Capítulo 48

Dixon.

—No me digas que viniste a buscarme o algo así —le dio una gran sonrisa—. ¿Es que me extrañabas, hermano? —colocó las manos sobre su pecho haciendo un puchero.

—No seas tonto, Derek —rodó los ojos—. Vine a hablar con Chantal—aquellos dos lo miraron sorprendidos, dispuestos a dedicarle todas las reprimendas que tenían en la punta de la lengua...

Ese par de ojos negros que tanto le gustaban, lo miraban con recelo. Chantal no había emitido palabra alguna, solo estaba de pie delante de él, con los rizos revueltos y usando unas pijamas demasiado cortas y que no iban a juego. Dixon le detallaba cada aspecto, intentando descifrar que pasaba por la mente de ella, a la vez que solucionaba como decirle todo lo que ya no se podía aguantar.

—¿Qué te pasó en las manos? —preguntó la rizada rompiendo el hielo y señalándole su pijama, ya que las mantenía ocultas.

—No es nada de lo que tengas que preocuparte —espetó sin ánimos.

—¿Ah, no? —alzó ambas cejas y se acercó hacia él—. ¿De qué me debo
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