Mila me saca de las casillas con los malditos comentarios que hace. Está como una cuba y me envió unas fotos desnuda, si Leila las ve va a cabrearse mucho.
— ¿Qué, qué sucede? – pregunta y niego levantando el dedo indicándole que espere.
— Lo mejor que puedes hacer es irte a la mierda ¿entiendes? – los ojos de Leila se abren.
— ¡Jonás por favor! – mira hacia ambos lados y tuerce el gesto, coloca un dedo en sus labios para que baje la voz.
Se escucha la música estridente y a muy alto volumen, los gritos de los chicos también se escuchan y Mila me habla guarradas. Decido que ya no la quiero escuchar y cuelgo, cuando descubra de quién es ese número lo voy agolpear.
— ¡Lo siento, en serio! – asiente y toma mi mano por enci
¡Ella está ahí, justo a mi lado!No se mueve, el azul glaciar de sus ojos apagados me inmoviliza.Entonces veo la sangre en sus manos y la atrapo para ayudarla, pero no puedo… porque no estoy consciente, estoy borracho. Grito y me desespero, corro, corro deprisa y no la puedo alcanzar… se aleja, y despierto. Todo se mueve, estoy bañado en sudor y mi garganta se desgarra por mis gritos, pero nadie me escucha, todo se mueve, yo me muevo, alguien me mueve…—¡Jonás, despierta por favor! – tomo una bocanada de aire desesperado.Siento sus brazos a mi alrededor mientras sigo dentro de la pesadilla, Leila está aquí me dice el inconsciente y despierto. La veo y está aterrada, sin embargo es tan valiente que se queda a mi lado. Pasa sus pequeñas manos por mis pómulos mojados a causa de las l&aacut
James sale del auto casi corriendo, me abraza delante de la mirada desaprobatoria de mi novio. Pone los ojos en blanco, sonríe, me besa la frente y descansa su barbilla sobre mi cabello.—¡Te extrañé! – subo la vista y sonrío —. Despídete, ya es hora – me señala con el mentón hacia Jonás y salgo de sus brazos para besarlo.—Nos vemos en la tarde – asiente y me besa en los labios de una manera tan dulce que mis rodillas tiemblan.—Extráñame, vuelve pronto – asiento, estoy sin aliento.Me alejo de sus brazos con un suspiro y entro al auto, mi hermano cierra la puerta, gira y levanta la mano pinchándolo.—¡Nos vemos Chico Malo, mejórate! – Jonás le enseña el dedo corazón y este muere d
—¿Te sientes bien Leila? – asiento agitada —. Tienes el rostro muy colorado ¿en serio estás bien? – entramos al baño y me giro.—¿Y si sucede que él es mucho para mí? – Alice me mira evidentemente confundida —. Quiero decir… su actitud ¿si no estuviese preparada para él? – digo mordiéndome las uñas.—¿Hablas de Serrano, verdad? – asiento y los ojos se me llenan de lágrimas —. Es muy pronto para decir eso ¿no crees? – me encojo de hombros —. Es evidente que posee mucha mas experiencia que los otros, también lo veo… malicioso, pero no que te va a hacer daño, sino que es otra cosa, él es diferente – se queda pensando.—¡Me abruma de una manera inco
—¿Qué pensabas perra desgraciada? – Sonríe con tanta malicia que me recorre un escalofrío por la espalda —¿Qué te irías de rositas luego de que él me hiriera por ti? – el azul de sus ojos es tan profundo que me aterra —. Voy a destrozarte la puta cara – me giro hacia Alice que llora en silencio.—¡Corre cuando te diga! – Me mira y niega —¡Sí, lo harás! – el chico rubio que acompaña a Mila tiene el rostro sonrosado, la misma sonrisa de ella y la expresión cansada.Salgo primero caminando hacia atrás sin dejar de mirar a la chica del cabello rosa que me tiene aterrada y a Alice también para no dejar que me sorprenda, si me va a dar una paliza… que sea dejándome ver su patético rostro de frustrada ¡uhg, desearía no ser t
¡Nunca había acelerado tanto un auto! Ni siquiera cuando sufrimos el accidente hundí tanto el maldito acelerador. Pero cuando llego al maldito hotel ella está fuera con su hermano, no lleva el vestido de esta mañana. Salto del auto casi sin frenar y corro hacia ella. —¡Leila! – No me mira, por el contrario esconde la cara en el pecho de James —¡Muñeca! – me acerco un poco más —. Habla conmigo por favor, no huyas de mí – me duele el pecho. —Dale espacio Serrano, no se encuentra bien – lo ignoro, quiero golpearlo siquiera por hablar. —¡Leila… por favor! – niega y mi corazón se estruja. —En este momento no puedo Jonás, por favor vete – no puede ser. —¡No me culpes por favor, yo… yo no hice nada! – no puedo retener el sollozo que sale de mi garganta. —¡Oye tío, en serio necesita tiempo! – lo miro a la cara.
Escucho los gritos y algo que impacta contra el piso, salto de la cama y corro a la habitación de Jonás. Lo encuentro en mitad de la estancia arrodillado con la cabeza gacha y los hombros temblando, observo alrededor buscando identificar lo que estalló y veo la botella de whisky estrellada en el rincón. Respiro profundo. El sedante lo alteró mucho más de lo que pensamos, ya está lejos de aquí, la conciencia lo abandonó.—¡Largo, no confío en ti! – tomo una bocanada de aire.—Jonás…—¡Fuera, intentaron drogarme! – se levanta y tambalea un poco, sin embargo es un roble.—Tío, necesitas calmarte – salta sobre mí como una bestia salvaje y me empotra en la pared haciéndome crujir la columna.Es el d
Leila grita con horror al ver caer al monstruo Serrano, tal vez pensaba que Robert no lo sostendría, pero se equivoca. En demasiadas ocasiones nos ha sacado adelante entre lágrimas, sudor y sangre. Es leal, autentico y una maldita bestia cuando se enoja. Su cabeza cae en las manos de mi amigo y el pobre enano entre jadeos lo ayuda a que no se golpee más.La chica llega hasta él sollozando y gimiendo algunas cosas que no escucho, lo acaricia y coloca las manos en su pecho, luego apoya su frente en el hombro y llora desesperada, llora a gritos. Jonás no se mueve, pero su respiración aumenta a medida de que Leila llora y tiembla sin control. Un amor así no debería existir, es tóxico, dañino. Irreal. Escucho unos gritos y dejo los tortolos un momento, no sin antes lanzar una mirada de advertencia a Daniel para que los vigile, confiaría mi vida a ese bastardo que amo profundamente, pero en e
Casi muero de terror cuando lo vi caer, pensé que su cabeza impactaría con el piso. Mi pobre Tontín parecía una marioneta entre sus manos, pero yo solo lo podía ver a él, en su estado más primitivo, más salvaje. En el fondo se cómo es, no me impresiona. Un hombre con su tamaño y constitución, además de ese temperamento no es para que regale rosas o tiemble ante el guardia que se acaban de llevar noqueado. Su fuerza le corre por las venas y por su cabeza, intuitivo, ingenioso y perspicaz. Todo él es fuerza, belleza, inteligencia y sensualidad.—¡Despierta por favor no me hagas esto! No tienes idea de lo que he sufrido y las veces que desobedecí a mi hermano y se vio en la penosa obligación de sujetarme para no venir por ti ¡te amo tanto! Que duele verte así, lacera y destroza – su cuerpo tiembla y su respiració