Jonás me observa casi babeando, me divierte su expresión entre asombrada y enojada. Soy bastante creativa cuando se trata de hacer enojar a las personas, he adquirido bastante experiencia con mi padre a pesar de las bajas que ha habido.
— ¿Qué, no quieres que entremos? – resopla enojado mientras me come el pecho con los ojos.
< ¡Toma novio buenorro y provocador! > Pienso, felicitándome.
Cojo la mano que me ofrece y entramos al restaurante, muchas cabezas voltean y un grupo inmenso de ojos se posan tanto en Jonás como en mí. Hay personas que he visto en alguna fiesta o almuerzo de negocios de mi padre. Otros solo se dedican a mirarme y las chicas pierden sus ojos en “mi novio”, las quiero destrozar a todas. Mi chico malo se tensa y doy gracias a Dios porque lleva puesta la chaqueta para que no critiquen su piel tintada, miro con expr
A pesar de ser mediodía la brisa fresca me baña la cara y siento la tranquilidad que dentro de mi mundo nunca la habrá. Jonás me produce esa sensación, no puedo dejar de mirarlo. Su rostro es hermoso y refleja calma, serenidad. Esa estabilidad que necesito en este momento para asimilar toda esta masa de emociones que casi no puedo contener. Se ve joven, desenfadado y aunque parezca una verdadera locura, armoniza con la naturaleza a su alrededor por su aire feroz y violento, su presencia salvaje e intimidante ¡como un León, el rey de la selva! Sonrío y acaricio su mejilla con la punta de la nariz y ronronea.—¡Lo haces de nuevo! – Muerdo mi labio inferior —¿Qué buscas, que quieres encontrar Leila? – pregunta y suspiro.—¿Cómo sabes que busco algo, como sabes que te miro? – Beso su nariz perfectamente p
¿Cómo puede parecer tan perfecto aun estando dormido?Resoplo.Me acerco y tomo asiento al lado de su cintura en la cama y bajo la cabeza. El aroma que desprende es una mezcla de su colonia con olor a tabaco y la mía de cerezas ¡es… sencillamente… delicioso! No solo su olor, todo en él es atrayente, su aspecto, su originalidad, su actitud. Siempre me va a pillar mirándolo porque no me canso de hacerlo, me quedo embobada solo de detallarlo: su boca perfecta y sesos labios gruesos, delineados y rosados que me provocan mil sensaciones, su nariz – mi favorita – perfilada y varonil con ese efecto de dios Griego que me deja sin aliento, pero el espectáculo de todo son esos ojos preciosos que a veces parecen azules y luego son sencillamente grises, como tormentas de invierno, como el cielo encapotado ¡ok, estoy loca por él!Dudo que nad
Mila me saca de las casillas con los malditos comentarios que hace. Está como una cuba y me envió unas fotos desnuda, si Leila las ve va a cabrearse mucho.—¿Qué, qué sucede? – pregunta y niego levantando el dedo indicándole que espere.—Lo mejor que puedes hacer es irte a la mierda ¿entiendes? – los ojos de Leila se abren.—¡Jonás por favor! – mira hacia ambos lados y tuerce el gesto, coloca un dedo en sus labios para que baje la voz.Se escucha la música estridente y a muy alto volumen, los gritos de los chicos también se escuchan y Mila me habla guarradas. Decido que ya no la quiero escuchar y cuelgo, cuando descubra de quién es ese número lo voy agolpear.—¡Lo siento, en serio! – asiente y toma mi mano por enci
¡Ella está ahí, justo a mi lado!No se mueve, el azul glaciar de sus ojos apagados me inmoviliza.Entonces veo la sangre en sus manos y la atrapo para ayudarla, pero no puedo… porque no estoy consciente, estoy borracho. Grito y me desespero, corro, corro deprisa y no la puedo alcanzar… se aleja, y despierto. Todo se mueve, estoy bañado en sudor y mi garganta se desgarra por mis gritos, pero nadie me escucha, todo se mueve, yo me muevo, alguien me mueve…—¡Jonás, despierta por favor! – tomo una bocanada de aire desesperado.Siento sus brazos a mi alrededor mientras sigo dentro de la pesadilla, Leila está aquí me dice el inconsciente y despierto. La veo y está aterrada, sin embargo es tan valiente que se queda a mi lado. Pasa sus pequeñas manos por mis pómulos mojados a causa de las l&aacut
James sale del auto casi corriendo, me abraza delante de la mirada desaprobatoria de mi novio. Pone los ojos en blanco, sonríe, me besa la frente y descansa su barbilla sobre mi cabello.—¡Te extrañé! – subo la vista y sonrío —. Despídete, ya es hora – me señala con el mentón hacia Jonás y salgo de sus brazos para besarlo.—Nos vemos en la tarde – asiente y me besa en los labios de una manera tan dulce que mis rodillas tiemblan.—Extráñame, vuelve pronto – asiento, estoy sin aliento.Me alejo de sus brazos con un suspiro y entro al auto, mi hermano cierra la puerta, gira y levanta la mano pinchándolo.—¡Nos vemos Chico Malo, mejórate! – Jonás le enseña el dedo corazón y este muere d
—¿Te sientes bien Leila? – asiento agitada —. Tienes el rostro muy colorado ¿en serio estás bien? – entramos al baño y me giro.—¿Y si sucede que él es mucho para mí? – Alice me mira evidentemente confundida —. Quiero decir… su actitud ¿si no estuviese preparada para él? – digo mordiéndome las uñas.—¿Hablas de Serrano, verdad? – asiento y los ojos se me llenan de lágrimas —. Es muy pronto para decir eso ¿no crees? – me encojo de hombros —. Es evidente que posee mucha mas experiencia que los otros, también lo veo… malicioso, pero no que te va a hacer daño, sino que es otra cosa, él es diferente – se queda pensando.—¡Me abruma de una manera inco
—¿Qué pensabas perra desgraciada? – Sonríe con tanta malicia que me recorre un escalofrío por la espalda —¿Qué te irías de rositas luego de que él me hiriera por ti? – el azul de sus ojos es tan profundo que me aterra —. Voy a destrozarte la puta cara – me giro hacia Alice que llora en silencio.—¡Corre cuando te diga! – Me mira y niega —¡Sí, lo harás! – el chico rubio que acompaña a Mila tiene el rostro sonrosado, la misma sonrisa de ella y la expresión cansada.Salgo primero caminando hacia atrás sin dejar de mirar a la chica del cabello rosa que me tiene aterrada y a Alice también para no dejar que me sorprenda, si me va a dar una paliza… que sea dejándome ver su patético rostro de frustrada ¡uhg, desearía no ser t
¡Nunca había acelerado tanto un auto! Ni siquiera cuando sufrimos el accidente hundí tanto el maldito acelerador. Pero cuando llego al maldito hotel ella está fuera con su hermano, no lleva el vestido de esta mañana. Salto del auto casi sin frenar y corro hacia ella. —¡Leila! – No me mira, por el contrario esconde la cara en el pecho de James —¡Muñeca! – me acerco un poco más —. Habla conmigo por favor, no huyas de mí – me duele el pecho. —Dale espacio Serrano, no se encuentra bien – lo ignoro, quiero golpearlo siquiera por hablar. —¡Leila… por favor! – niega y mi corazón se estruja. —En este momento no puedo Jonás, por favor vete – no puede ser. —¡No me culpes por favor, yo… yo no hice nada! – no puedo retener el sollozo que sale de mi garganta. —¡Oye tío, en serio necesita tiempo! – lo miro a la cara.