ThiagoEstaba sumido en un reparador sueño hasta que siento dos humedades, una en cada mejilla. Una un tanto babosa, otra un poco más placentera. Humm, esos besitos solo podían ser de una rubia que me tiene loco. Levanto mi mano izquierda y agarro al peludo de Billy, escucho la risa de Bekah y seguido abro los ojos para encontrarme con su hermosa sonrisa.— ¿Cuáles besitos te han gustado más?—Humm, creo que Billy besa mejor. ¿Verdad muchacho? —El pequeño lame mi mejilla nuevamente y me río.Miro a Rebekah y noto que tiene una diminuta y transparente bata de ceda color blanco. Siento al pequeño Thiago protestar debajo de las sábanas y cedo a mis deseos. Dejo a Billy en el piso para después acorralar a mi chica contra el colchón.— ¿No te cansas? —pregunta divertida al sentir mi dureza entre sus muslos.—De ti nunca, te he dicho que me estoy haciendo adicto a tu cuerpo. —Beso sus labios con fuerza, con ferocidad y la siento temblar entre mis manos.—Eres un ninfómano. —Se ríe y enreda
RebekahToda mi vida he pensado que la felicidad es efímera, te ilusiona y luego te golpea. Estos últimos días he estado muy feliz y eso me asusta, no sé qué puede pasar más adelante, qué planes tiene el futuro para mí. Pero hoy trataré de vivir, de disfrutar todo lo que me está pasando, el empleo, la escuela de artes, Gina, Thiago. Este último me ha regalado días que nunca pensé tener, me ha hecho hacer cosas que nunca imaginé. Y me siento bien… estoy feliz.Me ha llevado a esa maravillosa exposición, me encanta Dante y fue todo un placer disfrutar de ella yo sola. Ahora estamos de camino a mi apartamento luego de comer en el Russo's, veo su rostro de perfil, concentrado en el camino. Levanto mi mano y acaricio su mejilla poblada de barba. Me encanta cómo le queda, se ve tan varonil y sexy.—Gracias por este día, la pasé muy bien. —acaricio el suave pelaje de Billy con mi mano libre.—Yo también lo pasé genial. Me gusta estar contigo. —Me sonríe y como es de costumbre me sonrojo —Me
RebekahLa burbuja donde estaba metida junto a Thiago la rompió la chillona voz de Mary llamándonos para coordinar los últimos detalles. Juro que la estoy empezando a odiar. Me separo de los tentadores labios que me besan.—Tienes que ir.—Que quede claro, no voy a acatar órdenes de una recién llegada, tú eres mi jefe no ella. —Lo miro con seriedad.—Tranquila, Mary solo tiene que decirles que hacer con los invitados y más nada, las órdenes las doy yo. —En ese caso, tengo que ir a trabajar.—Nos vemos luego preciosa. —Me da otro rico beso y bajo del escritorio para salir de la oficina.En el salón principal me encuentro con todo el personal reunido frente a la tal Mary. Gina tiene cara de fastidio mientras ella habla. Me acerco al grupo y me coloco al lado de mi amiga.—Bien, ya que están todos. —me mira y yo arqueo una ceja, ¿Por qué me mira así? —Quiero total profesionalismo y calidad. El mejor de los tratos para los invitados, son gente importante y queremos que hablen bien del re
ThiagoHe pasado cada minuto desde que llegó la familia Moore, persiguiendo a Bekah con la mirada y viendo cómo ese tipo, Jason, se la come con la mirada. En serio que me está tocando los cojones, parece un maldito enfermo mirándola de aquella manera. Sé que mi chica está huyendo de él, cada vez que está cerca ella toma otro rumbo y quiero saber qué pasa.La veo entrar al baño de señoras y decido seguirla, pero Moore se me adelanta. ¡Joder! ¿Qué tiene ese hombre con ella? Muevo mis pies en dirección al tocador y antes de entrar escucho la voz de él.— ¿Y si no lo hago qué? —No sé de qué hablan pero decido intervenir.—Entonces, tendré que mandarte a sacar y no quiero eso porque eres un cliente importante. —No voy a permitir acosos como estos en mi restaurante, mucho menos con mi chica.Jason voltea y me mira con prepotencia, vuelve su mirada hasta Bekah.—No hemos terminado. — Dice para luego salir del baño de señoras.— ¿Estás bien?, ¿Qué tienes que ver con Moore? —Señalo la salida y
ThiagoAmigos. No es que me moleste, es que yo quiero más de ella, deseo más que una simple amistad. Que me presenté como suyo, que marque su territorio en mí, como lo hizo ayer con Mary. Pero soy consciente de que eso está lejos de pasar, no si ella sigue en una "relación". —Un gusto muchacho. —Dice la señora y yo asiento. —Nosotros somos los suegros de Rebekah. —Y la realidad me golpea bien fuerte. ¡Maldita sea!— ¿Quieren subir? —pregunta Rebekah.—Oh no linda, ya volveremos luego. Pasen buenas tardes.La pareja se despide de la rubia y ella suelta un suspiro, visiblemente más relajada. La miro sin decir nada y Bekah me mira con pena.—Lo siento por eso, no sabía que estarían aquí. ¿Subimos?—Claro.La dejo pasar para que camine delante de mí. Me deleito con la imagen de su trasero moviéndose cada que sube un peldaño en dirección a su piso. Cuando entramos ella se va directo a su habitación como si estuviera huyendo de mí, y si es así pues no le va a resultar. Camino a su encuentr
RebekahLuego de hablar con Gina, me llegó un mensaje al poco rato, diciéndome que hoy a las dos la psicóloga podía atenderme. El día de ayer comí junto a Thiago y seguido volvimos a su apartamento, y aunque fue atento conmigo, lo sentía medio distante a la vez y sé que es por mí, por lo que yo no puedo darle. No ahora.Las nueve de la mañana, hora en la que debo entrar al instituto a tomar mis clases diarias. Thiago me ha traído en su auto y se despide de mí con un pobre beso en las mejillas.—Nos vemos en la tarde. —Me dice y yo asiento. No agrega nada más.—Adiós.Salgo del vehículo, nada de un beso apasionado, nada de sus comentarios subidos de tono, ni siquiera una pequeña broma. Suspiro y entro al recinto, ya hablaré con él más tarde.Para asistir a la dichosa consulta tuve que saltarme una clase. Así me da el tiempo para almorzar e irme a la oficina de la doctora. Gina me acompaña en la comida y se lo agradezco, necesito compañía, alguien con quien hablar. Estamos sentadas en u
RebekahTomo el bus de regreso para ir a trabajar, por suerte tengo el uniforme en mi bolso porque no me da el tiempo para pasar por mi casa. Ya me vestiré en el baño. Llego al Gia's a las cuatro en punto de la tarde. No hay nadie, ni siquiera Thiago. Siento una mano en mi hombro derecho y volteo rápidamente para encontrarme con aquellos ojos azules que me hacen delirar.—Hola. —Digo y muerdo mi labio. Su mirada baja de inmediato allí.—Hola.Nada más, otra vez. Pasa por mi lado y abre la puerta del restaurante, me invita a pasar primero. Lo siento entrar tras de mí y caminar a su oficina. No, no, no, tenemos que hablar, no soporto que me ignore.—Thiago, odio que me ignores.—No lo hago.— ¡Si lo haces! desde ayer y no aguanto más. Me he acostumbrado en tan poco tiempo a tener tu atención, a que me mires, me digas cosas lindas y sucias también. —Siento el rubor subir a mis mejillas y él sonríe. Vamos bien. —Sé que quieres más, yo igual. Podemos llevar esto más allá.— ¿Me estás dicie
Thiago¿No les ha pasado que cuando se sienten en realidad bien, los días pasan demasiado rápido? Porque es lo que me está pasando en este momento. Es sábado, hoy es la gala del bufete donde trabaja papá y estoy esperando que llegue la hora de pasar por Rebekah. Esa mujer, la he pasado de maravilla estos días, se siente genial tomarla de la cintura y marcar mi territorio con un gran beso delante de los hombres que contemplan su belleza, porque de verdad que me saqué la lotería con mi muñeca. Con sus clases y el trabajo no tenemos mucho tiempo para estar juntos y más ahora que agregó unas visitas al psicólogo, aunque tengo que agradecerle, esa doctora en sólo dos días ha hecho un buen trabajo con mi chica, la siento un poco más dispuesta, más abierta, me cuenta lo que siente y yo me siento bien con que es sincera conmigo. ¿Miedo? Lo tengo, solo de pensar el regreso de esa chica me pone los pelos de punta. Bekah dice que todo se solucionará, pero aunque ella no sienta amor por esa muje