Isabella
Hospital St. Michael, Toronto, Canadá.
Caminé de un lado a otro esperando que salieran a darnos noticias de Zaid, su padre estaba al celular avisando a alguien que intentaron matar a su hijo, sus hermanos hablando entre sí de forma preocupados, las esposas de ellos hacían lo mismo, la madre, orando en una la última línea de asientos, y Nabila, con los ojos llorosos y tratando de controlarse.
—Él estará bien—le dije al sentarme a su lado—Saldrá pronto el doctor a dar la noticia de que está bien.
—Que Alá te escuche, Isa—luego se limpió los ojos con un pañuelo. —Cuando sucedió él atentando en la boda de nuestro hermano, se sintió distinto, no tenía el terror que tengo en estos momentos de que le pase algo. —me miró—No te conocía aun cuando escuché que tú ibas en ese auto en lugar de él, agradecí que él estuviese sano y con vida, pero ahora, ¿Si le pasa algo?—y más lágrimas llegaron, negué rápidamente intentando no llorar junto con ella.
—Estará bien. —aseguré con fe, el grupo de mensajería instantánea estaba vibrando de notificación, al revisar, mis hermanos estaban preguntando como estábamos, eso me sorprendió entonces mandaron un vídeo donde estaba dando la vuelta al mundo sobre él atentando que había tenido Zaid, les contesté de inmediato que estábamos bien, que él aún no salía de urgencias, pero que los mantendría a salvo.
—¿Está todo bien?—preguntó Nabila a mi lado, al levantar la mirada, no sabía como decirle. —dime, ¿Pasa algo?
—Todo el mundo se ha enterado del atentado contra Zaid. —le mostré el vídeo, revisó el suyo y comenzó a informarles a la familia que se había expandido la noticia como pólvora, todos al celular y escuchaba voces diciendo algo que no presté atención, yo solo quería saber que Zaid estaba bien y que pronto saldría de donde estaba, momentos después, el doctor se acercó a nosotros preguntando por los familiares de Zaid Ashgar y nos anunció que gracias al torniquete que le había hecho en el camino, había evitado que perdiera más sangre, que estaba en observación y que cuando despertara de la anestesia podríamos verlo, todos sentimos un gran alivio, me dejé caer en la silla de nuevo y cubrí mi rostro con ambas manos, las lágrimas que intentaba retener finalmente salieron y comencé a atacarme por el llanto, por el miedo y otros sentimientos que aún no podía describir. Nabila me abrazó y las esposas de mis otros cuñados, decían en árabe que gracias a Alá, Zaid estaba bien, que me tranquilizara y que no me viese en ese estado. Les agradecí infinitamente sentirme apoyada un momento, entonces la madre, se detuvo frente a mí haciendo que las demás me diera privacidad con ella.
—Dime algo, ¿Tienes algún pretendiente que haya querido cobrar venganza en contra de mi hijo Zaid?—su pregunta me había dejado helada, Nabila se acercó al escuchar a su madre, así como los demás.
—¡MADRE!—exclamaron varios de ellos sorprendidos por lo que me había preguntado.
—¿No es alguna venganza de parte de tu gente que no quiere a mi hijo?—volvió a preguntarme la madre, me puse de pie y negué rápidamente.
—No, señora Ashgar, no, no, —entonces su mano se estrelló contra mi mejilla haciendo que mi rostro girase de un movimiento brusco hacia un lado, sentí el ardor en mi piel.
—No mientas, mujer. —toda la familia se puso detrás de la mujer intentando tranquilizarla, Nabila fue la única que se quedó a mi lado y me defendió de su propia madre.
—No puedes hacerle esto a ella, ella no tiene enemigos, nuestra familia sí, —llevé mi mano a mi mejilla y me volví hacia ella—Por Alá, madre, no vuelvas a tocar a Isabella, si se entera Zaid lo que has hecho…
—Ella debe de tener un amante, un hombre que tomó venganza en contra de nuestra familia, de mi hijo—la mujer empezó a llorar desconsolada, yo aún mantuve mi mano contra mi mejilla que ardía como el mismo infierno. Tenía que controlarme, no quería empeorar la situación, Zaid estaba bien y eso era lo único que importaba…
Mi habibi.
ZaidHospital St. Michael, Toronto, Canadá.La voz de un hombre me hizo abrir los ojos poco a poco, me sentía algo mareado y el sabor extraño en mi boca, empecé a odiarlo de inmediato. —Está estable, señor Ashgar—escuché otra voz, —Así qué no tiene por qué preocuparse, perdió sangre, pero por no ser lo que hizo la esposa, pudo haber perdido más, así qué, pudo haber sido peor. —luego un silencio breve y agradecimientos de mi padre en nuestro idioma natal y después un breve silencio. —Gracias. —era la voz de mi padre, luego se escuchó la puerta cerrarse, —Zaid—susurró mi padre, lo busqué con la mirada y entonces apareció su rostro, sonrió aliviado. —Estás bien, hijo. Gracias a Alá, estás bien. —mi garganta estaba totalmente seca que no me atreví a hablar, intenté suavizarla pasando saliva, pero no tenía la suficiente fuerza para hacerlo. —¿Quieres agua?—preguntó mi padre cuando terminó de analizarme y yo solo asentí. Desapareció de mi vista y luego, un momento después estaba ayudándo
IsabellaHospital St. Michael, Toronto, Canadá.Solo habían pasado un par de minutos cuando la puerta se abrió bruscamente, tomándonos por sorpresa, al mirar, nos dimos cuenta de que era la madre de Zaid, tenía los ojos llorosos y podría deducir que había alivio plasmado en su mirada, pero al mirarme, su rostro se transformó, definitivamente nunca nos vamos a llevar bien.—Yo tengo derecho antes que ella para entrar a verte, —dijo caminando hacia mí, me levanté y luego le cedí espacio para que se acercara a su hijo.—Por Alá, madre, es mi esposa, ¿Cuándo es que…?—detuvo su oración cuando el dolor llegó a él cuando intentó sentarse, la señora decía algo murmurando que no alcancé a escuchar, ahora entiendo cuando dicen que hay suegras que te adoran y eres como otra hija más, pero hay otras que de plano no te ven como una, y solo eres una extraña. —No te muevas, te ayudaré a acomodarlo. —le dije de inmediato para que ya no se moviese, pero la madre, se adelantó y me lanzó una mirada de
IsabellaRegresé con John a la sala de espera para volver a entrar a ver a Zaid, pero entonces, escuché decir a su familia que yo podría hacerme cargo del evento de empleados. Se dieron cuenta de mi presencia y de inmediatamente todos se giraron hacia mí. —Isabella, ¿Podrías encargarte de todo?—preguntó el padre de Zaid, tenía esperanza de que yo dijera que sí, pero realmente nunca había estado a cargo de un evento así. —¿Yo?—solo pregunté como no creyendo su petición. —Nunca he manejado un evento de tal magnitud por todo los detalles que me he encargado junto con la señora Bruce…—¿Pero podrías? Yo podría hacerla de segunda a tu lado y así ayudar también a Zaid. —dijo Nabila poniéndose de pie y acercándose a mí. —Bien, entonces, yo me haré cargo junto con Nabila. —También nosotros podremos ayudarlas—dijeron los hermanos y esposas de ellos, entonces todos se vieron aliviados por qué había alguien a cargo, aunque mi corazón latió apresurado, sé qué podría hacerlo, bueno, eso querí
ZaidResidencia Ashgar-SánchezLa enfermera chasqueó los dientes al ver que no le estaba ayudando a moverme para limpiarme la herida, estaba realmente molesto, irritado y ansiaba con desesperación poder estar sano, dejar ir a Isabella con un grupo de seguridad al evento sin mí, empeoraba como me sentía. —Tiene que tener mucho cuidado de no ser brusco o se lastimará—dijo la mujer mayor con un gesto de «Haz caso o te las verás conmigo» así que sostuve su mirada por un momento más sin decir nada, luego asentí lentamente. —Gracias. —lo acompañé con la mirada, pero no pude evitar no sonar irritado. Tocaron a la puerta y anuncié que podían entrar, entonces apareció John, mi jefe de seguridad y mi mejor hombre de confianza. Noté en su mirada inquietud, lo sé, sabe que deberíamos de permanecer en casa hasta llegar al culpable del atentado, ver desde donde ha llegado todo esto. —Está lista la señora Ashgar. —informó. La mujer nos dio privacidad y luego al quedarnos solos en la habitación, s
Al pasar las semanas, llegó finalmente el día en que Zaid estaba finalmente sano de la herida de bala, aumentando más la seguridad de él y de Isabella, así como de su familia. Los preparativos estaban listos y el día de la boda en Dubái, había llegado.La brillante luz del sol del desierto se reflejaba en los imponentes rascacielos de Dubái mientras los invitados llegaban al majestuoso lugar de la boda de Isabella y Zaid. El evento se llevaba a cabo en un lujoso hotel de cinco estrellas en el corazón de la ciudad, rodeado de exuberantes jardines y fuentes danzantes.El sonido de la música árabe tradicional resonaba en el aire, creando una atmósfera mágica. Los invitados, elegantemente vestidos en sus mejores trajes y vestidos, se reunían en el jardín, ansiosos por presenciar la unión de Isabella y Zaid, aunque era obvio que nadie del círculo de la familia Ashgar estaban al tanto de la primera boda en Toronto ni la de la ciudad de México.Mientras tanto, en una habitación privada, Isab
IsabellaTRES MESES DESPUÉS DE LA BODA EN DUBÁI.Ashgar Export, Toronto, CanadáTenía mis rodillas contra la duela fría frente al váter, mis manos aferradas de este, me limpié la boca con un pañuelo y luego me puse de pie. Tiré de la cadena y luego al bajar la tapadera, me senté encima. Había salido de una gripe que me tuvo en cama casi por cinco días, y ahora, tenía un virus estomacal. Mi estómago no retenía ni mi desayuno de esta mañana, ¿Acaso tendré las defensas bajas? —¿Isa?—escuché la voz de Kate, una compañera que conocí el primer día de mi llegada a trabajar, era de nómina. —Aquí—dije en un tono para que me pudiese escuchar. —¿Estás mal?—preguntó—Te he visto casi correr para llegar. —Me levanté y abrí la puerta del cubículo, al salir, ella alzó sus cejas con sorpresa. —Estás muy pálida. —¿Tú crees?—me miré en el espejo, no tenía color en mis mejillas. —Sí, lo creo, ¿Qué te duele?—preguntó preocupada.—La cabeza, el cuerpo, y no retengo la comida, debe de ser un virus esto
Zaid Estreché la mano de Paolo Rizzo, el nuevo cliente que acababa de firmar con mi empresa, prestaremos nuestros servicios para la mercancía que exportaría a su país y alrededores, estaba demasiado entusiasmado porque finalmente podría hacer sus proyectos. —¿Cenamos para cerrar oficialmente nuestro negocio?—preguntó efusivo dando unas breves palmadas al separarnos de nuestro corto abrazo, al verlo quería decir que no, lo único que había pasado por mi mente era que quería ir a ver a Isabella que ya estaba en casa, reposando, pero sé qué si ella supiese de esta invitación y me negara, me daría una cátedra en español acerca de la falta de profesionalismo. —Claro, reservaré en uno de los mejores restaurantes de la ciudad, —me acerqué al escritorio y llamé a la señora Bruce, quien de inmediato entró, le pedí ese favor de hacer reservación en uno de los mejores restaurantes de comida, aunque quería comer italiana, pidió un lugar con comida mexicana. Al escucharlo, una sonrisa apareció
IsabellaNo sé en qué momento me había quedado completamente dormida contra el pecho de Zaid. Tenía una revolución de sentimientos que afloraban debajo de mi piel. No había tenido nunca en mi vida un comportamiento igual, y no sé por qué a estas alturas, estaba pasándome. Horas después de mi encuentro con Zaid en la ducha, despierto algo desorientada en la cama y cuando miré el lado de él, no estaba. Miré el reloj que estaba en la mesa auxiliar de mi lado y eran las cinco de la mañana, demasiado temprano para mí, pero sé que para él, apenas empezaba el día. Bajé de la cama y de manera torpe por qué aún estaba adormilada, busqué mi bata que estaba extendida sobre el respaldo de la silla de mi tocador, me cubrí y me acomodé la maraña de cabello revuelto, tiré de los cordones para cubrirme mientras me dirigí a la salida de la habitación e ir en búsqueda de Zaid. Crucé el largo pasillo y escuché a lo lejos una voz irritada, y era de él. Conforme me iba acercando, más se intensificó la mol