—¿Qué les pasa? —se preguntó a sí misma en voz baja mientras las observaba estar petrificadas todavía, al ver en su teléfono se dio cuenta el porqué. Alguien más había escrito por el grupo, el sonido fue lo que le avisó.Al ver el mensaje se llevó un susto de espanto y el alma le cayó al piso. El horror brusco que sintió en ese momento le recorrió la espalda como una brisa helada. Provocando el mayor temor que había sentido en su vida.*Así que en esto pierden el tiempo en horas de trabajo…, en lugar de ocuparse de hacer su trabajo.*El mensaje era de su jefe, lo habían agregado justo antes de que ella enviara su última respuesta y para su mala fortuna de seguro que lo había leído. Tragó pesado y sintió miedo de levantar su mirada de la pantalla.*¿Jefe?, ¿desde cuándo?*Agnes se atrevió a preguntar ya que veía que ningún otro se motivaba a hacerlo. Talvez queriendo evitar dejar en claro ante el jefe quiénes eran parte de ese grupo.*Ven a mi oficina y hablaremos.*Agnes sintió
Durante el día siguiente no había hablado con él acerca del tema de su matrimonio, ella estaba feliz de que por el transcurso del día pudo olvidarlo y no recibió incómodos comentarios al respecto ni esas observaciones demasiado directas que la hacían sonrojar.Se lo veía ocupado con algo, había pasado toda la mañana y parte de la tarde entre llamadas y muy poco le habló a ella para darle alguna tarea.Fuera de eso, se encargó él mismo de lo que estuviera haciendo, tal parecía era un asunto privado.Cuando daba la hora de irse, Agnes estaba guardando sus cosas y se disponía a salir al momento que una de sus compañeras se acercó a ella, antes de que le dijera nada ella la miró con recelo y frunció el ceño.—Agnes ¿te puedo pedir un favor?—Uff, lo siento, pero…, no puedo —se excusó antes de que le dijera de qué iba, no quería ser enganchada y que un favor la retuviera más tiempo del que debía, quería irse rápido y así evitar encontrarse con Herman, había estado disfrutando de no ha
—¿Quién sabe?, talvez está de buen humor —señaló Gwen en cuanto subían al ascensor que las llevaría hasta la planta alta.—No lo sé, me pareció un poco extraño, muy servicial. —Agnes se notaba algo pensativa mientras que veían el número del panel cambiando hasta detenerse en el que debían de bajar.—No te fijes, quizá le pasó algo bueno por lo que está de buenas.—Hmm… De acuerdo —murmuró. En cuanto las puertas se abrieron, ambas prosiguieron por el pasillo que las llevaría hasta el área de los cubículos en la planta y una vez allí cada una fue a su respectivo lugar tras despedirse de la otra.Mientras Agnes caminaba sentía que era vigilada, una vez más era el centro de atención al parecer, captó que algunas miradas la seguían como si esperaran algo de ella, pero trató de no pensar en eso y al contrario, las ignoró. Quizá sería solo su imaginación, y si lo dejaba pasar no era de tanta importancia, talvez solo sería que aún estaba girando los parloteos por el día que fue a almorzar
—Maldito el día en que esto pasó —exclamó con desagrado—, me siento atrapada, joder. —Su mirada demostraba angustia, la agonía era palpable y su semblante se contraía en una mueca de desesperación y pesar.Era temprano después de el trabajo, ella se encontraba con sus compañeras, Isa y Gwen, tras haber salido antes, como eran las únicas dos personas con las cuales había hablado con antelación del tema, eran las únicas con las que podía discutir al respecto acerca de lo que todo mundo estaba hablando en la oficina y de lo cual ya habían salido incómodos comentarios.—Deja que salga, si no fuera porque nos hiciste salir antes siguiera presa en mi cubículo, al menos hemos podido salir temprano hoy.Isa la observaba mientras Agnes se recargaba al frente para apoyar sus codos en el tablón de la barra y ocultar su cara entre sus brazos.Habían llegado al bar media hora antes y habían pasado los últimos veinte minutos escuchándola rezongar y quejarse al respecto de lo que pasó durante el
Para el momento en que estaban terminando la charla, se encontraban a punto de retirarse del bar mientras hacían unos cuantos comentarios más al respecto.—Todavía no me puedo imaginar la cara de sorpresa que pondrán en la oficina de ahora en adelante —destacó Isa entre una risa—, la pequeña Agnes, quien era la sombra de Herman Rodh, ahora es su esposa.—Oye, basta ya —se quejó avergonzada. Agnes estaba todavía recargando su peso hacia la barra mientras apoyaba su rostro en uno de sus brazos, volteó hacia su mano en un costado para mirar el lugar en donde estaría el anillo en su dedo, el cual no tenía puesto. Como había estado haciendo las últimas ocasiones, se lo quitaba cuando él no estaba.Solo se lo volvía a poner cuando él estaba presente. Haciendo una mueca, movió un poco sus dedos y fue bajando su mano hacia su bolsillo, usando sus dedos para tantear en dónde estaba y sujetarlo.Mostró un gesto de confusión al cabo de un rato, siguió buscando mientras su cara pasaba gradual
—Y solo por eso estuviste a punto de hacer algo estúpido, ¿no pensaste en que lo podías perder si te lo quitabas?, ¿qué habría pasado si en lugar de encontrarlo yo, lo fueras tirado en algún otro lado? Agnes, como secretaria serás muy eficiente, pero como esposa dejas mucho que desear. —Oiga —se quejó. —No me interrumpas, soy yo el que está haciendo un llamado de atención aquí. —Agnes volvió a bajar la mirada y se calló—. Si tengo que vivir en tu sombra, bien, viviré pisándote los talones de ahora en adelante, pero me aseguraré de que no cometas más equivocaciones. —Pero… —Sin peros —recriminó—, es una orden. —No puede. —¿No puedo qué? Soy tu esposo, soy tu jefe, en ambas partes todo de tí me pertenece. Así que comienza a hacer las cosas que te corresponden como la esposa que deberías ser. —Agnes se sonrojó por el bochorno, no podía ante tal injusticia, pero no tenía nada a favor para objetar—. De lo contrario me veré en la necesidad de corregirte cada que haga falta ¿lo captas?
—Esa no parece la cara de alguien que quería hablar cuando accediste a venir conmigo —señaló Herman mientras se encontraban en la mesa del restaurante al que la había llevado. —No es nada —masculló ella volteándolo a ver, desde que la había llevado con él y habían llegado a ese lugar, le veía una expresión amarga en la cara mientras desviaba la mirada hacia un costado. Parecía enfadada. —¿Segura? No veo esa clara determinación que tuviste en mi oficina —destacó alzando las cejas, Agnes respiró pesado y dejó de fruncir el ceño. —Así es —repuso al mostrar una apariencia más calmada—, ¿sobre qué quería hablar cuando decidió traerme aquí? Él cedió a no inquirirle más al respecto y decidió pasar directo al punto por el que se encontraban allí. —Bueno, siendo puntuales —habló con una voz algo amarga mientras dejaba los codos sobre la mesa para apoyar el peso y cruzar los dedos frente a él—. Hablaré directo y sin miramientos. Pienso que deberíamos trabajar más en ser un buen matrimonio y
Apenas iba saliendo de casa esa mañana, mientras cerraba la puerta estaba pensando en la noche anterior con su jefe y en lo sucedido en la cena con él, le cruzó por la mente lo que habían hablado. Justo estaba volteando para ir a la calle en cuanto se detuvo de forma instantánea.Para su sorpresa, se había topado con que él estaba esperándola, el auto estaba estacionado frente a su casa y él parecía llevar rato allí fuera, Herman hizo sonar el claxon para llamar su atención en cuanto la había visto salir, pero Agnes no dio respuesta alguna.Estaba fija en su lugar, tal como si se encontrara en una pausa estática, desconectada de ella misma.«¿Qué carajo está haciendo?, ¿qué hace aquí tan por la mañana?» pensó haciendo una mueca incrédula, a punto de fruncir el ceño.—¿Qué hace aquí tan temprano? —inquirió con desconfianza mientras se acercaba y él salía del auto para observarla. Agnes tenía la costumbre de salir más temprano de su casa por el largo tráfico y lo lento que a veces e