Isabella
La familia de Zaid habían llegado esta mañana a Toronto, habíamos ido junto con Nabila para darles la bienvenida en la pista privada. Había una gran montaña de maletas que habían traído de Dubái, no quería imaginarme todo lo que venía en ellas. La madre de Zaid, se había portado amable, siempre y cuando su hijo estuviese cerca, pero a solas, era un témpano de hielo, no sabía como interactuar con ella sin que me escudriñara con sus ojos oscuros.
—¿Estás bien, habibati?—preguntó Zaid, levanté la mirada a él y afirmé lentamente, realmente tenía hambre, mucha hambre, pero estábamos en una tienda de artículos de hogar y los padres de él, querían que eligiéramos algo para nuestra nueva casa.
—Sí, solo…—me llevé de manera sutil la mano a mi estómago. —Tengo hambre. Tenemos que regresar a la oficina, hay mucho por hacer y…—él puso su dedo contra mi labio para que detuviera mis palabras.
—Tengo personal para ello, tranquila. —intentó hacerme sentir que todo estaba bien, acarició mi labio y sonrió de manera pícara sin antes mirar a nuestro alrededor.
—Mañana es el evento, quiero revisar que…—presionó de nuevo su dedo contra mi labio y callarme de manera sutil.
—No pienses en nada más, ya está todo listo para el evento, ahora solo disfrutemos nuestra salida en familia, de aquí iremos a probarte un par de vestidos para mañana, —retiró su dedo, se inclinó para dejar un beso contra mi coronilla. —Así que tranquila, habibati. —sonreí a medias y luego tomé su mano y acaricié sus nudillos. Escuché su nombre cuando Nabila apareció a nuestro lado.
—Madre te llama, ha visto un par de vajillas extravagantes que irá perfecta en tu mueble en tu nueva casa. —Zaid solo asintió y me miró para regalarme un guiño discreto, luego se fue dejándome a solas con Nabila.
Nabila se sentó a mi lado y se aseguró que su velo alrededor de su cabeza y rostro, permaneciera en su lugar correcto, después de un breve silencio, me miró.
—¿Eres feliz?—preguntó en su idioma árabe, giré mi rostro para mirarla, pestañeó rápidamente.
—Sí. —dije con una sonrisa que apareció de la nada en mis labios. —¿Por qué tu pregunta?—ella desvió su mirada y escuché un largo suspiro.
—Me gustaría estar en tu situación, elegir a quien amar.—sus palabras me sorprendieron.
—Si Zaid lo eligió, ¿Por qué tú no?—me atreví a preguntar, ella regresó su mirada hacia la mía.
—Es muy diferente en la mujer musulmana, yo tengo que casarme con un hombre musulmán. —luego detuvo su oración. —Es difícil y más estando en una familia como la mía. —susurró inclinándose hacia mí.
—Encontrarás un buen hombre que te haga feliz, eres hermosa. —ella bajó la mirada.
—Gracias, —suspiró de nuevo—Podría encontrar un buen hombre. —luego levantó su mirada y afirmé segura de ello.
—Aquí están—dijo la madre mi ahora suegra. —Vamos a comer, he comprado una vajilla que estará perfecta para tu nueva casa, Isabella—dijo la mujer entusiasmada. La seguimos y esperamos afuera a que saliera Zaid, su padre y sus hermanos que estaban con sus esposas mirando otras zonas de la tienda. —¿Puedo hacerte una pregunta?—dijo de repente la madre de Zaid.
—Sí, señora. —hice un asentimiento respetuoso.
—¿No te interesa cambiarte de religión?—su pregunta me tomó de sorpresa, no supe que decir un momento e intervino Nabila.
—Madre, eso no se pregunta, tienes que respetar la religión de Isabella.
—Solo he preguntado, no la estoy obligando a que cambie ahora. —se quejó la señora con Nabila.
—Está bien, no se preocupen por la pregunta, —ambas me miraron—No había pensado en el tema, respeto mucho su religión y el Corán, es bello. Pero sinceramente, —me aclaré la garganta, sin saber como reaccionarían a mi respuesta—Quiero seguir permaneciendo a mi religión. —luego puse una sonrisa y Nabila sonrió, lo supe cuando sus mejillas se levantaron por la orilla del su velo.
—Bien, y… ¿Y si mi hijo te pide que te conviertas al Islam? ¿Lo harías?—preguntó la señora.
—Nunca le pediría que lo hiciera, madre. —nos sorprendimos al escuchar la respuesta, pero de Zaid, nos volvimos a él quien pareció estar molesto. —No quiero que estén molestando a mi esposa con el tema de la religión, así tiene mi corazón y así será hasta que Alá nos llame.
—No la estábamos molestando, hijo, solo eran unas preguntas simples, para compartir sus pensamientos acerca de estos temas, convivir y conocernos más, ¿Eso no es lo que querías?
—Quiero que conozcan más a Isabella—Zaid se detuvo a mi lado—Pero no para que la hagas sentir incómoda, ya ha pasado por mucho como para todavía estarle incomodando más. —la madre asintió suavizando su rostro.
—Si ellos son felices así, hay que respetar, madre. —dijo Nabila sonriendo a su madre.
—Sí, sí, lo sé, solo eran preguntas, pero sí, entiendo que quieras permanecer en tu religión, Isabella. Es como si mi hijo, que siempre ha sido musulmán, se hiciera católico o cristiano para complacer a tus hermanos. —y soltó una risita, pero nadie más lo hizo, solo ella. —Ya, ya, quiten esas caras, por Alá. Tenemos que ir a comer.
Salieron el resto de la familia y nos dirigimos cada quien a sus autos con sus equipos de seguridad, llegamos hasta donde estaba John, lo noté inquieto, al acercarme a él cuando abrió la puerta, me detuve.
—¿Pasa algo?—pregunté, miré hacia Zaid quien se detuvo a un par de metros de nosotros para hablar de algo con su padre, pero ya tenía intención de llegar a nosotros. La mirada de John se posó en mí.
—No quiero alertarla, pero algo no está bien, ajusté bien su cinturón de seguridad. —mis ojos se abrieron un poco más, mi corazón se agitó con fuerza, entonces, todo sucedió tan rápido que cuando se escuchó el primer disparo, lo primero que vi fue a John lanzándome hacia el interior de la camioneta y azotando la puerta al cerrarla, miré hacia atrás, lo primero que pensé fue en Zaid, intenté bajar, pero alguien estaba contra mi puerta, después otro disparo y le siguieron más, se escucharon gritos, llantas rechinando contra el suelo, yo quería salir y asegurarme que Zaid estaba bien, el terror de solo pensar que le podrían haber hecho algo, era indescriptible, la puerta se abrió y escuché órdenes en árabe, Zaid entró y cuando me di cuenta de que su mano estaba en el hombro, el auto estaba en movimiento, entonces escuché el gruñido de dolor, la sangre manchando su americana, la adrenalina se activó bajo mi piel y de inmediato le ayudé a retirársela, la camisa de vestir estaba empapada de sangre.
—No es lo que te imaginas—se quejó Zaid—Solo ha sido un roce, tranquila, no entres en pánico, habibati.
—¡Estás sangrando! ¡No me digas que no entre en pánico cuando estás sangrando!—con mis dedos rompí la tela de la manga de su camisa, busqué la herida rápido—Esto dolerá un poco—e hice un torniquete para evitar que perdiera más sangre, Zaid se quejó del dolor y le grité a al chófer que arrancara al hospital más cercano, Zaid detuvo mi mano con la libre e intentó tranquilizarme, y entonces sus ojos se quedaron en mí.
—Estoy bien, estoy bien, tranquila—las lágrimas las mantuve a raya hasta que comenzaron a deslizarse por mis mejillas de manera incontrolable.
—No. No estás bien, habibi.—le retiré la mano me cercioré con mis dedos temblorosos y manchados que no estuviese sangrando más, pero afortunadamente ya no era así.
—No llores, habibati—susurró acariciando mi barbilla, pero no pude evitarlo, y lloré más.
—No me digas que no lo haga cuando te acaban de disparar a unos cuantos metros de mí…—dije sollozando e intentando controlar.
—Prometo no volver a bajar la guardia, menos por qué ahora estás a mi lado—sus labios se comenzaron a poner pálidos—prometo cuidarte más, habibati.
—No cierres tus ojos, mírame—él pareció soñoliento y eso me asustó.—No cierres tus ojos, habibi.
—No, no lo haré…—después de unos minutos más, el auto se detuvo, la puerta se abrió y era John quien estaba pálido, su camisa blanca tenía manchas de sangre, dos camilleros se acercaron a toda prisa y ayudaron a bajar a Zaid, bajé después de él y John me detuvo mientras llevaban a Zaid al interior por las puertas de urgencias.
—Espere—dijo John.
—Necesito ir con Zaid, no quiero dejarlo solo, John. —mi voz sonó desesperada.
—Tiene que mantenerse alerta, cualquier situación que se le haga extraña tiene que decírmelo de inmediato, ¿Sí?—entonces intenté tranquilizarme y tomar la información que me estaba dando John.
—¿Alguien más salió herido?—él negó.
—Solo él. Llegarán en un momento más y custodiarán las áreas para proteger a la familia, a usted y al señor Ashgar, pero necesito que esté alerta. —asentí a toda prisa.
—Lo estaré—dije limpiándome las mejillas bruscamente, acepté el pañuelo que me brindó y le agradecí, —Él estará a su lado en cada momento mientras yo revise alrededor, —un hombre jadeando se acercó cuando John le hizo señales de que viniera a su lado. Hizo una inclinación.
—Gracias. —dije a John—Ten cuidado. —él asintió conmovido por mis últimas palabras.
—Cuide del señor Ashgar mientras regreso. —luego caminé a toda prisa al interior de urgencias mientras el hombre me protegía.
Mientras caminé por el largo pasillo en busca de Zaid, mi mente era un caos, pero al final de este, la imagen de Ibrahim apareció.
IsabellaHospital St. Michael, Toronto, Canadá.Caminé de un lado a otro esperando que salieran a darnos noticias de Zaid, su padre estaba al celular avisando a alguien que intentaron matar a su hijo, sus hermanos hablando entre sí de forma preocupados, las esposas de ellos hacían lo mismo, la madre, orando en una la última línea de asientos, y Nabila, con los ojos llorosos y tratando de controlarse. —Él estará bien—le dije al sentarme a su lado—Saldrá pronto el doctor a dar la noticia de que está bien.—Que Alá te escuche, Isa—luego se limpió los ojos con un pañuelo. —Cuando sucedió él atentando en la boda de nuestro hermano, se sintió distinto, no tenía el terror que tengo en estos momentos de que le pase algo. —me miró—No te conocía aun cuando escuché que tú ibas en ese auto en lugar de él, agradecí que él estuviese sano y con vida, pero ahora, ¿Si le pasa algo?—y más lágrimas llegaron, negué rápidamente intentando no llorar junto con ella. —Estará bien. —aseguré con fe, el grupo
ZaidHospital St. Michael, Toronto, Canadá.La voz de un hombre me hizo abrir los ojos poco a poco, me sentía algo mareado y el sabor extraño en mi boca, empecé a odiarlo de inmediato. —Está estable, señor Ashgar—escuché otra voz, —Así qué no tiene por qué preocuparse, perdió sangre, pero por no ser lo que hizo la esposa, pudo haber perdido más, así qué, pudo haber sido peor. —luego un silencio breve y agradecimientos de mi padre en nuestro idioma natal y después un breve silencio. —Gracias. —era la voz de mi padre, luego se escuchó la puerta cerrarse, —Zaid—susurró mi padre, lo busqué con la mirada y entonces apareció su rostro, sonrió aliviado. —Estás bien, hijo. Gracias a Alá, estás bien. —mi garganta estaba totalmente seca que no me atreví a hablar, intenté suavizarla pasando saliva, pero no tenía la suficiente fuerza para hacerlo. —¿Quieres agua?—preguntó mi padre cuando terminó de analizarme y yo solo asentí. Desapareció de mi vista y luego, un momento después estaba ayudándo
IsabellaHospital St. Michael, Toronto, Canadá.Solo habían pasado un par de minutos cuando la puerta se abrió bruscamente, tomándonos por sorpresa, al mirar, nos dimos cuenta de que era la madre de Zaid, tenía los ojos llorosos y podría deducir que había alivio plasmado en su mirada, pero al mirarme, su rostro se transformó, definitivamente nunca nos vamos a llevar bien.—Yo tengo derecho antes que ella para entrar a verte, —dijo caminando hacia mí, me levanté y luego le cedí espacio para que se acercara a su hijo.—Por Alá, madre, es mi esposa, ¿Cuándo es que…?—detuvo su oración cuando el dolor llegó a él cuando intentó sentarse, la señora decía algo murmurando que no alcancé a escuchar, ahora entiendo cuando dicen que hay suegras que te adoran y eres como otra hija más, pero hay otras que de plano no te ven como una, y solo eres una extraña. —No te muevas, te ayudaré a acomodarlo. —le dije de inmediato para que ya no se moviese, pero la madre, se adelantó y me lanzó una mirada de
IsabellaRegresé con John a la sala de espera para volver a entrar a ver a Zaid, pero entonces, escuché decir a su familia que yo podría hacerme cargo del evento de empleados. Se dieron cuenta de mi presencia y de inmediatamente todos se giraron hacia mí. —Isabella, ¿Podrías encargarte de todo?—preguntó el padre de Zaid, tenía esperanza de que yo dijera que sí, pero realmente nunca había estado a cargo de un evento así. —¿Yo?—solo pregunté como no creyendo su petición. —Nunca he manejado un evento de tal magnitud por todo los detalles que me he encargado junto con la señora Bruce…—¿Pero podrías? Yo podría hacerla de segunda a tu lado y así ayudar también a Zaid. —dijo Nabila poniéndose de pie y acercándose a mí. —Bien, entonces, yo me haré cargo junto con Nabila. —También nosotros podremos ayudarlas—dijeron los hermanos y esposas de ellos, entonces todos se vieron aliviados por qué había alguien a cargo, aunque mi corazón latió apresurado, sé qué podría hacerlo, bueno, eso querí
ZaidResidencia Ashgar-SánchezLa enfermera chasqueó los dientes al ver que no le estaba ayudando a moverme para limpiarme la herida, estaba realmente molesto, irritado y ansiaba con desesperación poder estar sano, dejar ir a Isabella con un grupo de seguridad al evento sin mí, empeoraba como me sentía. —Tiene que tener mucho cuidado de no ser brusco o se lastimará—dijo la mujer mayor con un gesto de «Haz caso o te las verás conmigo» así que sostuve su mirada por un momento más sin decir nada, luego asentí lentamente. —Gracias. —lo acompañé con la mirada, pero no pude evitar no sonar irritado. Tocaron a la puerta y anuncié que podían entrar, entonces apareció John, mi jefe de seguridad y mi mejor hombre de confianza. Noté en su mirada inquietud, lo sé, sabe que deberíamos de permanecer en casa hasta llegar al culpable del atentado, ver desde donde ha llegado todo esto. —Está lista la señora Ashgar. —informó. La mujer nos dio privacidad y luego al quedarnos solos en la habitación, s
Al pasar las semanas, llegó finalmente el día en que Zaid estaba finalmente sano de la herida de bala, aumentando más la seguridad de él y de Isabella, así como de su familia. Los preparativos estaban listos y el día de la boda en Dubái, había llegado.La brillante luz del sol del desierto se reflejaba en los imponentes rascacielos de Dubái mientras los invitados llegaban al majestuoso lugar de la boda de Isabella y Zaid. El evento se llevaba a cabo en un lujoso hotel de cinco estrellas en el corazón de la ciudad, rodeado de exuberantes jardines y fuentes danzantes.El sonido de la música árabe tradicional resonaba en el aire, creando una atmósfera mágica. Los invitados, elegantemente vestidos en sus mejores trajes y vestidos, se reunían en el jardín, ansiosos por presenciar la unión de Isabella y Zaid, aunque era obvio que nadie del círculo de la familia Ashgar estaban al tanto de la primera boda en Toronto ni la de la ciudad de México.Mientras tanto, en una habitación privada, Isab
IsabellaTRES MESES DESPUÉS DE LA BODA EN DUBÁI.Ashgar Export, Toronto, CanadáTenía mis rodillas contra la duela fría frente al váter, mis manos aferradas de este, me limpié la boca con un pañuelo y luego me puse de pie. Tiré de la cadena y luego al bajar la tapadera, me senté encima. Había salido de una gripe que me tuvo en cama casi por cinco días, y ahora, tenía un virus estomacal. Mi estómago no retenía ni mi desayuno de esta mañana, ¿Acaso tendré las defensas bajas? —¿Isa?—escuché la voz de Kate, una compañera que conocí el primer día de mi llegada a trabajar, era de nómina. —Aquí—dije en un tono para que me pudiese escuchar. —¿Estás mal?—preguntó—Te he visto casi correr para llegar. —Me levanté y abrí la puerta del cubículo, al salir, ella alzó sus cejas con sorpresa. —Estás muy pálida. —¿Tú crees?—me miré en el espejo, no tenía color en mis mejillas. —Sí, lo creo, ¿Qué te duele?—preguntó preocupada.—La cabeza, el cuerpo, y no retengo la comida, debe de ser un virus esto
Zaid Estreché la mano de Paolo Rizzo, el nuevo cliente que acababa de firmar con mi empresa, prestaremos nuestros servicios para la mercancía que exportaría a su país y alrededores, estaba demasiado entusiasmado porque finalmente podría hacer sus proyectos. —¿Cenamos para cerrar oficialmente nuestro negocio?—preguntó efusivo dando unas breves palmadas al separarnos de nuestro corto abrazo, al verlo quería decir que no, lo único que había pasado por mi mente era que quería ir a ver a Isabella que ya estaba en casa, reposando, pero sé qué si ella supiese de esta invitación y me negara, me daría una cátedra en español acerca de la falta de profesionalismo. —Claro, reservaré en uno de los mejores restaurantes de la ciudad, —me acerqué al escritorio y llamé a la señora Bruce, quien de inmediato entró, le pedí ese favor de hacer reservación en uno de los mejores restaurantes de comida, aunque quería comer italiana, pidió un lugar con comida mexicana. Al escucharlo, una sonrisa apareció