RebekahLunes. Gran y pesado lunes. Sobre todo si no amanezco en los brazos de Thiago. Es fácil acostumbrarse a dormir abrazada a un cuerpo calentito y que te envuelve como si quisiera protegerte de todo mal. Estoy en clases de dibujo, el profesor llegó con las pilas renovadas y con ganas de quebrar a todos en dos con unas series de preguntas sobre la historia del dibujo. Trato de concentrarme lo más que pueda y a la vez buscar en mi móvil información que no me sé. En estos momentos agradezco grandemente la tecnología y a mi querido Google. Me encuentro tan metida en la clase que no escucho cuando me llaman.— ¡Señorita Davis! —El grito del profesor me sobresalta y de inmediato pienso que me ha atrapado con las manos en la masa, que en este caso sería mi móvil.— ¿Sí, profesor?—Pase a la dirección, el rector la quiere ver.Frunzo el ceño y confundida me levanto de mi silla.—Le sugiero que se lleve sus útiles. La clase ya va a terminar.Le hago caso y recojo todo. En menos de dos m
Thiago— ¿Qué me dices papá?Mi padre mira el mensaje impreso en una hoja. Lee varias veces las palabras y levanta la mirada. Nada, solo vacío, sus ojos no demuestran ninguna emoción cuando está en plan de abogado serio. Dejé a Rebekah en su apartamento y vine directo a la oficina de papá, no quiero que nadie, ni Jason Moore se atreva a molestar y amenazar a Rebekah, no si yo estoy vivo. Porque si no estuviéramos juntos, del mismo modo la protegería.—Es posible, puedo hacer una orden de alejamiento. Es una clara amenaza– se acomoda en su sillón. —Claro está, que voy a necesitar la presencia de Rebekah y también confirmar que el mensaje salió del teléfono de Moore, lo que sería muy estúpido si es así. Pero de todos modos voy a mandar a rastrear el número.—Gracias papá.—No agradezcas, todo por ti y tu novia.—Entonces, te voy a pedir otro favor.—Tú dirás.Necesito que investigues a alguien.Mi padre arquea su ceja derecha y me mira divertido. Sí, ya sé que me dirá.—No soy un detect
LaurenEspero que Rebekah salga de mi oficina, cuando lo hace busco con rapidez mi móvil, marco el número de mi esposo y espero que conteste.— ¿Qué tienes?—Todavía no tengo nada Lauren. Buscar la vida de otra persona no es fácil.—Pero prometiste ayudarme con esto, amor. Te lo ruego, ella me mira y se ilumina su mirada. ¿Y si de verdad ella es hija de mi hermana?—No sabes nada de tu familia hace más de veinticinco años Lau, debes superarlo.—Lo haré, solo dime que tienes. —Escucho un suspiro detrás de la línea telefónica.—Rebekah Davis, hija de Regina y Tomás Davis. Dos hermanas mayores, una abuela materna. No hay tíos, ni primos. Nada más. Lo otro ya lo sabes, eres su psicóloga.—Está bien, gracias por todo, cariño. Nos vemos en casa, te quiero.—Te quiero más, adiós. —Cuelga el teléfono y yo me dejo caer en mi sillón.Es increíble lo desesperada que estoy por encontrar a la que un día fue mi familia. Encontrar la tumba de mi hija, de ella solo sé que murió, me lo confirmó el hos
ThiagoMi padre me había prometido información inmediata. No sé qué demonios pasó que me pidió más tiempo. Pero tuve que dárselo. Al menos la orden para Rebekah salió porque el muy estúpido de Moore mandó el mensaje desde su móvil personal. Idiota. Ahora, hoy martes, después de una semana de larga espera voy de camino a la oficina de papá en Hamilton & Asociados. Dejo mi auto en las afueras del edificio y me encamino a lo de Carrick Jones. Su secretaria nada más verme me autoriza la entrada.—Hey, viejo. ¿Cómo estás hoy? —Digo al verle detrás de su escritorio.—Más viejo que ayer, pero, ¿qué le vamos a hacer?—Muy gracioso Carrick, ¿qué tienes para mí?—Pues oro, hijo. No puedo creer que dudes de mi capacidad de investigación.—Nunca papá. —Me sonríe y tiende un sobre amarillo a mi dirección.—Lauren Turner. Hija de Lorelay y Robert Turner, una hermana gemela, Leslie Turner que es casada con Tomás Sullivan y dos hijas con un año de diferencia. Un esposo, llamado Lucas Duncan con quien
RebekahNo fui al trabajo, no pude. ¿Cómo vería a Thiago de frente? Simplemente no podía. Pero hoy es diferente, a pesar de todo es mi trabajo y no puedo darme el lujo de perderlo. No estaba preparada para hablar con él, pero lo haría de todos modos. Tengo cien llamadas y cuarenta mensajes de él. Casi la misma cifra de Gina y unas cuantas de un número sin registrar. Uno de los mensajes de mi chico decía: voy para tu casa inmediatamente. Yo solo le contesté que no. Que no perdiera su tiempo que no estaba allí. Sería una locura si viniera y me encontrara desnuda en plena faena con Dahiana, eso lo destrozaría.Ella no está, creo que iba al salón de belleza, la verdad que no me importa. Estar sola, sin ella cerca me ayuda pensar porque mi mente no está siendo manipulada. Sé que a la hora de llegar al restaurante tendría mil preguntas que responder. Y no quiero, porque me duele, me duele en el alma saber el dolor que le voy a producir a Thiago. Me siento una estúpida, una zorra. Lo engañé,
RebekahDos semanas. Tiempo que tengo sin ver la luz del sol. Sin ir a trabajar, ni donde Lauren, sin ir al instituto, este último me dio la oportunidad de seguir estudiando pero, ¿para qué? Soy una inútil, es mejor dejarle ese espacio a alguien que si quiera ser alguien en la vida. Porque yo, ya no tengo ganas de nada. No como, no duermo, solo lloro. Me imagino como estará él, no me atrevo a mencionar su nombre, no quiero ensuciarlo con mi mierda.Es temprano, las siete quizás. No he pegado un ojo en toda la noche. Siento náuseas y corro al baño a arrojar lo que no tengo en el estómago. Vuelvo a la habitación de invitados, allí me estoy quedando, no soporto estar cerca de Dahiana, además aquí fue donde pasé mis mejores momentos con él. Me miro en el espejo y me río sin gracia. Soy patética, ojos rojos e hinchados, piel pálida, el pelo hecho marañas y sin brillo, enormes ojeras y de seguro que bajé unos cinco o siete kilos, puede que más. Me escondo entre las sábanas de la cama, esper
DahianaAbro la puerta del apartamento furiosa. Grito, tiro de mi pelo. Es una puta, una maldita perra. ¿Cómo pudo? Yo que le di todo. La ayudé a que dejara de ser una gorda estúpida, la liberé de su familia, la mantuve por casi diez años y me paga engañándome con un hombre. Con un maldito hombre. La odio. Cuando mamá me dijo eso sentí una rabia crecer en mi interior. Pero esto no se quedará así, tengo que vengarme y nada mejor que ir al club que ella tanto odia. Sé que no se va a resistir, siempre logro doblegarla. Creo que de la única forma que la retengo a mi lado. Luego de esta noche, la tiro a la calle, sin nada, justo como estaba al principio. Tomo mi móvil para hacer una llamada.—Buenos tardes. —Digo cuando descuelgan. —Quiero una reservación a nombre de Dahiana, en la zona de exhibición.Luego de unos datos más cuelgo la llamada. La peor zona para alguien sensible y con mucha moral. Lo que es exactamente Rebekah. De esta noche se va a recordar el resto de su vida. Siento algo
ThiagoSeguir un taxi no fue nunca una de las cosas que están en mi lista de "cosas por hacer". Pero era lo que debía hacer si quería hablar con Rebekah de una vez por todas. Fue verla salir de su edificio y mi corazón saltó en mi pecho. Iba con la cabeza hacia abajo, mirando el suelo, sus pasos eran casi obligados y la tipa esa la arrastraba por uno de sus brazos. No sé por qué algo me dijo que las siguiera, pero agradezco, porque el lugar donde estacionó el taxi no era un sitio para mi Bekah.Sweet Temptation, su reputación le precede. Un club swinger o de intercambio de parejas. ¿Qué si lo conozco? Claro que sí. La dueña es la jefa de mi padre. Para nadie es un secreto que le gustan estas cosas. ¿Qué si he estado dentro? Nunca me llamó la atención. Me bajo del auto y entro al lugar, me recibe una recepción con las paredes forradas es terciopelo azul rey. Dos chicas en ropa interior y antifaces me reciben y me dicen una serie de reglas. Pago la entrada y me desnudo, quedando solo en