Cadenas invisibles

Sara se encontraba parada frente a la casa de Alberto, con el corazón acelerado y las manos temblorosas. Sabía que Samanta estaba adentro, sabía que el reencuentro debía ocurrir, pero algo la mantenía inmóvil. En su pecho, una sensación de vacío se intensificaba, como si una parte de ella se hubiera desmoronado al enterarse de la verdad.

Poco a poco veía la silueta de Alberto acercarse a ella, Alberto salió del gran jardín que había frente a la casa, se paró frente a ella y le dijo. —Sara, ¿Cómo estás?

Sara no contesto el saludo, no por mala educacion, sino por los nervios que tenía. —Necesito ver a Samanta. —Contestó ella de inmediato.

—Lamento decirte esto... Pero Samanta no puede verte en estos momentos, ella no se siente preparada y respetaré su decisión.

—Por favor, te lo pido, solo unos minutos, han pasado tres meses desde el día que me dijiste que ella me vería.

—Realmente lo lamento, pero sabes que ella está embarazada y su embarazo ha sido difícil, cualquier cosa
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