RebekahMe quedé mirando ese cuerpo musculoso, me parecía conocido, demasiado. Pero no fue hasta que habló que mi corazón se detuvo por un segundo. Estaba allí, me salvó. Pero sobre todo, me besó, de esa forma que me quitaba el aliento y me exigía de manera directa que deseaba hacerme suya. Y en definitivo, lo que me dijo. Si hiciera una lista de las frases de Thiago que más amo, la que tendría el puesto número uno sería "pues sacándote de este lugar, ¿qué más?". Creo que eso me hizo amarlo más. Es que, ¿Algo mejor de ser "rescatada"? Pues que sea por el hombre que quieres.Ahora estoy aquí, sentada en su auto, a unas pocas calles de su edificio. Vamos sumidos es un gran silencio. Tengo tantas cosas en mente pero él es el mayor de los pensamientos. ¿Qué pasaría ahora? No lo sé. Nos detenemos en el moderno complejo de apartamentos. A simple vista más seguro que el mío. Me ayuda a bajar y le sigo hasta el ascensor, marca el número de su piso y cuando llegamos abre la puerta para dejarme
ThiagoLa tengo envuelta en mis brazos. Con su cara en mi pecho y acariciando su espalda con mi mano derecha. Me encanta verla dormir, me atrevo a decir que está durmiendo bien ahora, porque las bolsas bajo sus ojos delatan la falta de sueño. Se siente tan bien tenerla junto a mí, no sé cómo pude estar estas dos semanas sin ella a mi lado. Anoche luego de caer agotados, liberé sus manos y la llevé a darse una ducha, prácticamente la bañé yo, porque ella apenas podía mantener los ojos abiertos, luego de eso la abracé a mí y nos dejamos llevar por el sueño y el cansancio. Sí, estoy molido pero satisfecho, sobre todo estoy orgulloso, sé que Rebekah no olvidará la noche anterior.Acaricio su mejilla y aparto un mechón de pelo de su cara, se remueve y se estira como un gato, rosando una parte de mi anatomía que amanece como un tronco de duro cada día.—Humm, se siente tan bien volver a estar entre tus brazos. —Dice con voz somnolienta y sin abrir los ojos.Sonrío y la aprieto más a mí. No
LaurenEstoy en mi oficina bebiendo un té de manzanilla para relajarme. Tengo mucho trabajo, sumándole mi deber en la casa. Mantener a mi hombre feliz y contento, también el recuerdo de mi hija me atormenta. Se acerca el día de su cumpleaños. Una semana y dos días para ser exactos. Rebekah es otra que me tiene preocupada, hace dos semanas no ha visitado la consulta. Según Gina me dijo ayer, está pasando por una pequeña depresión, ¿será muy grave su problema con Thiago? La puerta se abre y aparece mi secretaria apurada.—Doctora Turner, la señorita Davis está afuera y se nota muy alterada. —Me levanto como un resorte.—Hazla pasar, ¿qué esperas?La chica sale rápido y en dos segundos entra una llorosa Rebekah. Frunzo el ceño y voy a su encuentro. No doy ni tres pasos cuando la tengo sujetada a mi cuerpo, confundida le devuelvo el abrazo y levanto la mirada para ver a Thiago parado en la puerta y una media sonrisa. ¿Qué pasa?—Tranquila cariño. —Acaricio su pelo. — ¿Por qué no me cuenta
DahianaNo sé muy bien lo que pasó, pero la muy perra de Rebekah me dejó hecha una mierda. Tengo el labio partido y un arañazo en mi pómulo izquierdo. Estoy segura de que si hubiera estado en todos mis sentidos, ahora mismo estuviera peor que yo, pero no, tenía que estar más borracha que un camionero. Grito frustrada y de un golpe rompo el espejo del baño. Mi rostro y mi pelo son las cosas que más cuido y esa estúpida lo arruinó por completo. Salgo enojada del sanitario y pateo todo lo que está a mi vista. Estoy muy alterada por lo que corro hasta mis pastillas y bebo dos. Necesito calmarme, pensar con la cabeza fría.La puerta es golpeada repetida veces lo que no me ayuda a relajarme. ¿Quién me jode tan tarde? Camino a pasos acelerados para abrir y encontrarme con una chica castaña y sonriente frente a mí. ¿Y esta qué? Ladeo la cabeza, está muy bonita. Bajo la mirada a sus pechos y relamo mis labios.— ¿Quién eres y qué quieres?—No me conoces, pero creo que podemos ser buenas amig
RebekahMe he pasado todo el maldito día de compras con Gina. Este en definitivo no era el cumpleaños que quería pasar. Sin mentir hemos entrado a más de quince tiendas buscando un vestido para mí. La verdad que no sé para qué, pero el punto es que a la pelirroja no le gustaba como me quedaban todos los que me probé.—Este es el indicado. —Dice levantando un vestido blanco.—Dijiste eso en los últimos diez vestidos. —Le contesto desde una silla en la que estoy sentada.—Venga levántate de ahí, tienes que medirte este.Sin ganas me levanto de mi glorioso asiento para entrar otra vez al probador. Me pongo la prenda y la verdad no me queda mal, me gusta. Como me gustaron todos los que me puse. Este es ajustado y con mangas, la tela es rara no podría explicar, pero es lindo. Me llega debajo de las rodillas y no tiene escote.— ¿Cómo vas? —Escucho el grito de mi amiga.—No sé, pero no me importa si no te gusta, me quedo con este y punto. —Salgo del diminuto probador— ¿Y bien?Me mira con l
ThiagoLlego a un hotel a las afueras de la ciudad, Rebekah frunce el ceño confundida pero no dice nada, solo espera a que la guíe y eso hago. La ayudo a salir del auto, cierro y caminamos de la mano hasta la recepción. Allí hay un chico que nos da la bienvenida.—Tenemos una reservación a nombre de Chad Scott.El chico teclea en su ordenador y me mira medio raro, incluso lo veo sonrojarse. Okey, esto es incómodo.—La habitación 410 Señor Scott, que pase una noche cómoda. —Me tiende una tarjeta sin mirarme a los ojos. — ¿Necesita que lleven su equipaje?—No, muchas gracias.Camino en dirección a al ascensor y escucho una risita de parte de Rebekah.— ¿De qué te ríes?—Has puesto a ese chico nervioso. Ya veo que no debo cuidarte solo de las mujeres, señor Scott. —Recalca el apellido de mi amigo.—No es gracioso.—Sí que lo es.Estoy a punto de callarla como a mí me gusta hacerlo pero las puertas de elevador se abren en el piso cuatro. Buscamos nuestra habitación y entramos.— ¿Qué hace
RebekahUna semana. Los días pasan demasiado rápido mi gusto. Hoy tengo cita con el doctor para mi inyección antibabies. Es lunes, siete de la mañana para ser exactos y espero que Gina pase a buscarme porque casualmente a ella le toca su control y justo con el mismo ginecólogo.— ¿En serio tienes que ponértela? —Pregunta Thiago desde la cama. Está medio acostado y con los brazos cruzados detrás de su cabeza. Sexy.Suspiro y camino hasta él y me siento en su regazo a horcajadas, quita las manos de su cuello y las deja descansar en mis caderas. Le doy un beso en la boca.Ya hablamos de eso ayer Thiago, no quiero un bebé ahora, quiero tener toda tu atención para mí y dedicarte todo mi tiempo a ti. —Sé que sueno egoísta pero así lo deseo. Un bebé puede llegar, en un futuro lejano. —Somos jóvenes aún.—No Rebekah, tú eres joven, yo no. Estoy a punto de cumplir treinta y seis años y quiero ver a mis hijos crecer, casarse, ver a mis nietos. Si espero más, es probable que no vea todo eso. —Su
SamanthaMe río como loca, estoy muy borracha y algo más. Me siento mareada y no sé qué hago aquí. Estamos sentadas dentro de una celda. Creo que estamos detenidas. No logro recordar cómo llegamos aquí, sé que estábamos bebiendo en un club, me había excedido con los chupitos y estaba en la cama con un chico que no sé quién demonios era. Luego de eso seguimos con la rumba hasta el amanecer, Dahiana propuso que siguiéramos a la perra esa que me quitó a mi hombre. Estuvimos detrás de ella hasta que vimos como ayudaba a un perrito en la calle. Patética. Sin verlo venir Dahiana había acelerado el auto y luego todo es confuso. Una moto se atraviesa y nos estrellamos. Solo pude reír como maniática. Todo me da risas, quizás sea ese cigarrillo que fumé, ¿que era? No sé. Pero de seguro Cannabis.—Tengo náuseas. —Me río y recuesto mi cabeza en la pared.Suelto una carcajada al ver a Dahiana en el piso, con sus brazos envolviendo sus piernas con sus brazos, se balancea de delante hacia atrás y s