76.- Leila.

Me estiro en la cama y un aroma delicioso a hombre penetra en mis fosas nasales, Jonás respira pausado, calmado y estable. Giro para encontrármelo de frente con los labios entreabiertos y con el rostro sereno, mi cuerpo sufre un espasmo involuntario cuando repaso con la vista sus rasgos perfectos y suaves. Su rostro es hermoso y con líneas sutiles, no parece que tenga ese carácter desenfrenado y arrojado, parece un ángel.

Beso sus labios porque es imposible resistirme, son perfectos, él es perfecto. Suspiro entrecortado ante su belleza, ante su carácter posesivo, por lo negativo que puede ser y lo cabezón también, nunca había sentido esto por nadie y tengo que admitirlo aunque no en voz alta: estoy locamente enamorada de él. Lo observo más de lo que deseo y eso me obliga a cerrar los ojos. Eso y el martilleo de mi pobre cabeza por haber consumido todas las copas de vino que me hi

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