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Capítulo 2. Un regalo de bodas

Isabella

Dejé caer mi bolso sobre la superficie de mi escritorio y esperé a Zaid, me había avisado que lo esperase un par de minutos después de mi hora de salida, tenía una videoconferencia desde hace más de una hora, la señora Bruce se había despedido de mí de manera amable y me dejó sola en el piso de presidencia.

Miré la pantalla de mi celular y contesté un par de mensajes instantáneos de parte de mis hermanos, todos preguntaban cómo me estaba yendo en mi vida de casada ahora que estaba de vuelta en Toronto, que pronto nos veríamos y a qué lugares los llevaría, estaban emocionados que en unas semanas nos reuniríamos en Dubái para la boda.

Las palabras de Zaid hicieron ruido, el tema financiero claro que era un tema del que teníamos que hablar, no quería ser la mantenida, quería tener mi puesto como hasta ahora, quería tener mi propio dinero y con ello, ayudar a mis hermanos, aunque nunca me lo pedían yo enviaba dinero a sus cuentas.

—¿Lista, señora Ashgar? —escuché la voz de Zaid sacándome de mis propios pensamientos, le sonreí y me puse de pie, él alcanzó mi bolso y se la colgó del brazo, luego se pasó el maletín al mismo y su otra mano quedó libre, pero la extendió hacia mí para que la tomara, esos simples gestos me gustaban de parte de él. Acepté y entrelazó sus dedos con los míos y nos dirigimos hacia las puertas del elevador, —¿Por qué tienes el ceño arrugado? ¿Qué tantas vueltas está dando esa cabeza tuya?—dijo mientras caminamos hacia el elevador, nos detuvimos frente a las puertas cerradas mientras él presionó el botón y luego me miró esperando una respuesta. 

—Un tema me tiene inquieta—él se preocupó. 

—¿Qué cosa, Habibati?—preguntó. 

—Quiero seguir trabajando para ti. —él no mostró ningún gesto, no le sorprendió mis palabras. —Quiero seguir generando dinero por mi cuenta propia y…—las puertas se abrieron y cuando íbamos a entrar nos detuvimos, mis ojos se abrieron de par en par al ver al señor Mohammed, intenté soltarme del agarre de la mano de Zaid, pero él lo impidió. 

—Mohammed, pensé qué ya te habías marchado, he terminado la videoconferencia, todo ha quedado como lo he previsto, —el hombre en el interior del elevador se había quedado realmente sorprendido mirando nuestras manos, luego reaccionó haciendo un movimiento con su cabeza—¿A eso has venido?—Zaid ignoró su sorpresa.

—Señor Ashgar, quería ver un asunto de la última exportación, pero lo podremos revisar mañana, ya va de salida—se aclaró la garganta de inmediato evidentemente incómodo. 

—Oh, sí, mi esposa y yo ya estamos yéndonos, pero mañana a primera hora, hablemos del asunto que necesitas que revisemos. —él asintió rápidamente y se hizo a un lado para que pasáramos, Zaid de manera educada me cedió el paso y entré hasta quedarme en la pared de atrás, recargada, ellos dos quedaron frente a mí, —¿Cómo está tu familia, Mohammed?—Zaid preguntó mientras el elevador empezó a bajar, comenzaron a conversar y yo intenté distraerme revisando los mensajes nuevos que habían llegado al grupo de la familia, Julio estaba emocionado diciendo que llevaría tequila a Dubái y luego Luis comentó que el alcohol estaba prohibido en la ciudad y comenzaron a debatir acerca de la información que había sacado de internet. Las puertas se abrieron, salió Mohammed despidiéndose de Zaid y luego se giró a mí para que tomara su mano, se la di y comenzamos a caminar por el estacionamiento hasta que vi a John abriendo la puerta de un auto nuevo, no era la camioneta blindada en la que solíamos viajar. 

—¿Y este auto?—pregunté arrugando mi ceño, John sonrió disimuladamente. 

—Es tu nuevo auto, señora Ashgar. —alcé mis cejas al escuchar a Zaid. 

—Ya me diste un auto cuando firmé un contrato con la empresa. No necesito otro, es más, son dos ocasiones que he usado el auto, y he pensado que con eso lo voy a regresar. —al parecer eso le molestó a Zaid. 

—No acepto de regreso los regalos que te he dado, habibati. 

—No es un regalo, era parte de un contrato y…—detuve mis palabras al ver que Zaid desvió su mirada a John, él se retiró y nos dejó en privacidad, la gente de seguridad empezó a aparecer -quién sabe de donde- y nos rodeó para evitar miradas curiosas, pero… ¿Quién va a estar a estas horas en el estacionamiento de la empresa? Nadie, solo nosotros. 

Zaid se acercó y se detuvo frente a mí, recogió un mechón de mi cabello y lo puso detrás de mi oreja, luego tomó aire y lo retuvo para soltarlo lentamente por la nariz, al parecer debe de haber contado hasta diez para poder hablar. 

—Lo que te doy de corazón, no se regresa. —tenía mis ojos sobre los de él. 

—¿El auto viene realmente en el contrato?—pregunté y sin dudarlo, él asintió.

—Te dije que solo a mi círculo cercano, que trabaja directamente conmigo, tiene un auto. 

—No necesito otro auto, habibi. La mayoría del tiempo, viajamos juntos, y cuando no, uso el auto de la empresa.

—Es más seguro este auto, te gustará. 

—Es muy grande para mí. —dije confesando, era una camioneta blindada. 

—Es un Aston Martin DBX. Además, —dijo abriendo la puerta del auto, el aroma a nuevo se impregnó en mis fosas nasales, —Cuando lleguen tus hermanos, estarán más cómodos para moverlos por la ciudad, —me guiñó el ojo. 

—No utilices a mis hermanos para que acepte el auto, habibi. Eso es bastante… Bajo. —él soltó una carcajada sonora, me lo contagió y le solté un pequeño golpe en su estómago, atrapó mi mano y dejó varios besos en mis nudillos, cuando sus ojos oscuros se posaron en los míos, él pareció relajarse bastante. 

—Quiero todo lo mejor para ti, habibati. Tómalo como mi regalo de bodas, ¿Sí?—dudé un momento, no era de tener tantos regalos como este, pero ¿Sería tan malo darse uno que otro lujo?

—Tengo una condición—él arqueó una ceja y esperó a que hablara—Regresaré el de la empresa y me quedaré con este. —él sonrió ampliamente. 

—Perfecto. 

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