Chantal.Entre un vaivén de besos y caricias sobre aquel buró, Chantal sentía que flotaba. Dixon lamía y mordía su cuello con ensañamiento, haciendo que una carga eléctrica se le escurriese por todo el cuerpo. Estaba metido entre sus piernas estrujándole los senos con maña debajo de su sostén. Desataba una destreza enorme a la vez que le tomaba sus sensibles botones con los dedos y los apretaba con la fuerza que delataba sus ganas de ella.Ella ahogaba gemidos en su oído mientras recorría su firme cuerpo con las manos. Percibía como el calor que emanaban ambos crecía y se fundía entre sí. Su masculino aroma era todo un deleite, una muestra de que él estaba allí, disfrutando de ella. Chantal abrió su camisa con desesperación. Besó su torso semidesnudo en busca de apagar todo el fuego que le prendía dentro. Lo sentía duro contra sus labios, contra su vientre. Su sabor era una mezcla afrodisíaca que le daban ganas de engullirlo completo, de probar todo de él.¿Qué arte tenía ese Derricks
Chantal.La puerta del lugar se abrió. Dejó ver a un rubio de sonrisa brillante que caminaba hacia ellos.—Oh, pero si aquí están —miró a ambos—. No tenía ni idea —habló con puro sarcasmo—. Espero hayas cuidado bien mi oficina en mi ausencia, Dixon —Chantal vio como comenzaban una guerra entre miradas celestes. —Claro que lo hice, hermano —repuso Dixon divertido—, incluso mejor que tú —el rubio negó par de veces.—Hola, Derek —saludó encogida de hombros—. Debby me dijo que querías hablar conmigo, sobre la sección.—Pues sí, mi bella Chantal —afirmó recobrando su simpatía—, lamento haberte hecho esperar tanto.—Tranquilo, no fue ninguna molestia —le regaló una sonrisa llena de complicidad.—Sí, me imagino —sentenció el rubio mirando a ambos con picardía—. El hecho es que la sección ha sido todo un éxito —ella le sonrió feliz—, y como ya estamos a semanas de navidades, queremos hacer un espacio especial —la rizada asentía a todo lo que decía—, donde des tu testimonio sobre enamorarse d
Chantal.Ella siguió su camino, se dispuso a andar hasta su apartamento mientras el aire frío le calaba los huesos. Llegó después de varios minutos que casi se le hicieron eternos. El lugar estaba totalmente desolado, tenía un toque penumbroso que no le hacía nada bien a sus emociones. Decidió darse una ducha de agua bien caliente, buscaba relajarse, lo necesitaba. Era increíble la habilidad que tenía la vida de darle felicidad por unos instantes y luego arrebatársela ¿Por qué tenía que ser todo lo que la rodeaba tan incierto? No había nada seguro, nada sólido. Ni siquiera ella lo era, ya que no era capaz de mantener una emoción fija, y cada vez que intentaba aferrarse a algo veía como eso se desvanecía, no la sostenía como ella esperaba que lo hiciese. Tal vez ese era el problema. En vez de buscar algo que la sostuviera, debía ella fijar su propio pilar al suelo, sola, sin ayuda de nadie. "¿Por qué te fuiste, Derricks?" Suspiró mientras se colocaba un suéter holgado hasta los musl
Dixon.—¿Además de no estar vestido acorde a la ocasión, qué más te molesta? —le preguntó su padre con el ceño fruncido bajo las luces de aquel lujoso restaurante.—No estoy vestido acorde, porque prácticamente me hiciste salir corriendo y conducir dos horas para encontrarte —dijo con fastidio—, y eso no es lo que me molesta, te conozco, padre, y no me hiciste venir hasta aquí, solo para hablar de negocios. Daniel asintió, le esbozó una sonrisa cargada de suficiencia, Dixon le veía fijamente, y por un momento pensó que se estaba viendo en el espejo que le reflejaba su futuro—. Tienes razón, hijo, en realidad hay una importante noticia que tengo que comunicarte —el señor Derricks pasó las manos por su rubio cabello peinándolo más hacia atrás.—¿Y bien? —inquirió impaciente. Su padre se estaba comportando de una forma totalmente atípica, se notaba ansioso o ¿nervioso?, sin duda una actitud desconcertante viniendo de un hombre como él.—Conocí a alguien especial, hijo. Hemos estado sali
Dixon.—No lo quiero justificar, Derek —se encogió de hombros—, pero no puedo juzgar su actitud. Judith lo dejo muy mal plantado delante de todos, sin mencionar que afirmó haber estado con él solo por interés. —¿Y por qué más iba a estar una mujer con él si no es por eso, Dixon? —el odio hacia Daniel se le escocía de los labios—. ¿Crees que esta es la excepción? —No todas las mujeres son iguales, Derek —sus ojos buscaron los de su hermano por el reflejo del espejo—. Tal vez, con ella es diferente, y ve algo en él que los demás no ven. Eso es algo que vale más que nada, sabes, que la persona indicada crea en ti, y vea más allá del prototipo de m****a que estás destinado a ser —resumió con amargura, y su hermano notó, que eso último no lo decía por su padre, sino por sí mismo. —No eres igual que él, Dixon —caminó hasta su lado, le puso la mano en el hombro—, y lo que siente Chantal por ti, es testigo de eso. Y hablando de la bella Robinson, dónde piensas llevarla tan elegante. Dixon
Dixon.No tardó mucho en llegar al apartamento de la rizada, pues había conducido como loco intentando calmar la furia que lo invadía. Aún se sentía mal después de todo lo ocurrido. A pesar de haber pasado tanto tiempo, ese tema aún le afectaba mucho. No deseaba que Chantal se diera cuenta de que iba algo mal con él. De solo pensar en contarle la historia se le hacía un nudo en la garganta ¿Qué iba a pensar ella de él? No podía permitirse perderla, no por una estupidez como esa. Sería otro secreto más que le guardaría, sabía que estaba mal, pero lo último que deseaba ver en los ojos de la rizada era la decepción y la duda hacia él.La puerta se abrió y dejo ver a la chica que tenía la cabeza hecha un lío. Sintió como su corazón se aceleró de forma abrupta y una enorme sonrisa le recorrió los labios. Le dieron ganas de lanzársele encima y comérsela a besos, pero se contuvo. Había tenido unas enormes ganas de verla, pero nunca pensó en reaccionar así. Eso era algo desconcertante viniend
ChantalEstaba sumergida en el mar recóndito y azul de sus ojos, que la observaban sin perder detalle de lo que hacía. No se podría describir mejor una sensación de ahogo y pérdida de la noción del tiempo como la que estaba sintiendo en esos momentos. Era abrumadora, como si el mundo a su alrededor hubiera desaparecido por completo y solo le dejara lo errático de su respiración, ligada al revoloteo en su estómago. Divagaba entre el singular brillo en la mirada que él emanaba con solo observarla beber de esa copa. Desde que habían llegado a aquel íntimo restaurante, Dixon no había apartado la vista de ella, tampoco había dicho una palabra. Era como si toda esa hermosa energía, llena de añoranza y deseo, que había desprendido en su apartamento, se hubiera desvanecido por completo. Chantal intentaba escudriñar en su mirada alguna minucia de lo que pasaba por su mente, pero no lograba descifrar nada. No con él mirándola así, como si quisiera decirle algo y no encontrase las palabras corr
Chantal.Chantal desvió la mirada avergonzada, fue demasiado directa ¿Qué clase de pregunta había sido aquella cuando ella no creía en esas cosas? Tomó la copa en sus manos dispuesta a beber todo lo que quedaba de un tiro, mas, él no se lo permitió, después de un largo suspiro y con un movimiento suave se la retiró de las manos.—¿Bailamos? —sugirió Dixon, llevándola a la pista de baile.Se escurrieron entre las personas que se movían sin parar al ritmo de la ensordecedora música. El vibrar del bajo se podía sentir donde estaban. Dixon le dio una vuelta y la colocó de espaldas a él. Puso sus manos en las caderas de ella, marcando un ritmo—Solo déjate llevar, Chantal —le susurró de manera sensual, rozando su tibio aliento con la parte posterior de su cuello.Aquella simple acción hizo que su estómago se volcara con ese gusto que ya se la hacía familiar. El sólido agarre de él sobre ella, el calor que se desprendía a sus espaldas con la firmeza de su masculino cuerpo, junto con el ritm