IsabellaSuelto un grito de frustración cuando Chad me cuelga el teléfono por milésima vez. Lo odio por no dejarme hablar.—Es tu culpa, ¿Sabes? —Miro a mi hermana y la fulmino con la mirada—. No me mires así, tú provocaste que él no te quiera hablar, ni ver. Tú lo traicionaste Isabella. Y quién sabe si ese bebé siquiera es de Chad.— ¡Es de él! —Exclamo luego de salir de mi asombro.Ella es mi hermana, se supone que tiene que estar de mi lado, apoyarme a mí, no a Chad. Camino por toda la habitación pensando, tengo tres meses intentando hablar con él, el mismo tiempo que tengo de embarazo y obvio es su hijo, con Robert siempre usamos protección. Miro el móvil en mi mano y muerdo mi labio, ¿lo llamo de nuevo?No quiero que pase más tiempo, mis padres quieran que él se haga responsable y nos casemos cuanto antes, no desean que mi vientre crezca y las personas comiencen a especular, pero mi bebé ya se está haciendo notar. Acaricio mi panza, no quiero estar con Chad, pero sé que mis padre
GinaMe quedo en shock, viendo como el idiota abandona el baño de hombres y me deja de piernas abiertas y con todas las ganas de que me haga suya. Se ha vengado el muy cabrón, cualquier persona se daría cuenta de ello.— ¡Chad! —Grito con frustración y me bajo del lavabo dispuesta a limpiarme y luego enfrentarlo.Cuando estoy tomando papel higiénico la puerta se abre dejándome ver a un Chad con cara de culpa. Así que volvió el perro arrepentido.—Gina...—Shh —lo interrumpo—. Eres un maldito idiota —le digo con toda la calma que habita en mí.—De verdad los lamento, quería vengarme y yo... ¡Diablos!, perdóname pero no me rechaces —dice y me abraza por la cintura, mete su cara en mi cuello y yo me quedo confundida. ¿Qué demonios?, ¿Será bipolar?Lo empujo de mi lado y me acomodo el vestido, me limpio el semen que me derramó y acomodo mis bragas. Lo miro, lo fulmino y salgo de allí como toda una diva.— ¡Gina! —Grita mientras camina detrás de mí. Me toma de mi brazo izquierdo.— ¿Qué q
ChadEstoy embobado, acariciando la suave, cremosa y tersa piel de la espalda de Gina. Su embriagante olor a chocolate me tiene con la nariz enterrada en su pelo, está dormida boca abajo con su rojizo pelo regado hacia todas las direcciones, está encima de mi pecho y su pierna enredada entre las mías. Se siente... correcto.No he podido dormir nada, pero, ¿qué hombre en su sano juicio se duerme teniendo semejante diosa a su lado? Por lo menos yo no, yo lo que quiero es perderme una y otra vez en sus profundidades. Beso su frente y bajo mis manos hasta su trasero suave para apretarlo. Quiero despertarla, mi cuerpo pide atención, de ella en específico.—Mantén a Chadconda lejos de mí. —Escucho su somnolienta voz y se acurruca más contra mí.— ¿Qué? —Pregunto confundido.—Tu amigo no va a tener una cita con mi amiga hoy. —Levanta el muslo y lo roza con mi muy activo pene—.—Si sigues moviéndote, no respondo —golpeo su nalga—.—Déjame dormir.Se quita de encima de mí y se da la vuelta par
GinaHan pasado días, muchos. Y en todos ellos Chad y yo nos lo pasamos follando y discutiendo, nuestra relación no era muy normal que digamos. Hemos bebido, emborrachado, hemos hecho espectáculos en la calle por estar ebrios y también me ha llevado a las carreras de la chica esa amiga de él, la rubita cuerpo de modelo, ¿cómo es que se llama? Oh, cierto Alexia, o Lexi como le llaman casi todos. En fin, nunca he tenido una relación libre, abierta, no sé cómo funciona eso bien, pero me lo imagino y lo pongo en práctica. Me estiro en la cama y me levanto. Hora de irse a casa, miro al hombre dormido y frunzo el ceño. ¿Cuál era su nombre?¿Liam?¿Leonardo?¿León?¿Lucas? Sí, definitivamente su nombre es Lucas.Tomo mi ropa con rapidez, me la pongo y salgo de la habitación para encontrarme con un... ¿Pasillo de hotel? Me encojo de hombros y corro hasta mi auto en las afueras del edificio. Necesito ducharme y prepararme para buscar a Rebekah e ir al ginecólogo, hoy toca inyección antibabies.
GinaMe despierto enredada en el cuerpo musculoso de Chad, tengo calor, mucho, estoy sudada e incómoda. El agarre del castaño es fuerte, me intento levantar pero él me aprieta más contra su pecho. Suaves besos en mi hombro me dejan saber que está despierto.—Quiero salir —me quejo—.—No, no lo harás.—Quiero ir al baño Chad, por favor. —Siento su nariz olfatear en mi cuello.—Dije que no.—Entonces me hago en la cama, no tengo ningún problema. —Le digo y me suelta de inmediato. Cretino.Me salgo de entre las sábanas y me doy la vuelta. Su sonrisa de estúpido encantador me hace rodar los ojos.—Buenos días preciosa —sonríe y no puedo evitar pegar mis labios de los suyos.—Buenos días —le contesto y me voy directa al baño.Descargo mi vejiga y suelto un suspiro de alivio. En serio me iba a hacer en la cama si no me soltaba. Chad entra de repente al baño y abro los ojos como platos. Estoy sentada en el inodoro y él me mira como si nada.¡Me he sonrojado!— ¡Chad! —Le grito y frunce el ce
Chad—Ya no lo soporto.Lexi rueda los ojos y se acomoda más en el asiento frente a mí. Estamos en mi oficina, yo estoy trabajando (o lo intento) pero mi mente está en otro lugar, específicamente en una pelirroja de bonito cuerpo y ojos verdes.— ¿Por qué no admites que ella es algo más? —Dice mi amiga y sube los pies en mi escritorio.—Porque no es así.— ¿Entonces?—Solo me gusta estar con ella y el sexo, nada más.—Pero la celas en cuanto la vez con otro, te gusta más de lo que quieres admitir.—No son celos, es una forma de cuidarme, de cuidarnos —le explico, sin embargo ni yo mismo me entiendo.—Lo que tú digas.—Es en serio Lexi, me disgusta bastante el hecho de meter mi pene en el mismo lugar en donde estuvo otro hacía horas.—O sea, que la estás llamando puta —frunce los labios en desacuerdo. Últimamente ellas se han vuelto buenas amigas.— ¡No!, es imposible hablar contigo —digo exasperado.— ¡Tú eres quien no te explicas! Si no quieres que se acueste con nadie más que tú, so
GinaEstoy acariciando mi panza muy abultada tratando de mitigar el dolor que me recorre cada diez minutos hace media hora, las contracciones son leves pero incómodas y cada vez más constantes, estoy en casa de Rebekah y es una linda reunión para fin de año, no quiero arruinarla por ponerme de parto. Veo a una sonriente Bekah salir de su casa con unas bebidas seguida de su esposo y su bebé Gia. Me encanta esa niña, es una traviesa, espero que sea amiga de mi Connor. Otro dolor me ataca y comienzo a inhalar por la nariz y soltar el aire por mi boca.Aún recuerdo cuando él se fue, justo el mismo día que pensaba contarle de nuestro retoño, pero simplemente no podía dejar a ese niño sin su padre; sí ya sé, me dirán que he dejado al mío sin papá, pero es diferente, si Chad no se hubiera casado con esa tipa, le iba a quitar el derecho de ver a su hijo y de visitarlo. Yo no puedo con eso, ese niño tenía que tener a su progenitor a su lado, aunque eso significara que yo dejara al mío sin el m
ChadEn Italia...Acuesto con cuidado a Oliver en su cuna, enciendo el monitor y camino de puntillas hasta salir de la habitación. Es tarde, cerca de las una de la mañana pero él ha estado todo el día incómodo y no ha querido dormir y por fin pude lograrlo, después de mil canciones al fin puedo descansar mis brazos. Justo en la puerta me golpeo el dedo pequeño de mi pie derecho y maldigo a todos los seres del mundo, olvidándome de mi hijo recién dormido.¡Puta madre!El llanto de mi bebé no se hace esperar y lloro por dentro, tengo trabajo que hacer para mañana y no he podido avanzar nada porque no quiere estar en otro lado que no sea en mis brazos. ¿Qué dónde está la madre? Ni idea. Me devuelvo a buscar a Oliver que se acurruca en mi cuello, con él camino con resignación hasta mi estudio, allí me siento en mi silla acomodando a mi niño de nueve meses de una forma en la que pueda arrullarlo y escribir en mi portátil.Abro mi Mac y lo primero que observo es la imagen que tengo en la pa