Capítulo 49

Dixon.

—Sí claro, entiendo —se separó un poco—. No te molestará que me quede ¿no?—ella frunció el ceño—. Es que a estas horas la calle está muy fría, podría enfermar —ella abrió su boca con un asombro total.

—¿Me estás pidiendo dormir conmigo?

—No directamente ——él sonrió de lado—. Es decir, puedo dormir en ese mueble fucsia que ustedes adoran —la miró de arriba a abajo con descaro—. Pero si es contigo mejor.

—No tienes remedio, Derricks —dijo con media sonrisa en los labios—. Aunque debería dejar que te congelaras allá afuera —le devolvió la mirada reparadora de cuerpo completo—, pero la conciencia después me mataría —ella comenzó a caminar dejándolo atrás, a Dixon se le hizo un nudo en la garganta, pues la conciencia de él tenía demasiados cargos—. ¿No vienes?

La siguió por el pasillo hasta su habitación. Se encontraba iluminada a media luz y tenía olor a ella. Era justo como él pensaba que sería, acogedora, sencilla y con un toque melancólico. Su cama no era tan grande como la de
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