Isabella
Dejé caer mi bolso sobre la superficie de mi escritorio y esperé a Zaid, me había avisado que lo esperase un par de minutos después de mi hora de salida, tenía una videoconferencia desde hace más de una hora, la señora Bruce se había despedido de mí de manera amable y me dejó sola en el piso de presidencia.
Miré la pantalla de mi celular y contesté un par de mensajes instantáneos de parte de mis hermanos, todos preguntaban cómo me estaba yendo en mi vida de casada ahora que estaba de vuelta en Toronto, que pronto nos veríamos y a qué lugares los llevaría, estaban emocionados que en unas semanas nos reuniríamos en Dubái para la boda.
Las palabras de Zaid hicieron ruido, el tema financiero claro que era un tema del que teníamos que hablar, no quería ser la mantenida, quería tener mi puesto como hasta ahora, quería tener mi propio dinero y con ello, ayudar a mis hermanos, aunque nunca me lo pedían yo enviaba dinero a sus cuentas.
—¿Lista, señora Ashgar? —escuché la voz de Zaid sacándome de mis propios pensamientos, le sonreí y me puse de pie, él alcanzó mi bolso y se la colgó del brazo, luego se pasó el maletín al mismo y su otra mano quedó libre, pero la extendió hacia mí para que la tomara, esos simples gestos me gustaban de parte de él. Acepté y entrelazó sus dedos con los míos y nos dirigimos hacia las puertas del elevador, —¿Por qué tienes el ceño arrugado? ¿Qué tantas vueltas está dando esa cabeza tuya?—dijo mientras caminamos hacia el elevador, nos detuvimos frente a las puertas cerradas mientras él presionó el botón y luego me miró esperando una respuesta.
—Un tema me tiene inquieta—él se preocupó.
—¿Qué cosa, Habibati?—preguntó.
—Quiero seguir trabajando para ti. —él no mostró ningún gesto, no le sorprendió mis palabras. —Quiero seguir generando dinero por mi cuenta propia y…—las puertas se abrieron y cuando íbamos a entrar nos detuvimos, mis ojos se abrieron de par en par al ver al señor Mohammed, intenté soltarme del agarre de la mano de Zaid, pero él lo impidió.
—Mohammed, pensé qué ya te habías marchado, he terminado la videoconferencia, todo ha quedado como lo he previsto, —el hombre en el interior del elevador se había quedado realmente sorprendido mirando nuestras manos, luego reaccionó haciendo un movimiento con su cabeza—¿A eso has venido?—Zaid ignoró su sorpresa.
—Señor Ashgar, quería ver un asunto de la última exportación, pero lo podremos revisar mañana, ya va de salida—se aclaró la garganta de inmediato evidentemente incómodo.
—Oh, sí, mi esposa y yo ya estamos yéndonos, pero mañana a primera hora, hablemos del asunto que necesitas que revisemos. —él asintió rápidamente y se hizo a un lado para que pasáramos, Zaid de manera educada me cedió el paso y entré hasta quedarme en la pared de atrás, recargada, ellos dos quedaron frente a mí, —¿Cómo está tu familia, Mohammed?—Zaid preguntó mientras el elevador empezó a bajar, comenzaron a conversar y yo intenté distraerme revisando los mensajes nuevos que habían llegado al grupo de la familia, Julio estaba emocionado diciendo que llevaría tequila a Dubái y luego Luis comentó que el alcohol estaba prohibido en la ciudad y comenzaron a debatir acerca de la información que había sacado de internet. Las puertas se abrieron, salió Mohammed despidiéndose de Zaid y luego se giró a mí para que tomara su mano, se la di y comenzamos a caminar por el estacionamiento hasta que vi a John abriendo la puerta de un auto nuevo, no era la camioneta blindada en la que solíamos viajar.
—¿Y este auto?—pregunté arrugando mi ceño, John sonrió disimuladamente.
—Es tu nuevo auto, señora Ashgar. —alcé mis cejas al escuchar a Zaid.
—Ya me diste un auto cuando firmé un contrato con la empresa. No necesito otro, es más, son dos ocasiones que he usado el auto, y he pensado que con eso lo voy a regresar. —al parecer eso le molestó a Zaid.
—No acepto de regreso los regalos que te he dado, habibati.
—No es un regalo, era parte de un contrato y…—detuve mis palabras al ver que Zaid desvió su mirada a John, él se retiró y nos dejó en privacidad, la gente de seguridad empezó a aparecer -quién sabe de donde- y nos rodeó para evitar miradas curiosas, pero… ¿Quién va a estar a estas horas en el estacionamiento de la empresa? Nadie, solo nosotros.
Zaid se acercó y se detuvo frente a mí, recogió un mechón de mi cabello y lo puso detrás de mi oreja, luego tomó aire y lo retuvo para soltarlo lentamente por la nariz, al parecer debe de haber contado hasta diez para poder hablar.
—Lo que te doy de corazón, no se regresa. —tenía mis ojos sobre los de él.
—¿El auto viene realmente en el contrato?—pregunté y sin dudarlo, él asintió.
—Te dije que solo a mi círculo cercano, que trabaja directamente conmigo, tiene un auto.
—No necesito otro auto, habibi. La mayoría del tiempo, viajamos juntos, y cuando no, uso el auto de la empresa.
—Es más seguro este auto, te gustará.
—Es muy grande para mí. —dije confesando, era una camioneta blindada.
—Es un Aston Martin DBX. Además, —dijo abriendo la puerta del auto, el aroma a nuevo se impregnó en mis fosas nasales, —Cuando lleguen tus hermanos, estarán más cómodos para moverlos por la ciudad, —me guiñó el ojo.
—No utilices a mis hermanos para que acepte el auto, habibi. Eso es bastante… Bajo. —él soltó una carcajada sonora, me lo contagió y le solté un pequeño golpe en su estómago, atrapó mi mano y dejó varios besos en mis nudillos, cuando sus ojos oscuros se posaron en los míos, él pareció relajarse bastante.
—Quiero todo lo mejor para ti, habibati. Tómalo como mi regalo de bodas, ¿Sí?—dudé un momento, no era de tener tantos regalos como este, pero ¿Sería tan malo darse uno que otro lujo?
—Tengo una condición—él arqueó una ceja y esperó a que hablara—Regresaré el de la empresa y me quedaré con este. —él sonrió ampliamente.
—Perfecto.
IsabellaLa familia de Zaid habían llegado esta mañana a Toronto, habíamos ido junto con Nabila para darles la bienvenida en la pista privada. Había una gran montaña de maletas que habían traído de Dubái, no quería imaginarme todo lo que venía en ellas. La madre de Zaid, se había portado amable, siempre y cuando su hijo estuviese cerca, pero a solas, era un témpano de hielo, no sabía como interactuar con ella sin que me escudriñara con sus ojos oscuros. —¿Estás bien, habibati?—preguntó Zaid, levanté la mirada a él y afirmé lentamente, realmente tenía hambre, mucha hambre, pero estábamos en una tienda de artículos de hogar y los padres de él, querían que eligiéramos algo para nuestra nueva casa. —Sí, solo…—me llevé de manera sutil la mano a mi estómago. —Tengo hambre. Tenemos que regresar a la oficina, hay mucho por hacer y…—él puso su dedo contra mi labio para que detuviera mis palabras. —Tengo personal para ello, tranquila. —intentó hacerme sentir que todo estaba bien, acarició mi
IsabellaHospital St. Michael, Toronto, Canadá.Caminé de un lado a otro esperando que salieran a darnos noticias de Zaid, su padre estaba al celular avisando a alguien que intentaron matar a su hijo, sus hermanos hablando entre sí de forma preocupados, las esposas de ellos hacían lo mismo, la madre, orando en una la última línea de asientos, y Nabila, con los ojos llorosos y tratando de controlarse. —Él estará bien—le dije al sentarme a su lado—Saldrá pronto el doctor a dar la noticia de que está bien.—Que Alá te escuche, Isa—luego se limpió los ojos con un pañuelo. —Cuando sucedió él atentando en la boda de nuestro hermano, se sintió distinto, no tenía el terror que tengo en estos momentos de que le pase algo. —me miró—No te conocía aun cuando escuché que tú ibas en ese auto en lugar de él, agradecí que él estuviese sano y con vida, pero ahora, ¿Si le pasa algo?—y más lágrimas llegaron, negué rápidamente intentando no llorar junto con ella. —Estará bien. —aseguré con fe, el grupo
ZaidHospital St. Michael, Toronto, Canadá.La voz de un hombre me hizo abrir los ojos poco a poco, me sentía algo mareado y el sabor extraño en mi boca, empecé a odiarlo de inmediato. —Está estable, señor Ashgar—escuché otra voz, —Así qué no tiene por qué preocuparse, perdió sangre, pero por no ser lo que hizo la esposa, pudo haber perdido más, así qué, pudo haber sido peor. —luego un silencio breve y agradecimientos de mi padre en nuestro idioma natal y después un breve silencio. —Gracias. —era la voz de mi padre, luego se escuchó la puerta cerrarse, —Zaid—susurró mi padre, lo busqué con la mirada y entonces apareció su rostro, sonrió aliviado. —Estás bien, hijo. Gracias a Alá, estás bien. —mi garganta estaba totalmente seca que no me atreví a hablar, intenté suavizarla pasando saliva, pero no tenía la suficiente fuerza para hacerlo. —¿Quieres agua?—preguntó mi padre cuando terminó de analizarme y yo solo asentí. Desapareció de mi vista y luego, un momento después estaba ayudándo
IsabellaHospital St. Michael, Toronto, Canadá.Solo habían pasado un par de minutos cuando la puerta se abrió bruscamente, tomándonos por sorpresa, al mirar, nos dimos cuenta de que era la madre de Zaid, tenía los ojos llorosos y podría deducir que había alivio plasmado en su mirada, pero al mirarme, su rostro se transformó, definitivamente nunca nos vamos a llevar bien.—Yo tengo derecho antes que ella para entrar a verte, —dijo caminando hacia mí, me levanté y luego le cedí espacio para que se acercara a su hijo.—Por Alá, madre, es mi esposa, ¿Cuándo es que…?—detuvo su oración cuando el dolor llegó a él cuando intentó sentarse, la señora decía algo murmurando que no alcancé a escuchar, ahora entiendo cuando dicen que hay suegras que te adoran y eres como otra hija más, pero hay otras que de plano no te ven como una, y solo eres una extraña. —No te muevas, te ayudaré a acomodarlo. —le dije de inmediato para que ya no se moviese, pero la madre, se adelantó y me lanzó una mirada de
IsabellaRegresé con John a la sala de espera para volver a entrar a ver a Zaid, pero entonces, escuché decir a su familia que yo podría hacerme cargo del evento de empleados. Se dieron cuenta de mi presencia y de inmediatamente todos se giraron hacia mí. —Isabella, ¿Podrías encargarte de todo?—preguntó el padre de Zaid, tenía esperanza de que yo dijera que sí, pero realmente nunca había estado a cargo de un evento así. —¿Yo?—solo pregunté como no creyendo su petición. —Nunca he manejado un evento de tal magnitud por todo los detalles que me he encargado junto con la señora Bruce…—¿Pero podrías? Yo podría hacerla de segunda a tu lado y así ayudar también a Zaid. —dijo Nabila poniéndose de pie y acercándose a mí. —Bien, entonces, yo me haré cargo junto con Nabila. —También nosotros podremos ayudarlas—dijeron los hermanos y esposas de ellos, entonces todos se vieron aliviados por qué había alguien a cargo, aunque mi corazón latió apresurado, sé qué podría hacerlo, bueno, eso querí
ZaidResidencia Ashgar-SánchezLa enfermera chasqueó los dientes al ver que no le estaba ayudando a moverme para limpiarme la herida, estaba realmente molesto, irritado y ansiaba con desesperación poder estar sano, dejar ir a Isabella con un grupo de seguridad al evento sin mí, empeoraba como me sentía. —Tiene que tener mucho cuidado de no ser brusco o se lastimará—dijo la mujer mayor con un gesto de «Haz caso o te las verás conmigo» así que sostuve su mirada por un momento más sin decir nada, luego asentí lentamente. —Gracias. —lo acompañé con la mirada, pero no pude evitar no sonar irritado. Tocaron a la puerta y anuncié que podían entrar, entonces apareció John, mi jefe de seguridad y mi mejor hombre de confianza. Noté en su mirada inquietud, lo sé, sabe que deberíamos de permanecer en casa hasta llegar al culpable del atentado, ver desde donde ha llegado todo esto. —Está lista la señora Ashgar. —informó. La mujer nos dio privacidad y luego al quedarnos solos en la habitación, s
Al pasar las semanas, llegó finalmente el día en que Zaid estaba finalmente sano de la herida de bala, aumentando más la seguridad de él y de Isabella, así como de su familia. Los preparativos estaban listos y el día de la boda en Dubái, había llegado.La brillante luz del sol del desierto se reflejaba en los imponentes rascacielos de Dubái mientras los invitados llegaban al majestuoso lugar de la boda de Isabella y Zaid. El evento se llevaba a cabo en un lujoso hotel de cinco estrellas en el corazón de la ciudad, rodeado de exuberantes jardines y fuentes danzantes.El sonido de la música árabe tradicional resonaba en el aire, creando una atmósfera mágica. Los invitados, elegantemente vestidos en sus mejores trajes y vestidos, se reunían en el jardín, ansiosos por presenciar la unión de Isabella y Zaid, aunque era obvio que nadie del círculo de la familia Ashgar estaban al tanto de la primera boda en Toronto ni la de la ciudad de México.Mientras tanto, en una habitación privada, Isab
IsabellaTRES MESES DESPUÉS DE LA BODA EN DUBÁI.Ashgar Export, Toronto, CanadáTenía mis rodillas contra la duela fría frente al váter, mis manos aferradas de este, me limpié la boca con un pañuelo y luego me puse de pie. Tiré de la cadena y luego al bajar la tapadera, me senté encima. Había salido de una gripe que me tuvo en cama casi por cinco días, y ahora, tenía un virus estomacal. Mi estómago no retenía ni mi desayuno de esta mañana, ¿Acaso tendré las defensas bajas? —¿Isa?—escuché la voz de Kate, una compañera que conocí el primer día de mi llegada a trabajar, era de nómina. —Aquí—dije en un tono para que me pudiese escuchar. —¿Estás mal?—preguntó—Te he visto casi correr para llegar. —Me levanté y abrí la puerta del cubículo, al salir, ella alzó sus cejas con sorpresa. —Estás muy pálida. —¿Tú crees?—me miré en el espejo, no tenía color en mis mejillas. —Sí, lo creo, ¿Qué te duele?—preguntó preocupada.—La cabeza, el cuerpo, y no retengo la comida, debe de ser un virus esto