POV: Stella Sanders.—No hay mucho que decir, se volvió loca — dijo con confianza la señora Adelina — es que solo imagínate llegar así a una boda, vistiendo un vestido de novia y diciendo todas esas cosas.—A mí me da mucha lástima con la pobre — comentó la señora Alicia con una expresión de notoria preocupación.—¿Qué va a suceder con ella? — preguntó Alexandra al aire.—La van a llevar a un psiquiátrico, tiene problemas que van un poco más allá y que necesitan ser tratados, realmente esperamos que pueda recuperarse — comentó la señora Carola acercándose hacia nosotros — además lo que ha hecho esta chica… Laila, Lila, Leila o como sea, ha sido imperdonable.—Si, se suponía que eran amigas, que ambas estaban juntas en esto, no tiene sentido, nada de lo que hizo es realmente coherente — respondió la señora Adelina con confianza.—Señorita Laurent, disculpe, la solicitan en la habitación contigua — me informó un chico del personal del hotel.—Sanders, es Señorita Sanders — contesté de
POV: Stella Sanders.—Ten mucho cuidado, recuerda llamarme, tómate muchas fotos y pásamelas, trata de no comer nada raro, en esos lados hay muchas enfermedades extrañas — mamá hablaba tan rápido que casi no le entendía, nada raro después de analizar los sucesos de los últimos días a decir verdad.—No te preocupes, mamá. Voy a estar bien, antes de que lo notes voy a estar otra vez aquí — respondí tratando de tranquilizarla.—Bueno, hija. Nos veremos luego — dijo al mismo tiempo que sus ojos se llenaban de lágrimas — estoy tan feliz por ti, Stella.Verla de esa manera me hizo de manera indudable recordar cada instante de nuestras vidas, cada hogar pasajero, cada noche tortuosa, cada lágrima derramada, ahora podía irme teniendo la plena confianza de que ella y Sofía estarían bien y estaba orgullosa de ella y estaba orgullosa de mí. Sin pensarlo le di un gran abrazo, abrazo que sentía que ambas necesitábamos.—Te amo, mamá — dejé salir mientras lloraba.—Yo te amo mucho más, hija — respon
—Cásate conmigo — dijo él con naturalidad y una enorme sonrisa pintada en su rostro.Me quedé perpleja, realmente no sabía si reír o solo retirarme haciendo caso omiso a su comentario. Tenía que admitir que era un jóven bastante apuesto, su cabello rubio me hacía pensar que era extranjero (eso y su extraño acento) sus ojos color ámbar realmente eran bastantes seductores, sobretodo por esos toques verdosos que se encontraban en los bordes, vestía una camisa de color blanco, un pantalón caqui y el cabello un poco despeinado, sí, seguramente era un turista, hay muchos como él por aquí, todos parecen empacar exactamente el mismo atuendo antes de venir.—Aquí está su desayuno, espero que lo disfrute — contesté omitiendo su comentario, pensé que sería lo mejor.Mi trabajo acá en “El Corazón Contento” es solo ese: llevar los pedidos a las personas. Y aunque me había topado con muchas personas raras, él era por mucho el más extraño de todos.—¿Aceptas mi propuesta? — cuestionó confundido ant
Salimos del restaurante y continuamos caminando sin una dirección fija, yo solo seguía sus pasos y sentía que él estaba siguiendo los míos.—¿Crees que me apresuré? — cuestionó él riéndose un poco.—Creo que te saltaste las citas, el noviazgo, las peleas, los regalos, las decepciones y un montón de otras cosas más — respondí enumerando con mis dedos.—Tienes razón, quizás, solo quizás... lo hice — contestó él de manera irónica — Lo lamento, nunca había visto a alguien como tú.—¿Nunca habías visto a una mesera? — repliqué inmediatamente riéndome de mí misma.—No a una como tú — respondió él riéndose — he pasado toda mi vida en medio de personas que creen que son maravillosas, personas importantes, personas ricas, personas que creen que lo son todo pero que yo siento que no son nada, y entonces vengo hasta acá, y te juro que jamás pensé que aquí, en Monte Video, realmente conseguiría todo, todo en lo que el resto consideraría nada.—¿Estás hablando de mí? — pregunté de manera ingenua,
Al siguiente día salí temprano a trabajar, sentía que mi cuerpo temblaba y no sabía precisamente si era por el frío que hacía o por miedo, dejar a mamá sola en casa con Sofía no me brindaba mucha tranquilidad pero si mamá no podía encargarse de algo entonces yo debía hacerlo, así que me tocaba salir a buscar una manera de resolver nuestra solución.—Buenos días, señorita Stella — esa voz me sacó de mis pensamientos turbulentos.Al mirar en su dirección el mismo jóven del día de ayer estaba levantándose de la misma banca en que nos habíamos acomodado la noche anterior. Me reí un poco involuntariamente, pues, estaba tan sumergida en mis pensamientos que ni siquiera me había percatado de su presencia.—Buenos días, jóven desconocido — contesté para darme cuenta de que ni siquiera sabía cuál era su nombre — por favor dime que no dormiste allí — añadí riéndome.—¿Y si te digo que sí? — cuestionó él con una sonrisa un tanto maliciosa, este hombre y sus dobles intenciones.—Entonces voy a cr
—Stella… — dijo la señora Alicia llamándome desde el otro lado de la cocina.En su tono serio había algo que me preocupaba, ella no solía molestarse pero cuando lo hacía definitivamente era mejor no obstaculizar su camino, mucho menos ser la razón por la que se molestaba.—Voy para allá — contesté al mismo tiempo que secaba mis manos para seguirla hasta su oficina.Me quedé de pie en la entrada, mirándola fijamente mientras ella recorría la oficina, buscando algo en sus gavetas.—Quiero que te vayas a casa en este mismo instante… — dijo con cierta dificultad mientras sacaba una de las gavetas de la parte inferior de su escritorio.—¿Me está despidiendo? — pregunté un tanto alterada, llevaba tanto tiempo en este trabajo que la sola idea de abandonarlo me parecía un gran choque, sobretodo porque gracias a este trabajo mi familia podía mantenerse medianamente estable.—¡Claro que no! — exclamó ella mientras fruncía el ceño y dirigía su mirada hacia mí — que creas eso incluso me ofende u
Me devolví a mi trabajo con el paso apresurado pero con los pensamientos lentos, él era todo lo que estaba en mi mente, él y su extraña manera de hablar, él y su manera infantil de ser insistente, él y la forma en la que me miraba, como si yo fuese magia, como si yo fuese poesía, como si fuésemos melodía y armonía.—¿Cómo te ha ido? — preguntó la señora Alicia de manera inmediata al tenerme de frente. Yo me quedé pasmada, estática, tratando de recolectar los hechos y procesarlos adecuadamente — pero, dime, te ves como si un fantasma se hubiese atravesado en tu camino, no me digas que…—Si, ha sido un asco, al llegar el señor pablo tenía agarrada a mi mamá y tuvimos que irnos de la casa, salimos de allí lo más rápido que pudimos, aunque al menos pude salir con la frente en alto, entregándole el dinero que tanto reclamaba — contesté sintiendo como mis ánimos decaen.—Esa es la actitud correcta, la que debes tener siempre, herida pero siempre justa — respondió la señora Alicia mientras
Nuestros rostros estaban tan cerca el uno del otro, yo era consciente de ello, estaba nerviosa, sentía su respiración, la tensión entre nosotros, estaba paralizada pero al mismo tiempo realmente dispuesta a permanecer así.—Lo lamento — dijo él alejándose de manera apresurada, podía notar en sus mejillas que un ligero tono rojizo se había instaurado en ellas.—¿Qué lamentas? — pregunté fingiendo no saber nada, un tanto abochornada también por la situación.Una sola duda rondaba en mi mente «¿Yo quería hacerlo?». No voy a negar que la sola idea de besarlo hacía que los vellos de mis brazos se erizaran y que mis piernas temblaran, y mi mirada, mi mirada iba inconscientemente a su rostro y me quedaba con él fascinada.—Nada, no sucedió nada — respondió él colocando las manos en sus bolsillos y mirando hacia otro lado, probablemente para que no notara lo colorado que estaba.—Lo mismo digo, no hay nada que lamentar porque nada ha sucedido.—Si, exacto, todo está bien.—Si, todo está bien.