Era surrealista. Isabella no hallaba otro término para definir la inverosímil sucesión de eventos que la tenían histérica, al borde de la locura. A todo lo que ya había perdido ahora se sumaba su casa. ¡Su casa!—¡Se supone que enviaron dos notificaciones judiciales por correo! ¡Dos! Y yo no vi ninguna. ¡¿Dónde están, Mary?! ¡Tú eres la que recoge el correo!—No ha llegado nada para ti, Isabellita. Las demás cartas se las dejé al señor en su despacho, como siempre.¿Sería posible que Oliver las hubiera visto y escondido? Ahora entendía por qué se había quedado con los autos, a ella le había dejado sólo las deudas.—Esto no se va a quedar así —cogió su bolso y salió.Llegó a la inmobiliaria sin que hubiera disminuido una pizca su ira. Jamás se había sentido tan enojada y herida, tan traicionada.Caminó hacia la entrada con ímpetu hasta que el guardia se le interpuso.—Lo siento, señora, no puede pasar. —No me digas lo que puedo o no hacer, sólo vengo a hablar con mi... con Oliver.—Fu
Isabella se levantó de prisa y, jalando a Jacob, se lo llevó por el pasillo. Nada estaba dicho todavía, si todos mentían ella también podía hacerlo y sería una completa descarada. —¡Escóndete! ¡No salgas, por lo que más quieras!—Esto es muy humillante —se quejó Jacob. —Te lo compensaré.—Y te lo cobraré. Él se fue escaleras arriba, ella fue a abrir la puerta luego de presionar el botón que abría el portón. Un auto negro llegó al frontis, con la elegancia de los modelos italianos y así fue el hombre que bajó cuando su chofer le abrió la puerta.Impecablemente vestido, ella apostaba que de Armani, él llegó a su lado con su metro noventa de estatura y sus cautivadores ojos negros.Vladimir Hertz abrazó a Isabella y, sin decir palabra, le transmitió todo el afecto que por ella sentía. Amigos desde la infancia, se veían de vez en cuando, cada uno ocupado en sus asuntos, pero al reencontrarse parecía que el tiempo no hubiera pasado entre ellos. Isabella, feliz por tan sorpresiva visita
El día de Diana comenzaba preparando el desayuno para ella y July. July ya no estaba, pero seguía sirviéndole una taza de té y una tostada con mermelada.Luego la llevaba a la escuela y se iba al trabajo. Seguía pasando por fuera de la escuela. Intentaba evitarlo, pero sus manos movían el volante sin que ella lo pensara. Sentada en su pequeño cubículo intentaba dar cumplimiento a las expectativas de su jefe. Ella no podía darse el lujo de Isabella de quedarse en casa, ella tenía que seguir trabajando con su pena. Y se esforzaba para que su voz se oyera cordial y animada cada vez que recibía una llamada en la central telefónica. La jornada se le iba en un parpadeo y volvía a casa antes del atardecer.—July, ya llegué.Nadie le contestaba. En su lucha por enfrentar la realidad ella imaginaba que algún día su hija volvería a responderle.Al anochecer limpiaba una reluciente pistola. Si supiera que ella pondría fin a su dolor hacía tiempo que habría pulsado el gatillo. La guardaba en e
—¿Cómo está él? —preguntó Aníbal al llegar a la sala de espera del hospital.Isabella le había avisado a su cuñado de camino. —Sigue en pabellón —las palabras salieron temblorosas de su boca.—¡¿Pero qué pasó?! ¡¿Cómo ocurrió esto?!Ella negó, Tobar no le había dado detalles, salvo que lo habían encontrado herido en el estacionamiento de la inmobiliaria.Un asalto, no se le ocurría otra causa.—Tranquilo, amor, tu hermano estará bien —Selena le acariciaba la espalda.Isabella fue a sentarse a buena distancia de ellos. ¿Sabría Selena que su esposo le había sido infiel con su hermana? Qué bueno que no había llamado a Emilia. Y si sabía, ya lo había perdonado. ¿Podría ella perdonar alguna vez a Oliver? —Ten —Jacob le entregó un vaso con café.Tan alterada estaba que ni pensar en conducir, él la había llevado. —¿Ellos son tus cuñados?Isabella asintió. Se llevó el vaso a la boca, que aferraba con ambas manos y ni así lograba que dejara de temblar.Qué ganas tenía Jacob de abrazarla.—
Ya iban dos veces que Isabella se quedaba sin palabras. Verbalizar lo que había en su cabeza y en su corazón la llevaría por un camino lleno de desconfianza y dolor, pero ya no había vuelta atrás. Hablar, en cierto modo, la liberaría. —Es posible que Oliver haya matado a July, la amiga de mi hija. Creo que Matilde lo descubrió y por eso huyó.—¿Es en serio? ¿Qué pruebas hay en su contra?—Un video de él con su amante en un teléfono en casa de July, ella lo extorsionaba. Fue Diana, su madre, quien le disparó a Oliver. ¡Era la mejor amiga de mi hija y su propio padre la mató! Mi pobre niña, debe estar destrozada. Es probable que quiera volver ahora que lo encerrarán. Jacob la miró con inquietud.—Hay algo que no me cuadra en todo esto. ¿Tu hija sabía sobre la amante y no te dijo nada?Isabella negó con vehemencia, algo así era impensado.—Eran cosas de July, Matilde no...—Pero ¿cómo pudo conseguir July ese video si no fue mediante tu hija? Isabella seguía negando, mientras recordaba
—¡Vaya desastre! —le dijo Jacob por teléfono a Isabella.Hablaba de lo que había visto en los noticiarios y de cómo el caso se había vuelto tan mediático a raíz de los últimos acontecimientos. Al parecer, alguien del hospital había filtrado la información, porque la policía seguía sin dar declaración alguna. —Es una pesadilla. —Quisiera estar ahí contigo.—¡No! —exclamó Isabella, sentada sobre el inodoro esperando el resultado del test de embarazo—. Eso no sería prudente, hay periodistas vigilando mi casa. Será mejor si no nos vemos en un tiempo.Ella oyó un suspiro apesadumbrado y se le encogió el corazón. —Bien, si crees que eso es lo mejor, esperaré. Aunque te lo advierto, no soy muy paciente, algo se me ocurrirá.—¿A qué te refieres?—Nada, hablamos luego.Ella no tenía ganas de hablar con él, se moriría de la vergüenza si debía decirle que estaba embarazada. Una adulta responsable como ella, experta en calcular riesgos y no era capaz de controlar su propia sexualidad. ¡Un desas
Luego de que el oficial apostado fuera de la habitación de Oliver la autorizara, Isabella entró a visitarlo. Acercó una silla y, sentada donde terminaba la camilla, miró al que había sido su esposo por casi quince años y a quien había resultado no conocer en lo absoluto.Se lo habían cambiado en el camino o había estado ciega desde el inicio. —No me mires así —exigió él, que prefería mirar hacia el techo.Era la vergüenza la que no lo dejaba verla a los ojos. Del imponente y orgulloso Oliver Crown no quedaba mucho, esas balas habían sido el tiro de gracia. —¿Cómo debería mirarte después de lo que hiciste? Ni siquiera debería estar aquí, pero necesito explicaciones, me las debes. ¿Sabes dónde está la niña?—Isabella, por Dios.—¡Responde!—¡No! ¡No lo sé!—¡¿Cómo pudiste lastimar a July?!—¡Yo no lo hice! ¡Jamás haría algo así! ¡¿Acaso no me conoces?!Isabella negó. —Nunca mataría a alguien, Isabella. Tengo principios, valores y me mareo cuando veo sangre.—Ella te extorsionaba. Él
—¿Podemos demandarlos por crueldad y tratos degradantes? —Oliver tenía toda la intención de hacer pagar a la policía por su detención en el hospital.Lu había aparecido y había confirmado su coartada, eliminando toda sospecha de su participación directa en la muerte de July. —Interpondremos una querella, tú tranquilo. No esperes menos de una jugosa indemnización —aseguró su abogado.—¿Y tú dónde estabas? ¿Por qué tardaste tanto?Lu se le acercó, apenada. —Tuve que viajar por trámites de la herencia. Ya falta cada vez menos.—Una buena noticia para variar —dijo con fastidio.No llevaba ni cuatro días de reposo y ya estaba harto. Incapacitado de moverse se sentía impotente ante todo lo que ocurría. Su reputación y honra estaban por los suelos, si ya le era difícil conseguir inversionistas ahora sería imposible. Un cambio de aires, eso necesitaba, hasta que todo se calmara y el escándalo se olvidara.—He pensado que cuando recibas la herencia podríamos irnos de viaje. Una temporada fuer