—¡Caramba! Pensé que te estabas escondiendo de mí porque no querías otra carta de Helena… —murmuró Sergio viendo el hilo de sangre que le corría desde un muslo—. Luego Lana casi me muerde por burlarme y me dijo que estabas aquí. ¿No es grave, verdad?

Marco negó con una sonrisa mal disimulada. Estaba cansado y la pierna le dolía horriblemente, pero se aguantaba porque no tenía cinco años ni estaba dispuesto a perder la poca dignidad que le quedaba, gritando. Después de todo su trasero había estado a la altura de la cara de Scott cuando había tenido que cargarlo, no podía avergonzarse todavía m

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