Samanta. Llegó el día tan esperado, y Dagne no aparece, me mandó un mensaje que estaba muy ocupado, pero ¿que es más importante que esto? digo, hay cosas más importantes que una fiesta, pero debe ser muy emergente para que ella deje su trabajo tirado. Gracias a Dios, todo sale bien y la fiesta empieza. Decido vestirme con un vestido azul marino largo. Los cortes laterales revelaban mi silueta de manera estratégica, unidos por delicados broches dorados con incrustaciones de perlas. Escuchó toques en mi puerta, al abrir veo a Alberto, aún no me eh cambiado de habitación por lo que toda mi ropa sigue aquí. —Te ves impresionante. —Me dice al mismo tiempo que besa la parte inferior de mi oreja. Mi cuerpo comienza a calentarse. —Gracias. —Le digo con una sonrisa y apartando me de él, para que la locura no nos consuma, y terminemos rompiendo el vestido tan hermoso que voy a entrenar hoy. —¿Estás enojada? Te noto extraña. —¿Qué? no, para nada. —¿Y por qué te alejas? —Me
Samanta. —Alberto, estoy embarazada. —Digo mientras salgo del baño con una prueba en la mano. Me despierto de manera abrupta, mi corazón se acelera, —no quiero un bebé, no me siento preparada, dicen que los sueños se cumplen, espero y esté sea erróneo, mi periodo no me ha bajado. Dejo de pensar y entro al baño me doy una larga ducha, al salir Alberto entra con una sonrisa. —¿Que ocurre? —Le pregunto. —Cerre un contrato muy importante para la empresa. Estoy feliz porque pronto podré vender las acciones, una vez obtenido el dinero que invertimos mi padre y yo. —¿A quien se la vas a vender? —No lo sé, mi primera opción es tu padre, él tenía todo el control prácticamente antes de nuestra llegada a la empresa. —¿Y que harás luego? —Continuare en mis empresas, tener tiendas por todos lados deja más ganancia. Termino de vestirme y espero que él se marche, no quiero preocuparlo. Y menos que piense que realmente estoy embarazada. Una hora después de la salida de mi
Camila. Termino de beber una copa de vino, a pesar que son la una de la tarde, me lo disfruto, porque todo se pondrá en su lugar muy pronto, termino de acomodar mi blusa, de repente mi padre entra muy sonriente con mi asistente. —Tan temprano y estás tomando. —Me dice en tono pesado, luego continúa con su charla. —Me voy a medir un vestido que me llegó, Sara, necesito que vengas. —Le digo sin darle importancia a lo que ocurre entre ellos dos. —SU NOMBRE ES GEORGINA —Grita mi padre, me sobresalto, pero mantengo la compostura. Hago una sonrisa fingida y continuo mi trayecto. —CAMILA. —Mi padre grita otra vez, me giro y me dice. —Pide una disculpa. —Me quedó un poco asombrada por lo que me pide, pero al ver su cara, veo que se está enojando. La miro fijamente a los ojos mientras le digo. —Lo lamento Georgina, vámonos. —Termino de decir con una sonrisa encantadora. Luego de tener el vestido, Georgina me ayuda con mis tacones, son unas zapatillas de plataforma, realmen
Samanta. Luego de un tiempo en la habitación de Gloria, una enfermera nos pide salir, para que ella descanse. Decido regresar a casa, pero no sin antes mandar a Mercedes para que se quede con ella. Gloria. Estoy en la habitación del hospital, fui lo más amable y sonriente que pude con mis jefes, ellos no tienen la culpa de esto, pero a veces me cuestiono, estoy haciendo las cosas bien, trato de no seguir los pasos de mi hermana, ella trabaja en ese lugar, con esa persona desagradable, solo por una paga buena y un estatus, algo que no me importa, desde pequeña sé cuál es mi lugar, y no me importa ser sirvienta toda mi vida, pero, dónde queda mi felicidad, siempre que hago algo para triunfar, la vida me demuestra que no valgo la pena. Un tiempo a solas con mis pensamientos y veo como la puerta se abre de apoco, pienso que es Mereces, pues la jefa me dijo que ella vendría a quedarse conmigo, algo que agradezco. Cuando la persona termina de entrar, me doy cuenta quien es. —Eres tú, ¿
Luego de unos días a Gloria le dan de alta del hospital, mientras que a Samanta la doctora le entrega los informe de los análisis donde aclara que no está embarazada, y solo son las pastillas anticonceptivas que usa. Pasan algunos meses, dónde todo aparentemente está tranquilo.Samanta. —¿Por qué crees eso? —Me pregunta Tatia con mucho cuidado.—No quiero pensarlo, es solo que, está muy raro últimamente, llega tarde, se va temprano, y siempre está hablando por celular y cuando me acerco cuelga o habla extraño.—Pero una amante Samanta, no crees es algo fuerte. —Solo espero que mis sospechas sean falsas, no creo poder resistir.—¿Cómo está la madre de Dagne? Hace ya cuatro meses que está en quimioterapia.—Sii, ella no ha avanzado nada, Dagne está cada día más decaída. —Es comprensible...—Tengo que ir a la tienda, hay algunas cosas que debo comprar. —¿A está hora? Son las ocho de la noche, mejor espera mañana. Y deja esa loca idea, Alberto te ama.—Ire a casa, pero lo más probable
Alberto. Llegó a casa súper cansado, estos días han sido un poco estresante, tratar de hacer todo al mismo tiempo es un delirio. Al llegar solo quiero darme un baño, dormir y despertar dos días después. Al entrar a la habitación, veo la cama vacía, busco en el baño y Samanta no está, algo extraño porque ella no sale tan tarde, y a parte su auto está en el garaje. Reviso la sala, la cocina, el jardín, los baños y no está, empiezo a llamarla y el celular se conecta luego de unos minutos. —¿Dónde está princesa? —Digo una vez conectado con la otro línea. Ella empieza a balbucear y me doy cuenta que algo está mal. —¿Yaa, te cansaste de divertirte? —Dice arrastrando la lengua. —¿Estás ebria? —Le pregunto, aún buscándola en la casa. —Sii, ¿te importa? —Princesa, dime dónde estás, iré por tí. —Estoy en la terraza. Ahora sigue en tu velada. Mi cuerpo se pone frio, —¿será que sabe algo? —Pienso en mi mente. —Subo sin perder el tiempo y la encuentro con una botella de w
Alberto. Termino de realizar algunas llamadas y descubro al nombre de quien está el celular que fue utilizado para enviar las fotos, me despido de Samanta sin que ella sospeche nada y conduzco a la empresa. Al llegar entro a la oficina del padre de mi esposa, aún no entiendo a qué juega ni porque quiere lastimar la, pero será por encima de mí —Es lo último que digo en mi mente antes reaccionar. —¿Por qué entras a mi oficina de esa manera? —Me dice al mismo tiempo que se pone de pie dando un fuerte golpe en el escritorio. No espero ni un segundo y le suelto un puñetazo entre la nariz y la boca. Camila que está sentada en el escritorio salta del susto y se pone de pie inmediatamente. —No sé que te ocurre con Samanta, ni cuáles son tus intenciones, ni me importa porque quieres hacerle daño, pero ella no está sola, me tiene a mí y si te vuelves a meter con ella o hacerla llorar, te juro que soy capaz de traer el mismo infierno a tu vida, para que sufras en carne propia. No qui
Samanta. —¿Que noticias me tienes? —Pregunto mientras trato de no comer todas las uñas de mis dedos.—El detective aún no ha encontrado a Roger, pero consiguió unas pruebas bastante fuertes, sobre quién ayudo a Roger, o bueno, quien lo pudo ayudar.Ella me pasa un sobre, en este hay una memoria y algunas fotos, me quedo en shock, porque nunca me pasó por la mente algo así, en las fotos mi madre se besa de manera apasionada con Roger, en los vídeos se muestra como se encontraban en diferentes moteles. —No puedo creer esto, ¿Estás segura que es real? —Le pregunto a Tatia un poco incrédula. —Son reales. —Pero, ¿Cómo los policías no dieron con estás pruebas antes? —Roger no es estúpido, lo más probable, es que tenía personas dentro de la policía trabajando para él, crees que iba a robarse 300 millones solo. —Pero mi madre, incluso ella me culpo por ese robó. —Sabes bien que tus padres, —Ella duda un momento, pero al final lo suelta. —No son un ejemplo a seguir. —Termina de decir.