RebekahMe he pasado todo el maldito día de compras con Gina. Este en definitivo no era el cumpleaños que quería pasar. Sin mentir hemos entrado a más de quince tiendas buscando un vestido para mí. La verdad que no sé para qué, pero el punto es que a la pelirroja no le gustaba como me quedaban todos los que me probé.—Este es el indicado. —Dice levantando un vestido blanco.—Dijiste eso en los últimos diez vestidos. —Le contesto desde una silla en la que estoy sentada.—Venga levántate de ahí, tienes que medirte este.Sin ganas me levanto de mi glorioso asiento para entrar otra vez al probador. Me pongo la prenda y la verdad no me queda mal, me gusta. Como me gustaron todos los que me puse. Este es ajustado y con mangas, la tela es rara no podría explicar, pero es lindo. Me llega debajo de las rodillas y no tiene escote.— ¿Cómo vas? —Escucho el grito de mi amiga.—No sé, pero no me importa si no te gusta, me quedo con este y punto. —Salgo del diminuto probador— ¿Y bien?Me mira con l
ThiagoLlego a un hotel a las afueras de la ciudad, Rebekah frunce el ceño confundida pero no dice nada, solo espera a que la guíe y eso hago. La ayudo a salir del auto, cierro y caminamos de la mano hasta la recepción. Allí hay un chico que nos da la bienvenida.—Tenemos una reservación a nombre de Chad Scott.El chico teclea en su ordenador y me mira medio raro, incluso lo veo sonrojarse. Okey, esto es incómodo.—La habitación 410 Señor Scott, que pase una noche cómoda. —Me tiende una tarjeta sin mirarme a los ojos. — ¿Necesita que lleven su equipaje?—No, muchas gracias.Camino en dirección a al ascensor y escucho una risita de parte de Rebekah.— ¿De qué te ríes?—Has puesto a ese chico nervioso. Ya veo que no debo cuidarte solo de las mujeres, señor Scott. —Recalca el apellido de mi amigo.—No es gracioso.—Sí que lo es.Estoy a punto de callarla como a mí me gusta hacerlo pero las puertas de elevador se abren en el piso cuatro. Buscamos nuestra habitación y entramos.— ¿Qué hace
RebekahUna semana. Los días pasan demasiado rápido mi gusto. Hoy tengo cita con el doctor para mi inyección antibabies. Es lunes, siete de la mañana para ser exactos y espero que Gina pase a buscarme porque casualmente a ella le toca su control y justo con el mismo ginecólogo.— ¿En serio tienes que ponértela? —Pregunta Thiago desde la cama. Está medio acostado y con los brazos cruzados detrás de su cabeza. Sexy.Suspiro y camino hasta él y me siento en su regazo a horcajadas, quita las manos de su cuello y las deja descansar en mis caderas. Le doy un beso en la boca.Ya hablamos de eso ayer Thiago, no quiero un bebé ahora, quiero tener toda tu atención para mí y dedicarte todo mi tiempo a ti. —Sé que sueno egoísta pero así lo deseo. Un bebé puede llegar, en un futuro lejano. —Somos jóvenes aún.—No Rebekah, tú eres joven, yo no. Estoy a punto de cumplir treinta y seis años y quiero ver a mis hijos crecer, casarse, ver a mis nietos. Si espero más, es probable que no vea todo eso. —Su
SamanthaMe río como loca, estoy muy borracha y algo más. Me siento mareada y no sé qué hago aquí. Estamos sentadas dentro de una celda. Creo que estamos detenidas. No logro recordar cómo llegamos aquí, sé que estábamos bebiendo en un club, me había excedido con los chupitos y estaba en la cama con un chico que no sé quién demonios era. Luego de eso seguimos con la rumba hasta el amanecer, Dahiana propuso que siguiéramos a la perra esa que me quitó a mi hombre. Estuvimos detrás de ella hasta que vimos como ayudaba a un perrito en la calle. Patética. Sin verlo venir Dahiana había acelerado el auto y luego todo es confuso. Una moto se atraviesa y nos estrellamos. Solo pude reír como maniática. Todo me da risas, quizás sea ese cigarrillo que fumé, ¿que era? No sé. Pero de seguro Cannabis.—Tengo náuseas. —Me río y recuesto mi cabeza en la pared.Suelto una carcajada al ver a Dahiana en el piso, con sus brazos envolviendo sus piernas con sus brazos, se balancea de delante hacia atrás y s
RebekahLa tarde entera se pasó con mamá y Gina hablando de preparativos de bodas porque a Thiago se le ocurrió la idea de que nos casáramos en un mes. Es increíble que la boda sea mía y ninguna de la dos pidió mi opinión para nada, ni siquiera me tomaron en cuenta cuando dije que no quería un vestido exagerado, simplemente me ignoraron. Solo tuve paz cuando el teniente vino a tomar mi declaración y todos salieron de la habitación menos mi prometido. Qué lindo suena, pero me asusta como la mierda. ¿Estoy lista para este paso tan importante? La verdad que no sé. Ahora solo quiero dormir para que pase la noche y pueda ir a casa y acostarme junto a mi hombre, bien pegadita a él, sintiendo su calorcito envolverme.—Trata de dormir, nena. —Dice Thiago a mi lado. Tomo su mano, entrelazo nuestros dedos y me sonríe.—Lo haré, estoy agotada. Pero solo si me prometes que te quedarás aquí a mi lado toda la noche. —Lo prometo. —Me da un beso en la frente, uno en la nariz y uno largo en la boca
RebekahDos semanas desde el juicio. Siento una paz en mi alma. Tranquila en casa, tomando mis clases en línea, dibujando en mis nuevos lienzos. Con Thiago haciéndome el desayuno en las mañanas y el amor en las noches. Una chica en mi lugar no podría pedir más. La boda más cerca y yo ni por enterada me doy. Gina, Lauren y Alba se han hecho cargo de todo, del lugar, de las mesas, los invitados, del banquete, de todo. Solo participé en la elección del sabor de la tarta y mi opinión ni siquiera contó. Yo quería pastel de limón y ellas eligieron red velvet. Y ahora que me había revelado para escoger el vestido, sino lo eligen ellas también, o sea, se supone que yo soy la novia, es mi boda y nadie me toma en cuenta. No es que estoy emocionada por todo esto en realidad, pero por lo menos mi palabra debe de valer. Vamos entrando a una tienda de vestidos, hoy elegiría el diseño y todo eso que se hace. También se escogerá el de dama de honor que, por supuesto, es Gina. Una dependienta nos
Lauren¿Qué hago en un avión? Enfrentando parte de mi vida. En unas horas estaré en la otra punta del país dando la cara a la una vez fue mi familia. Estoy nerviosa, no veo a mi madre por hace más de veinte años. Según me dijo Rebekah papá murió cuando ella tenía dieciséis años, una lástima. Pero tampoco me duele, mi padre era muy estricto y controlador, mamá es un caso aparte, era de esas mujeres que lo que decía su esposo era ley. Dylan y Steve querían viajar pero primero debo presentarme sola, arreglar o empeorar las cosas, no sé bien. Pero antes de que ellos conozcan a la abuela, yo tengo que hablar con ella. Por eso estoy sentada en esta máquina voladora a altas horas de la noche.Es increíble que la primera y última vez que veré a Tomás después tanto tiempo, sea en un cementerio, él estando en un ataúd. Tom, fue mi gran amor adolescente y era el padre de mi hija, de algún modo me afecta todo esto. Pero eso es algo que no diré en voz alta nunca. Estoy casada, amo a mi esposo y
Lauren¿Conocen esa sensación cuando el chico que le gusta se acerca? Esa de que te quedas como tonta, parada en un lugar mientras él camina hacia ti. Pues es lo mismo que sentí al ver a mi madre acercarse. Cuando me abrazó todo el rencor que estaba en mi interior desapareció, fue sentirla y saber que ella me había extrañado tanto o más que yo. Nos alejamos de la iglesia, al fin y al cabo, Tomás no era pariente nuestro y aunque me apenó no darle el último adiós, el asunto con mi madre era más importante. Hablamos, me contó lo que ya sabía, que mi padre los obligó a irse, por vergüenza de que una de sus hijas estuviera embarazada del marido de la otra. Lloró, según me contó, pero como ella siempre dependió de papá, solo pudo seguir sus pasos. Y yo la perdono, porque el perdón libera y nos quita el peso de encima y también perdono al que fue el hombre que me concibió. Tiempo, eso era lo que necesitaba, estar con ella, recuperar los momentos que perdimos, conocer a mis hijos, conocer