IsabellaHospital St. Michael, Toronto, Canadá.Solo habían pasado un par de minutos cuando la puerta se abrió bruscamente, tomándonos por sorpresa, al mirar, nos dimos cuenta de que era la madre de Zaid, tenía los ojos llorosos y podría deducir que había alivio plasmado en su mirada, pero al mirarme, su rostro se transformó, definitivamente nunca nos vamos a llevar bien.—Yo tengo derecho antes que ella para entrar a verte, —dijo caminando hacia mí, me levanté y luego le cedí espacio para que se acercara a su hijo.—Por Alá, madre, es mi esposa, ¿Cuándo es que…?—detuvo su oración cuando el dolor llegó a él cuando intentó sentarse, la señora decía algo murmurando que no alcancé a escuchar, ahora entiendo cuando dicen que hay suegras que te adoran y eres como otra hija más, pero hay otras que de plano no te ven como una, y solo eres una extraña. —No te muevas, te ayudaré a acomodarlo. —le dije de inmediato para que ya no se moviese, pero la madre, se adelantó y me lanzó una mirada de
IsabellaRegresé con John a la sala de espera para volver a entrar a ver a Zaid, pero entonces, escuché decir a su familia que yo podría hacerme cargo del evento de empleados. Se dieron cuenta de mi presencia y de inmediatamente todos se giraron hacia mí. —Isabella, ¿Podrías encargarte de todo?—preguntó el padre de Zaid, tenía esperanza de que yo dijera que sí, pero realmente nunca había estado a cargo de un evento así. —¿Yo?—solo pregunté como no creyendo su petición. —Nunca he manejado un evento de tal magnitud por todo los detalles que me he encargado junto con la señora Bruce…—¿Pero podrías? Yo podría hacerla de segunda a tu lado y así ayudar también a Zaid. —dijo Nabila poniéndose de pie y acercándose a mí. —Bien, entonces, yo me haré cargo junto con Nabila. —También nosotros podremos ayudarlas—dijeron los hermanos y esposas de ellos, entonces todos se vieron aliviados por qué había alguien a cargo, aunque mi corazón latió apresurado, sé qué podría hacerlo, bueno, eso querí
ZaidResidencia Ashgar-SánchezLa enfermera chasqueó los dientes al ver que no le estaba ayudando a moverme para limpiarme la herida, estaba realmente molesto, irritado y ansiaba con desesperación poder estar sano, dejar ir a Isabella con un grupo de seguridad al evento sin mí, empeoraba como me sentía. —Tiene que tener mucho cuidado de no ser brusco o se lastimará—dijo la mujer mayor con un gesto de «Haz caso o te las verás conmigo» así que sostuve su mirada por un momento más sin decir nada, luego asentí lentamente. —Gracias. —lo acompañé con la mirada, pero no pude evitar no sonar irritado. Tocaron a la puerta y anuncié que podían entrar, entonces apareció John, mi jefe de seguridad y mi mejor hombre de confianza. Noté en su mirada inquietud, lo sé, sabe que deberíamos de permanecer en casa hasta llegar al culpable del atentado, ver desde donde ha llegado todo esto. —Está lista la señora Ashgar. —informó. La mujer nos dio privacidad y luego al quedarnos solos en la habitación, s
Al pasar las semanas, llegó finalmente el día en que Zaid estaba finalmente sano de la herida de bala, aumentando más la seguridad de él y de Isabella, así como de su familia. Los preparativos estaban listos y el día de la boda en Dubái, había llegado.La brillante luz del sol del desierto se reflejaba en los imponentes rascacielos de Dubái mientras los invitados llegaban al majestuoso lugar de la boda de Isabella y Zaid. El evento se llevaba a cabo en un lujoso hotel de cinco estrellas en el corazón de la ciudad, rodeado de exuberantes jardines y fuentes danzantes.El sonido de la música árabe tradicional resonaba en el aire, creando una atmósfera mágica. Los invitados, elegantemente vestidos en sus mejores trajes y vestidos, se reunían en el jardín, ansiosos por presenciar la unión de Isabella y Zaid, aunque era obvio que nadie del círculo de la familia Ashgar estaban al tanto de la primera boda en Toronto ni la de la ciudad de México.Mientras tanto, en una habitación privada, Isab
IsabellaTRES MESES DESPUÉS DE LA BODA EN DUBÁI.Ashgar Export, Toronto, CanadáTenía mis rodillas contra la duela fría frente al váter, mis manos aferradas de este, me limpié la boca con un pañuelo y luego me puse de pie. Tiré de la cadena y luego al bajar la tapadera, me senté encima. Había salido de una gripe que me tuvo en cama casi por cinco días, y ahora, tenía un virus estomacal. Mi estómago no retenía ni mi desayuno de esta mañana, ¿Acaso tendré las defensas bajas? —¿Isa?—escuché la voz de Kate, una compañera que conocí el primer día de mi llegada a trabajar, era de nómina. —Aquí—dije en un tono para que me pudiese escuchar. —¿Estás mal?—preguntó—Te he visto casi correr para llegar. —Me levanté y abrí la puerta del cubículo, al salir, ella alzó sus cejas con sorpresa. —Estás muy pálida. —¿Tú crees?—me miré en el espejo, no tenía color en mis mejillas. —Sí, lo creo, ¿Qué te duele?—preguntó preocupada.—La cabeza, el cuerpo, y no retengo la comida, debe de ser un virus esto
Zaid Estreché la mano de Paolo Rizzo, el nuevo cliente que acababa de firmar con mi empresa, prestaremos nuestros servicios para la mercancía que exportaría a su país y alrededores, estaba demasiado entusiasmado porque finalmente podría hacer sus proyectos. —¿Cenamos para cerrar oficialmente nuestro negocio?—preguntó efusivo dando unas breves palmadas al separarnos de nuestro corto abrazo, al verlo quería decir que no, lo único que había pasado por mi mente era que quería ir a ver a Isabella que ya estaba en casa, reposando, pero sé qué si ella supiese de esta invitación y me negara, me daría una cátedra en español acerca de la falta de profesionalismo. —Claro, reservaré en uno de los mejores restaurantes de la ciudad, —me acerqué al escritorio y llamé a la señora Bruce, quien de inmediato entró, le pedí ese favor de hacer reservación en uno de los mejores restaurantes de comida, aunque quería comer italiana, pidió un lugar con comida mexicana. Al escucharlo, una sonrisa apareció
IsabellaNo sé en qué momento me había quedado completamente dormida contra el pecho de Zaid. Tenía una revolución de sentimientos que afloraban debajo de mi piel. No había tenido nunca en mi vida un comportamiento igual, y no sé por qué a estas alturas, estaba pasándome. Horas después de mi encuentro con Zaid en la ducha, despierto algo desorientada en la cama y cuando miré el lado de él, no estaba. Miré el reloj que estaba en la mesa auxiliar de mi lado y eran las cinco de la mañana, demasiado temprano para mí, pero sé que para él, apenas empezaba el día. Bajé de la cama y de manera torpe por qué aún estaba adormilada, busqué mi bata que estaba extendida sobre el respaldo de la silla de mi tocador, me cubrí y me acomodé la maraña de cabello revuelto, tiré de los cordones para cubrirme mientras me dirigí a la salida de la habitación e ir en búsqueda de Zaid. Crucé el largo pasillo y escuché a lo lejos una voz irritada, y era de él. Conforme me iba acercando, más se intensificó la mol
ZaidNo me había dado cuenta de que tan grande era el baño de mi oficina, tenía mi rostro dentro del váter sacando el resto de mi desayuno, y sentía que el espacio se había reducido unos cuantos metros a mi alrededor, al terminar, tiré de la cadena y bajé la tapa para sentarme encima de ella. Me limpié mi boca con el pañuelo que solía siempre tener conmigo dentro de mi bolsillo trasero de mi pantalón. —¿Qué es lo que me está pasando?—me hice esa pregunta en voz alta al mismo tiempo que miré de reojo el espacio que había sentido más pequeño. Pero realmente era grande. Me lavé mis dientes y luego mi rostro para calmar un poco como me sentía, pensando que el agua fría me aliviaría un poco. —¿Señor Ashgar?—escuché la voz del nuevo asistente que estaba tomando el puesto de manera temporal de Isabella, hoy era su primer día en la empresa. —¿Se encuentra bien?—me inquieté al escucharlo al otro lado de la puerta, primer punto en su contra, no me gustaba que tomara la libertad de entrar a mi