RebekahLuego de hablar con Gina, me llegó un mensaje al poco rato, diciéndome que hoy a las dos la psicóloga podía atenderme. El día de ayer comí junto a Thiago y seguido volvimos a su apartamento, y aunque fue atento conmigo, lo sentía medio distante a la vez y sé que es por mí, por lo que yo no puedo darle. No ahora.Las nueve de la mañana, hora en la que debo entrar al instituto a tomar mis clases diarias. Thiago me ha traído en su auto y se despide de mí con un pobre beso en las mejillas.—Nos vemos en la tarde. —Me dice y yo asiento. No agrega nada más.—Adiós.Salgo del vehículo, nada de un beso apasionado, nada de sus comentarios subidos de tono, ni siquiera una pequeña broma. Suspiro y entro al recinto, ya hablaré con él más tarde.Para asistir a la dichosa consulta tuve que saltarme una clase. Así me da el tiempo para almorzar e irme a la oficina de la doctora. Gina me acompaña en la comida y se lo agradezco, necesito compañía, alguien con quien hablar. Estamos sentadas en u
RebekahTomo el bus de regreso para ir a trabajar, por suerte tengo el uniforme en mi bolso porque no me da el tiempo para pasar por mi casa. Ya me vestiré en el baño. Llego al Gia's a las cuatro en punto de la tarde. No hay nadie, ni siquiera Thiago. Siento una mano en mi hombro derecho y volteo rápidamente para encontrarme con aquellos ojos azules que me hacen delirar.—Hola. —Digo y muerdo mi labio. Su mirada baja de inmediato allí.—Hola.Nada más, otra vez. Pasa por mi lado y abre la puerta del restaurante, me invita a pasar primero. Lo siento entrar tras de mí y caminar a su oficina. No, no, no, tenemos que hablar, no soporto que me ignore.—Thiago, odio que me ignores.—No lo hago.— ¡Si lo haces! desde ayer y no aguanto más. Me he acostumbrado en tan poco tiempo a tener tu atención, a que me mires, me digas cosas lindas y sucias también. —Siento el rubor subir a mis mejillas y él sonríe. Vamos bien. —Sé que quieres más, yo igual. Podemos llevar esto más allá.— ¿Me estás dicie
Thiago¿No les ha pasado que cuando se sienten en realidad bien, los días pasan demasiado rápido? Porque es lo que me está pasando en este momento. Es sábado, hoy es la gala del bufete donde trabaja papá y estoy esperando que llegue la hora de pasar por Rebekah. Esa mujer, la he pasado de maravilla estos días, se siente genial tomarla de la cintura y marcar mi territorio con un gran beso delante de los hombres que contemplan su belleza, porque de verdad que me saqué la lotería con mi muñeca. Con sus clases y el trabajo no tenemos mucho tiempo para estar juntos y más ahora que agregó unas visitas al psicólogo, aunque tengo que agradecerle, esa doctora en sólo dos días ha hecho un buen trabajo con mi chica, la siento un poco más dispuesta, más abierta, me cuenta lo que siente y yo me siento bien con que es sincera conmigo. ¿Miedo? Lo tengo, solo de pensar el regreso de esa chica me pone los pelos de punta. Bekah dice que todo se solucionará, pero aunque ella no sienta amor por esa muje
ThiagoMe acerco junto a papá a donde están mis dos mujeres favoritas. Ambas tienen una copa de ¿Chardonnay? Eso creo. Me acerco a mi chica y la abrazo por la espalda, da un saltito por lo que sé que la he agarrado distraída. Dejo un suave beso en su cuello y veo a mamá sonreír.—Parecen dos adolescentes.—Hace tiempo que dejé esa etapa mamá.—No creas, que estás en los mejores años del hombre. —Papá golpea mi hombro y me dio una mirada extraña. Con la cabeza me señala hacia la izquierda y lo veo. Moore, hoy se quiere morir.Aprieto más a Rebekah contra mi cuerpo. Me acerco a su oído y susurro unas palabras.—Hay algo que tienes que contarme.—En cuanto estemos solos.—Bien.Nos quedamos un rato hablando con mis padres y luego con su jefa. Es una mujer hermosa y demasiado joven, unos veinticinco años tendría. Me dio una mirada coqueta y sentí a Bekah abrazarme más fuerte. Sonreí con diversión. Mi muñeca es muy celosa. Terminamos con la cena y con un brindis para luego pasar a una pist
Thiago¿Enojado?, Sí y mucho. ¿Con mi nena? Claro que no, con el cabrón de Jason. Se lo advertí, le dije que no tocara a mi mujer y lo hizo. Pues yo también cumplí mi amenaza. Le reventé todo el hocico. ¿Una persona puede obsesionarse tan rápido? Porque eso es lo que parece, pero se equivocó de chica, con la mía no. Conduzco como demente por las calles de la ciudad, quiero llegar a casa y hacer el amor con la mujer que me tiene loco. Perderme en su calor. Estaciono frente al edificio de Bekah y bajamos del auto. Sin decir ni una palabra subimos las escaleras para llegar a su piso. Ya en la casa me quito la pajarita y la chaqueta. — ¿Estás enojado conmigo? —Escucho la tímida voz de Bekah a mis espaldas.—No, no tengo porqué.—Es que no me hablaste en todo el camino. —Me volteo hacia ella y la envuelvo en mis brazos.—Porque estaba furioso con Jason y no quería decirte nada inapropiado, solo esperaba serenarme un poco. —Le doy un pequeño beso en los labios.—Gracias.—No tienes que agr
RebekahLunes. Gran y pesado lunes. Sobre todo si no amanezco en los brazos de Thiago. Es fácil acostumbrarse a dormir abrazada a un cuerpo calentito y que te envuelve como si quisiera protegerte de todo mal. Estoy en clases de dibujo, el profesor llegó con las pilas renovadas y con ganas de quebrar a todos en dos con unas series de preguntas sobre la historia del dibujo. Trato de concentrarme lo más que pueda y a la vez buscar en mi móvil información que no me sé. En estos momentos agradezco grandemente la tecnología y a mi querido Google. Me encuentro tan metida en la clase que no escucho cuando me llaman.— ¡Señorita Davis! —El grito del profesor me sobresalta y de inmediato pienso que me ha atrapado con las manos en la masa, que en este caso sería mi móvil.— ¿Sí, profesor?—Pase a la dirección, el rector la quiere ver.Frunzo el ceño y confundida me levanto de mi silla.—Le sugiero que se lleve sus útiles. La clase ya va a terminar.Le hago caso y recojo todo. En menos de dos m
Thiago— ¿Qué me dices papá?Mi padre mira el mensaje impreso en una hoja. Lee varias veces las palabras y levanta la mirada. Nada, solo vacío, sus ojos no demuestran ninguna emoción cuando está en plan de abogado serio. Dejé a Rebekah en su apartamento y vine directo a la oficina de papá, no quiero que nadie, ni Jason Moore se atreva a molestar y amenazar a Rebekah, no si yo estoy vivo. Porque si no estuviéramos juntos, del mismo modo la protegería.—Es posible, puedo hacer una orden de alejamiento. Es una clara amenaza– se acomoda en su sillón. —Claro está, que voy a necesitar la presencia de Rebekah y también confirmar que el mensaje salió del teléfono de Moore, lo que sería muy estúpido si es así. Pero de todos modos voy a mandar a rastrear el número.—Gracias papá.—No agradezcas, todo por ti y tu novia.—Entonces, te voy a pedir otro favor.—Tú dirás.Necesito que investigues a alguien.Mi padre arquea su ceja derecha y me mira divertido. Sí, ya sé que me dirá.—No soy un detect
LaurenEspero que Rebekah salga de mi oficina, cuando lo hace busco con rapidez mi móvil, marco el número de mi esposo y espero que conteste.— ¿Qué tienes?—Todavía no tengo nada Lauren. Buscar la vida de otra persona no es fácil.—Pero prometiste ayudarme con esto, amor. Te lo ruego, ella me mira y se ilumina su mirada. ¿Y si de verdad ella es hija de mi hermana?—No sabes nada de tu familia hace más de veinticinco años Lau, debes superarlo.—Lo haré, solo dime que tienes. —Escucho un suspiro detrás de la línea telefónica.—Rebekah Davis, hija de Regina y Tomás Davis. Dos hermanas mayores, una abuela materna. No hay tíos, ni primos. Nada más. Lo otro ya lo sabes, eres su psicóloga.—Está bien, gracias por todo, cariño. Nos vemos en casa, te quiero.—Te quiero más, adiós. —Cuelga el teléfono y yo me dejo caer en mi sillón.Es increíble lo desesperada que estoy por encontrar a la que un día fue mi familia. Encontrar la tumba de mi hija, de ella solo sé que murió, me lo confirmó el hos