—¡Ya! No digas ridiculeces, Paolo. Este no es el momento para estar hablando de algo así— expuso cruzando sus brazos. A pesar de su expresión de enojo, Vanessa no podía ocultar su sonrojo por más tiempo.
—Si este no es el momento, ¿cuándo sería? — cuestionó dando unos pasos para quedar cerca a la joven, quien ya no podía ocultar sus mejillas color rosa.
—Hoy no, mañana tampoco, ni el siguiente día— expuso rodando los ojos. —¿Sabes qué? Tengo que ir por una de las carpetas que dejé en la cafetería— añadió saliendo de la oficina.
—¡Pero qué carácter! — sonrió Paolo de lado observando la puerta —Y así me gusta.
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Después de que la jornada laboral de Vanessa terminara, la chica ya se encontraba ju
—Opino que lo mejor es regresar al trabajo, cada vez hay menos tiempo— dijo el señor con firmeza pellizcando con suavidad la mejilla de su esposa.—Hagamos que Bianca se reúna con Alejandro, sin que lo sepan— aclaró Heather regresando al punto anterior —lo primero es sacar a Bianca del camino porque ya tenemos su confesión— sonrió —¡Buen trabajo Vanessa! — exclamó extendiendo su mano para chocarlas.—¿Cuándo lo haremos? — cuestionó Vanessa bastante entusiasmada por lo que sucedería en los próximos días.—Por ahora trata de actuar con normalidad para evitar que Bianca piense que hay algo mal, ayúdala en lo que quiera, pero me mantienes informada. Haré los preparativos para que ambos se reúnan— se puso la mayor de pie. —Lo más probable es que tú le hagas la cita, c
—¡Regresa la mirada al camino! — exigió Vanessa aferrándose al cinturón de seguridad. «Tanto tiempo había pasado y Paolo no ha aprendido a conducir» pensaba la menor, aunque al chico le hacía gracia escuchar los pequeños chillidos de Vanessa, sabía que si no se detenía ahora no llegaría entero a la cena.—Lo siento— susurró conteniendo la risa —solo quiero llegar pronto, pero tampoco puedo despegar mis ojos de ti— confesó regresando a la seriedad que el momento requería. Vanessa no sabía cómo responder, sus mejillas se habían sonrojado y le avergonzaba elevar la mirada para encontrarse con la de Paolo. —¿Vanessa? — levantó el rostro de la menor con su pulgar, al ver la situación en la que ella se encontraba una pequeña sonrisa se escapó de sus labios —muy lin
Paolo no sabía que sus ayudantes en aquella ocasión permanecían en sus escondites aún, se había olvidado de que eran demasiado curiosos y no se perderían esa primicia. Paolo se sentía bastante alegre por la idea de poder pasar tiempo con Vanessa, más allá del trabajo y de las extrañas investigaciones. Ver a su compañera bajo el reflejo de la luz de la luna, hacía que su corazón acelerara un poco más el compás que estaba en medio de su pecho, él debía admitir que la sonrisa de la joven junto con su extraño sentido del humor le hacían sentir en casa.—Vanessa— susurró llamando la atención de la menor que con una pequeña señal con su nariz le indicó que tenía toda su atención, sin embargo. Paolo pareció dudar un poco —tú y mi hermano se conocieron en el colegio ¿
—¡Sabía que tú confiarías en mí! — exclamó la más joven con una radiante sonrisa, se aproximó de un salto a abrazar a su hermana, que, con una sonrisa amarga, se culpabilizaba por haber dudado de su querida hermanita. Vanessa con lentitud dirigió una porción de comida a su boca; la última vez que Danna había preparado algo de comer su preparación sabía cómo si le hubieran echado tierra, y la vez anterior, la joven había confundido el azúcar con la sal. Sin embargo, en esta ocasión Vanessa estaba mentalmente preparada para que supiera a engrudo, mas su sorpresa fue mayor al degustarla, había hecho una gran fusión con los sabores y debía admitir que de veras sabía bien. La mayor peli teñida no podía creerlo y pensó que quizá había algo mal con sus papilas gustativas o su reciente ne
El corazón de Vanessa daba vuelcos cada vez que la escuchaba hablar así. A pesar de que Alejandro fuese una de las peores personas del mundo, debía aceptar que había hecho un buen trabajo al criar a Eleonor de la manera que ella era en ese momento. La joven estaba segura de que la había llenado de mucho amor y buenos recuerdos. Eso no justificaba el hecho de que había destruido cientos de hogares por ayudar a Bianca y a su padre a alcanzar sus macabros objetivos, quizá en el interior de las personas siempre hay algo bueno.• ────── ✾ ────── •Un par de minutos más tarde, los chicos se habían quedado dormidos, cada uno de ellos perdió la lucha en contra del sueño, y más aún a causa del arrullo que producían los baches en el auto.—Hemos llegado— anunció la mayor deteniendo el auto frente a su hogar. Se podía apreciar a los animales
Vanessa guardó silencio por unos segundos, no era normal que Dorian dijera algo así, en sus años de colegio jamás se le llegó a escuchar algún tipo de halago, aún más, la joven no lo recordaba ser tan amable. «Las personas cambian» pensó recordando todo lo que ella y Danna habían tenido que atravesar en mucho meso de un año, además del enorme cambió que habían tenido.—Gracias, creo que en las últimas semanas lo escuché muy seguido— respondió sonriendo de manera educada.—Veo que aún eres la misma chica que en el colegio— sonrió. —Me agrada, ¿te apetecería salir a beber conmigo antes de que te vayas? — se acercó a la menor, la cual de manera inconsciente estaba ya en una posición defensiva.—Eh, yo... yo no bebo. Gracias— masculló not&aac
—¡No, no lo haría! ¡No es necesario! — exclamó con desespero, sus piernas temblaban exageradamente y en su frente se podían apreciar gotas de sudor. Marcelo hacía una mueca de satisfacción al recordar que este pequeño susto lo tenía más que merecido. —Si me dejan ir— añadió al percatarse de que ellos no lucían en nada convencidos — quedaré en deuda con ustedes y haré lo que sea para recompensar su gran amabilidad. Pero por favor, ¡No permitan que esa señora sepa más de mí, ni que tampoco regrese a amargarme la vida! — suplicó con desespero.—¿Dices que harás lo que sea? — preguntó Vanessa a espaldas del prisionero —¿Lo dices en serio? — la chica saltó de la roca en la que se encontraba; esa cueva había sido uno de los testigos de las travesu
—Marcelo, temo que te dejarán viudo de hermano— se quejó Vanessa —el lado bueno es que por fin lo veo hacer ejercicio— sonrió y ladeó la cabeza.Los tres llegaron a casa unos minutos después que Paolo, el cual se había encerrado en una de las habitaciones. —No parece que vaya a salir hoy— susurró Danna con una sonrisa —es un alivio que no sea yo la que esté corriendo ahora, ¡Gracias Pao! — le gritó al ganso lanzando un beso.—No preguntar&eac