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“Tócame"

—Adam…

—Es curioso ver como escapas de mí cada vez que me ves — susurro, sus manos que antes estaban dentro de sus bolsillos rozaron suavemente mi rostro, retrocedí un paso. Un escalofrío recorrió mi cuerpo.

—¿Qué es lo que quieres? — mi voz sonó demasiado baja, demasiado nerviosa, solo deseaba correr. 

—Verte, por supuesto. ¿Crees que iría a un lugar como ese si no deseara verte? En fin, no sabía que te prostituyes para vivir, realmente pensé que podrías ser alguien un poco decente. Aunque no se ni siquiera porque lo llegué a pensar cuando te acuestas con desconocidos que ves en el tren. 

—Si lo sabes ahora, porque rayos no me dejas en paz entonces. 

—Bueno esa noche recibiste demasiado de mi parte, así que, es mi turno ¿no lo crees?

—Fue solo una vez, ¡una maldita vez!

—Sí, bueno, esa noche corriste demasiado rápido como para que pudiera seguirte, entonces me aseguraré de que hoy no escapes — sonrió, mis piernas temblaron. Nunca había tenido tanto miedo de alguien, en ningún momento de mi vida me había sentido tan pequeño, tan estúpido como ahora me sentía. Quizá era por el azul tranquilo de sus ojos, o la forma en cómo estos me miraban, como si solo fuera un pedazo de carne, no más que eso. 

Se acercó un paso más a mí, su mano tocó la mía y la retiré con un tirón cuando sus dedos algo fríos intentaron tomar los míos. 

Sin embargo, aun cuando deseaba correr mis piernas temblaban y se sentían cada vez más y más pesadas. 

—Seré bueno, ven conmigo — sus manos tocaron mi cabello, pasando libremente entre los mechones mojados, su mirada se clavó en la mía, recorrió mi mejilla, sus dedos estaban fríos y su olor a cigarrillos perforó mi nariz. 

Sus labios subieron por mi cuello demasiado húmedos para mi gusto, luego hasta mis propios labios donde su lengua se abrió paso con fuerza, lo empuje lejos. 

Lo escuché reír mientras avanzaba de nuevo hasta mí; froté mis labios con el dorso de mi mano. 

—¿En serio? ¿quieres que sea de esta forma? Bien, tienes dos opciones cariño, la primera es venir conmigo obedientemente y la segunda venir conmigo a la fuerza, tú decides. Pero, estoy completamente seguro de que recuerdas esa noche, realmente lo pasamos bien, ¿no?

—¡Ha sido la peor puta noche de mi vida! — grité, sus manos se cerraron en mi cuello excesivamente rápido, el aire escapó de mis pulmones en un instante, mis uñas se clavaron en su piel tratando inútilmente de hacer que me soltara; retrocedió un poco, pero sus manos siguieron apretando con fuerza. En algún momento las lágrimas inundaron mis mejillas y todo se volvió borroso, su rostro, la calle tras de él, todo. 

Caí de rodillas al suelo en busca de aire, traté de respirar mientras mi garganta quemaba y el oxígeno peleaba por entrar a la fuerza a mis pulmones. 

Tosí durante lo que pareció mucho tiempo y un zumbido se instaló en mis oídos. 

—Espero que te haya quedado claro ahora. 

La voz sonó frente a mí, enfoque su cara mientras aún luchaba por respirar con normalidad. 

Tomo mi cabello con sus manos y me hizo mirarlo, el azul tranquilo me devolvió la mirada, en ese momento sostenía un cigarrillo contra sus labios, soltó el humo en mi cara, volví a toser. Volvió a jalar mi cabello y sus labios chocaron contra los míos de forma dolorosa. 

—¿Vienes ahora? — preguntó mientras se ponía de pie; me tambaleé un poco, respirando con dificultad y me puse de pie también.

—Vete a la m****a — el golpe fue directamente a mi boca, pude ser capaz de sentir como mi labio inferior era aplastado contra mis dientes y la sangre inundando mi lengua.

—Eres realmente hermoso, supongo que lo has escuchado muchas veces, ¿no es así? Eres hermoso, pero deberías callarte y hacer lo que se te dice de vez en cuando. No creo que sea difícil para ti, eres una puta — escupí un poco de sangre sobre la acera, él me entrecerró los ojos mientras miraba un punto detrás de mí. Quise gritar para pedir ayuda, pero mi voz era más que un suspiro suave y tenue. Comencé a temer por mi vida en ese momento. 

—Es hora de irnos, vamos — tomo mi brazo y me obligo a levantarme, me puse de pie con pasos vacilantes. 

—No… — suspiró, y volvió a mirarme en silencio. 

—No estás en condiciones para oponer resistencia, así que, camina. Tu rostro es un asco. Vamos a limpiarte primero. 

Comencé a reír, no es porque fuera gracioso sino porque tenía demasiado miedo de él. 

Quizá él podría matarme si tuviera la oportunidad. 

❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁

El agua de la tina estaba fría y comenzó a teñirse de un color rojizo algo extraño; un par de manos jalaron de mi cabello, levante la cabeza con esfuerzo, tenía tanto sueño, estaba tan cansado. 

Escuché una voz que iba y venía, no recordaba mucho de lo que había pasado, todo era como una cortina de humo que no me dejaba ver más allá. 

Tenía frío, mucho frío. 

—No te desmayes de nuevo — su voz llegó clara, olía a cigarrillos, alcohol y sudor, pero sobre todo estaba ese olor metálico de la sangre que flotaba en el ambiente de forma nauseabunda. 

Trague, mi garganta dolía. 

Dolía mucho. 

¿Qué hora era?

¿Qué día? 

¿Quién diablos estaba conmigo?

❁❁❁❁❁❁ ❁❁❁❁❁❁ ❁❁❁❁❁❁ ❁❁❁❁❁❁

Desperté de nuevo. 

Un par de manos tomaban con fuerza mis caderas, entrando con violencia en mi cuerpo adormecido.

Era tan doloroso. 

Tan malditamente doloroso. 

—Al fin despertaste. Ahora abre un poco más las piernas y levanta la cadera. Estoy harto de tener que hacerlo todo por mi cuenta — gruño cerca de mi oído, una arcada cruzó mi cuerpo. Enterré mi rostro entre las almohadas mientras lágrimas caían frías por mis mejillas. 

Lloré hasta que todo terminó. 

❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁ ❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁❁

—Ya no luces tan hermoso y sexi justo ahora. Fue divertido, muy divertido, cariño. No volveré a molestarte más, viéndote de esta forma creo que ha sido todo lo que necesitaba. Bueno hazte cargo de lo demás, y vuelve a donde sea que vivas. Me voy primero. Adiós —. Me arrojó un par de billetes a la cara, luego susurro mi nombre en la oscuridad de aquella habitación, mi nombre floto en el aire como la primavera, pero realmente yo no me sentía de esa forma. Lo escuche marcharse, dejándome atrás.  

Lavé mi cuerpo con fuerza, el reloj marcaba las 3:47 a.m., las lágrimas aun no me habían abandonado, la vergüenza y el asco se hicieron presentes en algún momento en esa mañana oscura y gris. 

Grité y maldije por ser tan estúpido, lo maldije a él por ser un maldito idiota. 

Limpie el desastre que hizo con mi cuerpo o al menos trate de limpiar tanto como pude, pero aun así no fue suficiente. 

Aún sentía asco de mí mismo. 

Me quedé bajo la regadera por demasiado tiempo, hasta que mis extremidades comenzaron a perder sensibilidad; hasta que las lágrimas se confundieron tanto con las gotas de agua que fue imposible reconocerlas. 

Mire mi rostro en el espejo empañado, uno de mis ojos azules ahora era morado casi negro, un labio partido, un par de golpes más en mis pómulos; las marcas de sus manos en la piel de mi cuello, otro dedo roto. La marca de sus dientes en mi abdomen, mis brazos, mis muslos. 

Sonreí. 

M****a.

Salí de ese lugar, las personas me dedicaban más de una mirada y eso comenzó a volverse muy molesto, me arrastré hasta la estación más cercana para poder ir a casa, y a pesar de que era el peor lugar para volver no había nada más. 

El tren tardó exactamente 30 minutos en llegar.

En todo ese tiempo me encogí en un rincón dentro de mi abrigo tratando de evitar cualquier contacto, tratando de que nadie viera lo patético que yo era. 

Cuando el tren llegó a la estación caminé lentamente para poder subir a él, sin embargo, un par de manos me arrastraron fuera, cerré los ojos y dejé que ese par de manos cálidas y firmes me condujeran a algún lugar cualquier lugar, ¿qué más daba? ¿Qué más podía perder ahora?

—¿Cómo fue que esto sucedió? — su voz susurrando contra mi oído me hizo abrir los ojos de golpe — en todo caso el único ojo con el que podía enfocarlo adecuadamente —, él estaba ahí. 

Me aferré a su cuerpo sin pensarlo dos veces, solo necesitaba ese par de manos manchadas de tinta, solo eso y todo estaría bien. 

¿Cómo lo sabía? 

La verdad es que no lo sabía. 

—¿Qué fue lo que te ocurrió? — volvió a preguntar, sus ojos oscuros examinaron con paciencia cada uno de los golpes en mi rostro.

Alzó una mano manchada de tinta y yo me encogí con miedo. 

—Hey, no voy a hacer nada. No voy a tocarte si no lo deseas — murmuró, bajo de nuevo la mano y la colocó a un costado. Me recargué contra la pared mientras las lágrimas caían de nuevo por mis mejillas. 

—No estaba buscándote, pero me alegro haberte encontrado. 

—Tócame — susurre, Cameron sonrió. 

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