Mis ojos no podían apartarse de ese par de manos que por días me habían torturado. Sonreí y el par de ojos cafés dejaron la ventana y evaluaron mi rostro con serenidad. Desee tener una maldita tarjeta esa noche, sin embargo, no tenía nada.
La mancha de tinta y la forma en que sus venas recorren el dorso de su mano como a un mapa se había quedado impreso en mis pupilas y sabía que esas imágenes jamás me dejarían tranquilo de nuevo.
Pensé en levantarme y hablar con él, pero los recuerdos de aquella noche con ese sujeto, Adam, se habían quedado conmigo, aún podía verme a mí mismo corriendo por las calles oscuras tratando de escapar y el dolor que esos golpes me habían provocado. Me encogí de hombros, lo menos que deseaba ahora era que sucediera de nuevo. Aunque ese par de manos iba a volverme loco, la forma en como sus estúpidos nudillos sobresalen me hace querer recorrerlos con mi lengua, me hace querer correr a su lado.
Por primera vez en mi vida sentí miedo, por primera vez alguien que realmente me gustaba estaba ahí y yo simplemente no lograba hallar la forma de decir un par de palabras, de arrastrarlo conmigo a algún lugar fuera de ese asfixiante y agotador vagón de tren.
La siguiente parada llegó demasiado rápido como si el tiempo comenzara a diluirse entre nuestros dedos. Vi al sujeto levantarse y caminar hacia las puertas, me quedé ahí, sentado en mi lugar en aquel estupido y pequeño espacio, viendo al frente a un asiento vacío.
Pero no podía dejarlo ir o negar que había vuelto a verlo, a él, a ese tipo extraño con manchas de tinta en sus dedos y su camisa.
No.
Baje rápidamente del vagón, el aire de otoño me golpeó y el frío comenzó a colarse entre mi camisa. Mire a la izquierda la calle estaba parcialmente vacía, un par de hombres salían de un local de comida rápida entre risas y parloteos. Mire a la derecha, una espalda fuerte se movía entre las personas que caminaban en dirección a la parada del tren; corrí empujando y chocando con algunas de esas personas, fui capaz de escuchar un par de maldiciones detrás de mí, pero no importó, lo único que ahora importaba era sentir la calidez de alguien más, las manos de alguien más sobre mí sin decir nada al respecto.
Corrí un poco más y entonces a un par de pasos de él ni mano se cerró en el vacío antes de tocarlo.
Él estaba abrazando a una mujer.
Me quedé de pie y en silencio, con el sonido de mi corazón golpeando mis costillas, en mis oídos y mi respiración saliendo en bocanadas blancas delante de mí.
¿En serio?
Pude ver un par de manos finas y bronceadas, uñas con un brillante esmalte amarillo que no combinaban bien con la camisa gris del sujeto. Mire mis propias manos y pensé en que quizá las mías se verían mucho mejor alrededor de aquella espalda.
Idiota.
Los observé caminar tomados de la mano hacia uno de los restaurantes cercanos, los seguí unos minutos después de que entraran; me acomode en una de las mesas frente a ellos, mientras conversaban con alegría, hice una mueca, todo aquello estaba comenzando a parecer una estupidez de la cual estaba disfrutando en cierta medida.
Pidieron de cenar y la misma camarera se acercó a mí, miré de reojo la carta y ordené una cerveza.
Minutos después la misma camarera de cabello rubio maltratado y una falda demasiado corta dejó la cerveza fría frente a mí con una sonrisa, le di las gracias y se marchó.
La chica era delgada de piel muy bronceada y largos rizos cobrizos, llevaba un vestido azul y un abrigo negro; se movía con gracia, pero no con la elegancia que estaba acostumbrado a ver en Mina, no había mucho en ella realmente relevante. ¿Cómo diablos alguien como él estaba con ella?
Los observé conversar, reír y como las estúpidas uñas amarillas recorrían aquellas manos que tanto estaba necesitando ahora.
Me mordí el labio y fue en ese instante que los ojos cafés se posaron en los míos, me regaló otra sonrisa de dientes blancos, yo solo lo miré mientras me llevaba la botella de cerveza a los labios.
El reloj siguió avanzando, sin mucha prisa me quedé sentado en ese lugar mientras mi mirada y la suya coincidían una y otra vez.
… Ah, rayos…
Cuando no pude soportar más el ver como esa chica devoraba sus labios y sus uñas ridículamente pintadas de amarillo se movían en sus manos, en sus muslos y su cabello, pagué la cuenta y salí de ahí, el aire volvió a golpearme una vez fuera volviendo mis pensamientos revueltos en algo un poco más coherente, jamás agradecí tanto que fuera aquella época del año.
Caminé lentamente por la calle poco iluminada, el último tren había pasado hacía mucho tiempo y estaba todavía lejos de casa, suspiré pesadamente y me dirigí a buscar un hotel, di un par de pasos lejos de aquel local para seguir mi propio camino.
—Oye, chico del tren — la voz me detuvo en mi lugar, recordé de nuevo esa noche a Adam, los golpes, el hecho de que él sabía mi nombre. No volteé, me quedé ahí de pie viendo la parpadeante luz amarilla de las lámparas de la calle, tragué con dificultad.
—Hey, hola.
No dije nada, di un par de pasos para alejarme. La voz volvió a sonar detrás de mí.
—Espera — me detuve de nuevo, voltee solo un poco, el chico me observó durante un momento, me mordí el labio.
—¿Acaso nos conocemos? — pregunto y pasó una mano por su cabello, miré la calle tras de él, la chica había salido del local y avanzaba hacia nosotros.
—No.
—¿En serio? — asentí en respuesta, él se rascó el cuello, una pequeña marca rojo brillante sobresalía de la piel pálida, la chica llegó hasta nosotros.
—¿Qué sucede,Cam? — yo sonreí así que ese era su nombre, ¿Cam?
—Nada, regresa adentro, iré en un momento — sonrió y lo vi besar la mano de la chica, esas malditas uñas amarillas con brillantes estaban comenzando a volverse una maldita pesadilla.
—Bien, ven pronto.
—Sí — los dos la observamos irse lentamente mientras lanzaba miradas hacia mí, suspiré, el tipo volvió su mirada de nuevo a mí y volvió a hablar:— Entonces, chico del tren, ¿cual es tu nombre? — pase una mano por mis propios cabellos oscuros y le regale mi mejor sonrisa, él volvió a sonreír.
—¿Qué es lo que quieres?
—Mmm… Eso podría preguntarte yo a ti, estabas en el tren y después en el mismo restaurante, entonces, ¿te conozco?
—Es un restaurante bastante popular, me dio sed y fui por una cerveza. ¿Es acaso eso extraño?
—Bien, pero ¿podrías explicarme que fue todo eso allá adentro?
—¿Qué fue qué? — enarque una ceja en su dirección, una risa algo extraña escapó de sus labios, coloque mi peso de un pie a otro mientras frotaba mis manos una con la otra gracias a lo nervioso que estaba, ¿como podía siquiera ser posible?
—Tu mirada en nosotros, como si algo te disgustara.
—Bueno, quizá así es. En fin, se hace tarde, adiós — dije di media vuelta y su mano derecha se cerró en mi muñeca, un escalofrio recorrio mi cuerpo, voltee a verlo y su sonrisa me dejó sin aliento, no era solo la sensacion calida de su mano en mi piel o lo suave pero firme que era su agarre, no, era la forma en como él me miraba como si realmente conociera algo de mí, como si de alguna manera pudiera hacerme feliz solo con esa mirada de ojos cafes algo divertidos y tranquilos.
Tragué y mi mano izquierda tembló cuando alejé su mano de mi muñeca, él observó ese pequeño gesto, no dijo nada.
—¿No me dirás tu nombre? — me reí en silencio, odiaba esa maldita pregunta, siempre la había odiado mucho. ¿Por qué siempre esa pregunta?
—K, supongo.
—¿K? ¿Es un pseudónimo?
—Mi nombre, es ese, solo K — luego camine tan tranquilamente como mis piernas me lo permitieron lejos de él, jamás me había sentido tan estúpido.
Tan tan tan estúpido.
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Observe mi mano manchada de líquido blanquecino, deje caer mi cabeza a un lado sobre las baldosas blancas y negras de aquel cuarto de hotel, suspiré. ¿Qué demonios me estaba pasando? Ver a ese tipo unas horas atrás me estaba volviendo loco, demasiado loco, demasiado; estaba comenzando a asustarme.
Necesitaba sacarlo de mi cabeza ahora o después sería demasiado tarde, además ya había comprobado que tenía una pareja, no es que eso me detuviera a querer abordarlo y darle una tarjeta para pasar un noche juntos, pero había algo en él que me asustaba en serio, no como lo habían hecho otros de los hombres con los que había salido anteriormente o cuando era más joven, ni siquiera se comparaba al miedo que llegue a sentir con ese estupido de Adam y pensar en eso ya era una locura.
Pero algo, quizá imaginaciones mías me estaban poniendo nervioso acerca de él. ¿Qué? No lo sé.
Cerré la llave de agua que caía sobre mi cuerpo desnudo, envolví una toalla en mi cintura y caminé hacia la habitación de aquel lugar.
Luego con la sensación de su mano cerrándose sobre mi muñeca, me quede dormido.
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[Unas semanas después]
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Observe a mi mamá, su vestido color lavanda ondulaba entre sus piernas, pase mi mirada hacía su rostro, un labio partido como todos los días ya no era una novedad, un moretón bajo el mentón y un par más bajando por sus brazos que ahora ya no tenía miedo o vergüenza de enseñar a todo el mundo.
Me quede ahí, en aquella silla de madera de una cocina vieja y gastada que olía a pan de naranja en casa de su hermana menor, me quedé ahí sin poder decir nada, mientras mi padre estaba en casa con otra mujer, la cual mi madre había visto antes de decir que saldríamos por unas horas y que debía ir con ella.
Me tragué mi rabia y odio por mi padre y me concentré en ver como mi madre sonreía a los hijos más pequeños de su hermana, en cómo sus ojos se detenían en los míos para luego volver a enfocarlos en algo más allá de mí y la manera en cómo sus manos jalaban el dobladillo de su vestido.
—Deberíamos volver a casa ahora, cariño — me susurró mi madre después de unas horas, miré el reloj 17:16 hrs, me levanté de la silla que desde que llegué había ocupado y la seguí para despedirnos.
—¿Estás segura que quieres ir ahora? — pregunté mientras caminábamos de regreso a casa bajo el sol dorado de la tarde, ella colocó un par de mechones oscuros de su cabello detrás de su oreja un gesto que la hacía ver más joven y hermosa de una forma desgastada.
—S-Sí — fue su respuesta, un poco corta y desganada para mí gusto, pasee la mirada de ella a la calle algo desierta de aquel vecindario, un niño en un triciclo azul me devolvió la mirada con grandes ojos cafés, volví a mirar al frente.
—Supongo que está demás que diga que podemos buscar algo mejor que ese lugar, solo tú y yo.
—Cariño, no voy a dejar a tu padre — y me regaló una sonrisa algo rota, se encogio de hombros, me quite el abrigo negro que llevaba y lo coloque alrededor de sus hombros, ella no me dio las gracias.
—Lo sé, solo quiero que entiendas que tienes más posibilidades.
—Está bien. De cualquier forma, eres libre de poder irte si lo deseas — vi las lágrimas brillar en sus ojos cafes, luego de unos segundos las quito con una de sus manos.
—Entiendo, pero…
—Algún día encontrarás a alguien que amaras mucho, cariño. Es entonces cuando lo entenderás.
—¿En serio lo crees?
—Sí. Sé que encontrarás a la mujer adecuada— y sonrió, una sonrisa un poco más vacía que antes y eso de alguna forma me dolió.
—Ah, sí, quizá — sonreí, seguimos caminando hacía casa, al agujero que era nuestra familia, a la estúpida casa donde mi padre podía dormir con mujeres extrañas mientras mi madre sólo recibía migajas del amor que algún día tuvieron.
De cualquier forma yo no era mejor que eso.
Nunca lo fui.
La vi caminar frente a mí con ese vestido lavanda desgastado y mi abrigo negro demasiado grande, la amaba tanto que en algun momento había comenzado a odiarla.
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Su olor a cigarrillos y su voz ronca.Sus manos temblorosas acariciando mi cuerpo… Sus labios sobre los míos y su voz susurrando mi nombre en la tranquilidad de la noche.❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁Desperté.Y por primera vez en mucho tiempo me sentí solo en aquella habitación.Sentí como mi corazón se rompía una vez más mientras recordaba su voz llamándome mientras sus manos recorrían con paciencia mi cuerpo, como sus labios delgados arrancaban suspiros a los míos y como mis ojos se llenaban de lágrimas cuando él decía que me amaba.Pero él se había marchado.Él me había botado.Sin más se había ido dejando un vacío demasiado frío
—Adam…—Es curioso ver como escapas de mí cada vez que me ves — susurro, sus manos que antes estaban dentro de sus bolsillos rozaron suavemente mi rostro, retrocedí un paso. Un escalofrío recorrió mi cuerpo.—¿Qué es lo que quieres? — mi voz sonó demasiado baja, demasiado nerviosa, solo deseaba correr.—Verte, por supuesto. ¿Crees que iría a un lugar como ese si no deseara verte? En fin, no sabía que te prostituyes para vivir, realmente pensé que podrías ser alguien un poco decente. Aunque no se ni siquiera porque lo llegué a pensar cuando te acuestas con desconocidos que ves en el tren.—Si lo sabes ahora, porque rayos no me dejas en paz entonces.—Bueno esa noche recibiste demasiado de mi parte, así que, es mi turno ¿no lo
—Tócame — susurre, Cameron sonrió.Sus dedos recorrieron mis mejillas apartando las lágrimas que aún continuaban cayendo por ellas, su sonrisa vaciló un segundo, pero se mantuvo firme al final.Tomó mi mano y me atrajo a su cuerpo, olía a lluvia y a menta, inhale profundamente tratando de calmarme y grabar su aroma en mi memoria.—¿Vas a decirme qué fue lo que pasó? — pregunto de nuevo, sus labios se pegaron a mi cabello y me sostuvo durante lo que pareció una vida entre sus brazos tratando de hacerme sentir mejor, no tan estúpido, un poco menos cobarde.Pero me sentía justo así, un estúpido aferrándose a otra persona que no conocía que podría ser incluso peor que Adam.Ya no importaba, nada de esto importaba ya. Quería sentirme bien,
—Entonces, K, he estado pensando mucho en algo que dijiste ayer, así que voy a preguntarlo ahora... ¿tú aún quieres que te toque? — sonreí una sonrisa bastante tensa mientras me acercaba hasta donde él se encontraba, su tono había sido demasiado serio como para estar bromeando, sin embargo, algo en él me hacía dudar, algo en la forma de mirarme y de hablar me decía que corriera.—Lo lamento, yo… Solo…—Ah, está bien, realmente no pensé que lo dijeras en serio — la seriedad de su rostro se volvió incomodidad, dejó la taza sobre la barra y me dio la espalda, cuando volteo de nuevo sostenía un vaso de agua y una caja de medicamento.—El médico me dijo que tomaras esto cuando despertaras, son analgésicos — me acerqué a él y tom&eacu
Mina murmuró algo que fui incapaz de entender gracias a esos ojos cafés que me miraban desde el otro lado del pasillo; mis uñas se clavaron en las palmas de mis manos cuando vi a la chica de antes, su cabello cobrizo recogido en un moño flojo y sus uñas ahora de un color rosa chillón que me molestó casi de inmediato. Vi cómo tomó la mano de Cameron por encima de la mesa, sus ojos se apartaron de mí entonces y miró a la chica con una sonrisa tranquila en los labios.Lance una maldición con los dientes aprietas, Mina elevó una ceja, pero estaba más ocupado en encender otro cigarrillo y su segunda taza de café que en mí, lo dejó pasar.La chica besó la barbilla de Cameron, mis manos temblaron, ¿realmente me estaba sintiendo celoso? ¿En verdad me había enamorado de alguien como él? ¿Era posible siquiera? La &
Cameron tomó mi mano con la suya y me hizo detenerme, me quedé ahí de pie mientras las lágrimas resbalaban por mis mejillas sin razón. Ninguno de los dos dijo nada más por un largo momento, solo estuvimos ahí, con nuestras manos entrelazadas en un silencio que se escapaba y gritaba con fuerza.—¿K? — cuando por fin lo escuche llamarme de nuevo, las lágrimas en mis mejillas habían desaparecido, sin embargo, aun dolía, su voz, todo, dolía.—Yo… Solo deja que me vaya.—¿Tienes miedo de mí? — preguntó, su mano se deslizó de la mía, un vacío quedó ahí donde se unía con mi propia mano.No dije nada.—¿Qué es lo que sucede?—¿Qué es lo que quieres de mí? Nos conocimos por casualidad en el tre
—Shh… Hey, está bien — sus labios recorrieron los míos con suavidad, demasiado nerviosos, pero a la vez tan firmes que asustaba.—Cameron... — su nombre salió en gemido tembloroso, su risa invadió la habitación, su aroma a menta y tinta se quedaron en mi nariz.—No digas nada, todo va a estar bien, te lo prometo — sus labios se quedaron un momento más sobre los míos, sabía tan bien, él era tan cálido, tan malditamente familiar que me sentía mareado. Sus manos estaban debajo de mi jersey gris, sus dedos largos y su suave palma acariciaban mi piel con deseo, un gemido más alto escapó de mis labios, sus dientes me mordieron con suavidad mientras se alejaba un poco de mí para verme.—¿Quieres que vaya más despacio? — pregunto, tomo mi mano y besó suavemente la parte interna de mi mu&
Hye.Hye, era la mejor persona del mundo para mí.Ella era todo lo que tenía, lo que necesitaba conmigo. Fue mi amiga, mi compañera, mi amante, el amor de mi vida, mi prometida, mi guía en las noches oscuras.La amé más que a mí mismo o mi propia vida.Ella era simple y hermosa.Cuando no pude ver más su cabello negro y sus ojos azules, cuando su cálido aroma se alejó de mí y su sonrisa dejo de brillas para mí, todo se rompió.Comencé a ahogarme en lo profundo de un lago de mi propia tristeza.Todo lo que alguna vez tuve se escapó de pronto de mis manos y solo estaba Leah para ver y tratar de recoger los pedazos que quedaron de mí, así que, como un idiota me aferré a ella, a su manera despreocupada de qu