69.- Leila.

¡Dios mío!

¿Cómo puede ser posible que una cama de hospital me parezca tan cómoda cuando se trata de dormir con él?

¡Es más pequeña que una cama individual!

Pero su sola presencia me provoca tranquilidad, paz. Ese sosiego que necesito en este momento, para poder asimilar lo asquerosamente vil que es mi padre. Es una locura que me sienta mejor con Jonás, a su lado que en mi casa, en mi cama y en mi habitación. Lo mejor de todo es su olor, ese aroma a hombre que desprende, a macho dominante, a sexo deliciosamente repartido por todo ese cuerpo musculoso, definido y cubierto de tinta ¡Maldito seas Jonás con tu perfecto cuerpo, tu sonrisa de concurso y tu mirada de tormenta que me enamoran a cada momento!

¡Aunque todavía quiero golpearte por este susto!

Beso su boca que me produce calo

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