—Marcelo, temo que te dejarán viudo de hermano— se quejó Vanessa —el lado bueno es que por fin lo veo hacer ejercicio— sonrió y ladeó la cabeza.
Los tres llegaron a casa unos minutos después que Paolo, el cual se había encerrado en una de las habitaciones. —No parece que vaya a salir hoy— susurró Danna con una sonrisa —es un alivio que no sea yo la que esté corriendo ahora, ¡Gracias Pao! — le gritó al ganso lanzando un beso.
—No preguntar&eac
—¡¿Estás de broma?! — exclamó el mayor notoriamente ofendido mientras llevaba su mano a la frente. Vanessa no pudo contener su risa, pero en definitiva le dejaría ese nombre. —Marce, ya tengo un Ganso llamado Paolo, ahora un ternerito llamado Marcelo, ahora dime: ¿Cuál es el lío en el que nombre a mis hijos? — sonrió ladina —¿Acaso no son nombres? — se acercó al mayor, cambió su mirada a una de falsa confusión. Amaba molestar a los gemelos cada que podía y ahora, tenía la oportunidad perfecta, una que no dejaría pasar por alto. —Lo son, pero ¿Por qué ponerle mi nombre? — hizo un pequeño berrinche, dejó caer sus brazos a los lados y los sacudió un poco frustrado. —Sé que mi nombre es muy lindo y te gusta decirlo a cada hora, pero, ¿por qué a un ternerito? — se señaló sacudiendo de un lado a otro la cabeza. —Porque estoy esperando conseguir un papagayo y ponerle por nombre Kennedy— sonrió mostrando con amplitud sus dientes. —¡Oye! Soy mayor que tú, por
—¡No! ¡No lo hagas! — gritó el menor de los gemelos dando un brinco —¡Eres una de las personas más malvadas que conozco! — se quejó.—¡Qué grosero! ¡Conoces a la bruja de tu madre! ¡No me compares con ella! Prefiero ser comparada a un cerdo— gritó enojada —¡Ahora ni Marcelo te salva! — exclamó la joven molesta, tomó entre sus brazos a su amada mascota y fue en dirección del trío de trabajadores, o por lo menos, el intento de trabajadores.—Lo siento hermano, estás muerto— murmuró Marcelo a oídos del menor, el cual tragando grueso comenzó a alejarse de dónde estaba Vanessa, no despegaba la mirada de la chica y se alejaba de espadas. Sentía que, si llegaba a parpadear, al abrir sus ojos vería la figura de su tocayo sobre él.—Ven aquí
—No es eso a lo que me refería, Eleonor— susurró Vanessa mientras cerraba con fuerza sus ojos y se despeinaba un poco. —Sé que las posibilidades nunca son cero; sin embargo, es un precio que estoy dispuesta a correr— anunció con seguridad. Dentro de sí, la joven estaba bastante nerviosa, no podía negarlo; pero, el deseo de darle a la malvada Bianca un merecido hacía que aquel riesgo valiera la pena.—Hermanita, estás yendo demasiado lejos con este asunto— masculló Danna y se acercó para apoyar la cabeza en el hombro de la mayor. —¿No has considerado detenerte en algún punto? — indagó con una diminuta y nerviosa sonrisa, no sabía qué era lo que Vanessa estaba pensando, ni el límite que tendría.—¿Lo estoy haciendo? — preguntó la peli teñida, observando a Marcelo, intent&oac
Por otro lado, un par de revoltosos chicos se habían puesto de acuerdo para lograr saber lo que sucedería con Heather y Vanessa. De hecho, Kennedy se había encargado de camuflar un micrófono en la ropa de Vanessa, con el fin de estar al tanto de lo que podría pasar con aquellas peligrosas mujeres e «intervenir si fuera necesario».—Por favor, hagan silencio— ordenó Kennedy con ganas de escuchar lo que Heather y Vanessa decían. Todos asintieron y se inclinaron con la intención de oírlas.—Esperen, ¿esa es la voz de mi papá? — preguntó Eleonor revelando de su rostro la sorpresa que inundaba su ser ¿Qué hacía su padre en compañía de Vanessa?—¿Y la voz de la madre de mi hermano? — cuestionó Marcelo observando incrédulo a Paolo. Y sí, él aún se rehusaba a ser r
Vanessa abrió su boca para añadir algo más; sin embargo, un oficial entró a la habitación interrumpiendo el momento. —Señor Vitale, es hora de que me acompañe— anunció con calma. Según las indicaciones de Heather y al Alejandro haberse entregado voluntariamente, el trato que se le daría no debía ser con brusquedad, al fin y al cabo, el hombre no mostraba ningún tipo de resistencia.—Dile que la amo, y la amaré hasta el fin de mis días— pidió a la vez que extendía sus manos para ser esposado, Vanessa asintió con un poco de tristeza.—Lo haré— sonrió con melancolía. —Créame que lo haré. Le agradezco por toda su ayuda y le prometo que cuidaré de Eleonor a como dé lugar— susurró secando sus lágrimas y observando a Alejando, el cual salió de
—¡Para ya Heather! ¡Soy tu esposo, no un ladrón o algo semejante! — exclamó ya agotado aquel ministro con lindos hoyuelos. Se notaba algo agitado después de correr tanto para alcanzar a aquellas mujeres de las que ya no sabía qué debería de esperar; ellas habían demostrado una y mil veces que trabajando juntas eran un peligroso desastre, podrían compararse a una pequeña bola de nieve rodando por una nevada colina, la cual está notablemente empinada y tiene numerosos cactus encendidos, sí, así de peligrosas eran ellas al estar juntas.—Cómo siempre mi querido marido quitándole la diversión a las cosas— se quejó la mayor regresando a la normalidad —¿Qué haces aquí? ¿Nos estás siguiendo? — Interrogó Heather dando unos seguros pasos en dirección del ministro.—E
Vanessa sabía a la perfección que la venganza no brindaría ningún tipo de solución a los innumerables problemas que Bianca había llegado a ocasionar; no obstante, un pequeño susto que la hiciera reflexionar por lo menos un par de segundos era suficiente.—¡¿Estás loca?! — exclamó girándose de manera brusca y posó sus manos en el cristal, de alguna manera quería tener contacto con su hijo, tenerlo cerca y hacerle saber que estaría bien, a pesar de que ella misma supiera que no era así. —¡Es un ser vivo! Él respira, su corazón late tiene perfectamente signos vitales— señalaba las máquinas que registraban las pulsaciones y frecuencia respiratoria del hijo de Bianca. En sus ojos el horror e impotencia estaban grabados, era como si estuviera experimentando la peor de las torturas.—¿
Los chicos en casa estaban murmurando entre ellos, estaban llegando a sus propias conclusiones respecto al posible paradero de Vanessa. Por otro lado, Marcelo había podido ver una parte de Vanessa que los demás no habían llegado a notar, él había comprobado algunos aspectos en la personalidad de la mencionada que el resto del equipo no había podido ver hasta el momento.Él sabía que las ansias de venganza que tenía la chica eran demasiadas y que, a causa de su acción, había olvidado su principio de vida. Quizá, pensaba Marcelo, Vanessa había cambiado y a la vez perdido de vista aquella persona que deseaba ser y mantener; sin embargo, era un cambio que era necesario, luchar contra ella misma, mas sabía que la preocupación y la culpa se estaban agolpando en el pecho de su querida amiga.—Voy a salir, no me sigan— sentenció Marcelo tomando el a