LexiMuerdo mi labio y ahogo un gemido. Owen está haciendo un muy buen trabajo entre mis piernas y yo encantada. Me he despertado casi a las tres de la mañana con un deseo irrefrenable por mi hombre, ¡Dios, esa boca está haciendo maravillas! Frunzo el ceño con molestia al escuchar mi móvil sonar. ¿Quién se atreve a llamar a estas horas y a interrumpir mi sesión de lujuria? Estiro el brazo hasta la mesita de noche pero Owen me da un manotazo.—No respondas —murmura y pasa la lengua por ahí, por ese punto especial. Me arqueo en el colchón. —Son las tres de la mañana, Owen, debe de ser importante.Escucho su gruñido de disgusto y lo ignoro. Tomo mi móvil como puedo y empujo a mi chico cuando en la pantalla leo: Mi papi. —Es Erick —deslizo mi dedo en la pantalla para contestar—. ¿Pasa algo, papá? —Mi voz suena preocupada.—Es Rita, mi reina, estamos de camino al hospital, está en trabajo de parto —suena ansioso y agitado. Un grito de dolor de fondo me hace encoger—.—Estoy allá en un br
Owen—Cuando las chicas se enteren que he pasado la noche contigo, nos matan —sonrío y beso su frente. Siento la patada de mi hijo y acaricio su panza—. —Tienen que relajarse, tú eres mi mujer y no iba a dormir solo.—No dormimos precisamente —ella me mira divertida—. Más bien hemos tenido la noche de bodas antes de la ceremonia —dejo salir una carcajada.Ambos la noche anterior nos escapamos de todos para relajarnos y estar juntos, ninguno de los dos cree en eso de que no se puede ver a la novia hasta que están en el altar. Por eso ahora estamos viendo el hermoso amanecer en una habitación del Diamond Hotel of Miami, sí, Miami. Nos casaremos en una casa que tienen Rebekah y Thiago aquí. Lexi se acurruca más sobre mi cuerpo y besa mi pecho.— ¿En serio debemos levantarnos de aquí para volver al estrés? —Se queja—.—Ya no más estrés, cariño. Hoy es el gran día —me brinda una hermosa sonrisa y beso sus labios con vehemencia—. Por fin me voy a casar contigo.—Sí, es tan extraño —frunce
Lexi Fin de semana en familia, ¿lo mejor? Es en la cabaña del amigo de Owen. Es verano y esto junto a mis hormonas descontroladas hacen que muera de calor y haya obligado a mi esposo traernos hasta la piscina. Veo a mis hijos chapotear en el agua y mi hombre prepara unos bocadillos mientras yo los vigilo. Una contracción leve me recorre y me encojo un poco, desde hace una semana me duele pero eso es algo que Owen no sabe o no me traería aquí. —Ya estoy —mi esposo trae una bandeja con perros calientes, la boca se me hace agua y me olvido del dolor de hace unos segundos—. — ¿Te he dicho que te amo? —Le pregunto y tomo uno de los panes—. —Cada vez que te doy de comer, cariño —me da una sonrisa coqueta y besa mis labios—. Voy a por los niños —se da la vuelta y antes de que se aleje golpeo su culo perfecto—. ¡Ay, como me gusta este hombre! — ¡Pelos calientes! —Grita Heather hasta la mesita donde están las botanas. Toma uno y lo devora, que orgullo, tan hija de su madre. Owen se acerca
¿Qué más puede pedir un chico que cumple diecinueve años? Pues nada, tengo mis amigos, un bar y chicas lindas que admirar y que me coquetean.Le doy un trago a mi cerveza mientras finjo reír de un mal chiste que hizo mi mejor amigo Hank. Observo a mí alrededor, las camareras sirviendo tragos, los chicos bailando y riendo. Es mi cumpleaños y creo que Dios me ha mandado un lindo regalo. Cerca de la barra hay una chica, a juzgar por su perfil es muy bonita. Su pelo es negro y está recogido en una coleta alta, tiene una falda vaquera a medio muslo y unas botas del mismo material hasta las rodillas, viste un suéter azul celeste. Al parecer siente mi mirada porque se gira hacia mí, es hermosa, es perfecta. Sonrío de lado y ella sonríe tímida. Es hora de acercarme.A paso rápido me acerco a ella, esquivando a las personas que se interponen en mi camino, cuando estoy cerca de ella sonrío más.—Hola.—Hola —su voz es muy baja y fina.— ¿Estás bebiendo algo? —Llamo al barman que se acerca de in
FlashbackFinales del año 1991Estaba sentado en la cafetería que nos gustaba frecuentar a mis amigos y a mí. Era una tarde de otoño y me sentía bien, incluso me estaba planteando ir a la universidad, hacer una carrera, hacerme un hombre importante, era lo que deseaba mi padre y ya la idea me estaba gustando.—Mira ahí —Melvin señaló por el cristal del lugar—. Es la chica de aquella noche.Levanté la mirada y dentro de un Volkswagen Jetta rojo estaba ella. Con su pelo negro brillante y sus hermosos ojos clavados en un libro. Me paré de un salto de la silla y cuando iba a salir un brazo delgado me detuvo. ¡No!, no ahora, llevaba tiempo buscándola. Bajé la mirada y el rostro fino de Lorena casi me hizo rodar los ojos.—Necesito hablar contigo —dijo con su chillona voz.—Ahora no. Además no tengo nada que hablar contigo, hemos terminado hace semanas —traté de apartarla de mi camino y fijé la mirada en el auto de afuera—. Ya se iba –No, no, no.— ¿Rita?, ¿aún piensas en ella? —Preguntó en
¿Cuánto me tomó para aceptar la propuesta de la señora Murdoch? Dos semanas, dos putas semanas donde no encontré otro trabajo y en la cual Lorena sufrió una amenaza de aborto, lo que significaba comprar medicamentos y vitaminas ya que mi bebé no estaba recibiendo los nutrientes necesarios. No tuve más remedio que aceptar lo que me propuso mi jefa. Por lo que en las noches duraba dos o tres horas metido entre las piernas de la mujer madura mientras la madre de mi futuro bebé se comía todo lo que conseguía sin remordimiento alguno. Llevaba un mes ya con el trato y tenía la necesidad de acabarlo, aunque tuviera que recurrir volver a las calles en busca de un sueldo miserable, pero es que ni siquiera se me estaba parando el pene ya, había perdido el poco interés que tenía al principio de todo.Terminé de vestirme, era treinta y uno de diciembre y quería preparar algo en casa para despedir el año.—Aquí está tu dinero —me tendió trescientos dólares y levanté una ceja—. Es fin de año, cariñ
Estoy buscando algo en mi oficina cuando el teléfono suena. Lo tomo sin mirar quien llama y me arrepiento.— ¡¿Dónde estás?! —El grito de Lexi casi me deja sordo por lo que separo el móvil de mi oreja—.—Estoy buscando mi anillo de bodas, pero no le digas a Rita que lo he perdido —rebusco entre mis cosas y no doy con él—.— ¿Y qué gano yo si ella no se entera? — ¡Hija de... su madre!—El amor de tu padre.—Nah, ese ya lo tengo, dame otro incentivo —ruedo los ojos y pongo la llamada en manos libres para buscar en los cajones—.—Te daré lo que quieras —puedo escuchar su risa malvada y sonrío—.—Eso suena mejor. Bien, no le diré nada pero tienes treinta minutos para llegar, de lo contrario... —hace una pausa dramática—, estarás castrado al final del día. ¡Y ya es tarde, apúrate! —Grita lo último y blanqueo mis ojos—.Cuelga la llamada sin esperar respuesta y sigo buscando. ¿Cómo diablos lo pude perder? Soy un idiota. Piensa, Williams, piensa. ¿Dónde guardarías algo con mucho valor? ¡En l
ejo salir un bostezo y miro las cuentas del taller con aburrimiento. Anoche no dormí nada gracias a Luke. No sé por qué aún se despierta en las noches, recuerdo que Lexi solo lo hizo el primer mes, luego dormía la noche entera, pero como me dijo Owen: no todos los bebés son iguales. Suelto la pluma en mi escritorio y dejo caer mi espalda en el respaldar de mi sillón. Estoy a punto de cerrar mis ojos para dormir un poco cuando la puerta es tocada.— ¿Si? —uno de mis chicos se asoma.—Erick, te busca una mujer —frunzo el ceño—.— ¿Quién?—No lo sé, pero es alta y rubia — ¡maldición! Ruedo los ojos y le digo que la deje pasar—.Han pasado dos semanas desde el bautizo y aunque le dije que llamaría a la policía ella sigue viniendo cada día a molestar. Ya no sé qué haré. Su voluptuoso cuerpo se hace presente en mi oficina y la miro serio. Lorena baja la mirada y juega con sus dedos.— ¿Ahora qué? —Digo fastidiado ya de su presencia.—Llevo dos días sin comer, Erick, ayúdame por favor —respi