Capítulo 3. Detalles

Isabella

La familia de Zaid habían llegado esta mañana a Toronto, habíamos ido junto con Nabila para darles la bienvenida en la pista privada. Había una gran montaña de maletas que habían traído de Dubái, no quería imaginarme todo lo que venía en ellas. La madre de Zaid, se había portado amable, siempre y cuando su hijo estuviese cerca, pero a solas, era un témpano de hielo, no sabía como interactuar con ella sin que me escudriñara con sus ojos oscuros. 

—¿Estás bien, habibati?—preguntó Zaid, levanté la mirada a él y afirmé lentamente, realmente tenía hambre, mucha hambre, pero estábamos en una tienda de artículos de hogar y los padres de él, querían que eligiéramos algo para nuestra nueva casa. 

—Sí, solo…—me llevé de manera sutil la mano a mi estómago. —Tengo hambre. Tenemos que regresar a la oficina, hay mucho por hacer y…—él puso su dedo contra mi labio para que detuviera mis palabras. 

—Tengo personal para ello, tranquila. —intentó hacerme sentir que todo estaba bien, acarició mi labio y sonrió de manera pícara sin antes mirar a nuestro alrededor.

—Mañana es el evento, quiero revisar que…—presionó de nuevo su dedo contra mi labio y callarme de manera sutil. 

—No pienses en nada más, ya está todo listo para el evento, ahora solo disfrutemos nuestra salida en familia, de aquí iremos a probarte un par de vestidos para mañana, —retiró su dedo, se inclinó para dejar un beso contra mi coronilla. —Así que tranquila, habibati. —sonreí a medias y luego tomé su mano y acaricié sus nudillos. Escuché su nombre cuando Nabila apareció a nuestro lado. 

—Madre te llama, ha visto un par de vajillas extravagantes que irá perfecta en tu mueble en tu nueva casa. —Zaid solo asintió y me miró para regalarme un guiño discreto, luego se fue dejándome a solas con Nabila. 

Nabila se sentó a mi lado y se aseguró que su velo alrededor de su cabeza y rostro, permaneciera en su lugar correcto, después de un breve silencio, me miró. 

—¿Eres feliz?—preguntó en su idioma árabe, giré mi rostro para mirarla, pestañeó rápidamente. 

—Sí. —dije con una sonrisa que apareció de la nada en mis labios. —¿Por qué tu pregunta?—ella desvió su mirada y escuché un largo suspiro. 

—Me gustaría estar en tu situación, elegir a quien amar.—sus palabras me sorprendieron. 

—Si Zaid lo eligió, ¿Por qué tú no?—me atreví a preguntar, ella regresó su mirada hacia la mía. 

—Es muy diferente en la mujer musulmana, yo tengo que casarme con un hombre musulmán. —luego detuvo su oración. —Es difícil y más estando en una familia como la mía. —susurró inclinándose hacia mí. 

—Encontrarás un buen hombre que te haga feliz, eres hermosa. —ella bajó la mirada.

—Gracias, —suspiró de nuevo—Podría encontrar un buen hombre. —luego levantó su mirada y afirmé segura de ello. 

—Aquí están—dijo la madre mi ahora suegra. —Vamos a comer, he comprado una vajilla que estará perfecta para tu nueva casa, Isabella—dijo la mujer entusiasmada. La seguimos y esperamos afuera a que saliera Zaid, su padre y sus hermanos que estaban con sus esposas mirando otras zonas de la tienda. —¿Puedo hacerte una pregunta?—dijo de repente la madre de Zaid. 

—Sí, señora. —hice un asentimiento respetuoso. 

—¿No te interesa cambiarte de religión?—su pregunta me tomó de sorpresa, no supe que decir un momento e intervino Nabila.

—Madre, eso no se pregunta, tienes que respetar la religión de Isabella. 

—Solo he preguntado, no la estoy obligando a que cambie ahora. —se quejó la señora con Nabila. 

—Está bien, no se preocupen por la pregunta, —ambas me miraron—No había pensado en el tema, respeto mucho su religión y el Corán, es bello. Pero sinceramente, —me aclaré la garganta, sin saber como reaccionarían a mi respuesta—Quiero seguir permaneciendo a mi religión. —luego puse una sonrisa y Nabila sonrió, lo supe cuando sus mejillas se levantaron por la orilla del su velo. 

—Bien, y… ¿Y si mi hijo te pide que te conviertas al Islam? ¿Lo harías?—preguntó la señora. 

—Nunca le pediría que lo hiciera, madre. —nos sorprendimos al escuchar la respuesta, pero de Zaid, nos volvimos a él quien pareció estar molesto. —No quiero que estén molestando a mi esposa con el tema de la religión, así tiene mi corazón y así será hasta que Alá nos llame. 

—No la estábamos molestando, hijo, solo eran unas preguntas simples, para compartir sus pensamientos acerca de estos temas, convivir y conocernos más, ¿Eso no es lo que querías? 

—Quiero que conozcan más a Isabella—Zaid se detuvo a mi lado—Pero no para que la hagas sentir incómoda, ya ha pasado por mucho como para todavía estarle incomodando más. —la madre asintió suavizando su rostro. 

—Si ellos son felices así, hay que respetar, madre. —dijo Nabila sonriendo a su madre. 

—Sí, sí, lo sé, solo eran preguntas, pero sí, entiendo que quieras permanecer en tu religión, Isabella. Es como si mi hijo, que siempre ha sido musulmán, se hiciera católico o cristiano para complacer a tus hermanos. —y soltó una risita, pero nadie más lo hizo, solo ella. —Ya, ya, quiten esas caras, por Alá. Tenemos que ir a comer. 

Salieron el resto de la familia y nos dirigimos cada quien a sus autos con sus equipos de seguridad, llegamos hasta donde estaba John, lo noté inquieto, al acercarme a él cuando abrió la puerta, me detuve. 

—¿Pasa algo?—pregunté, miré hacia Zaid quien se detuvo a un par de metros de nosotros para hablar de algo con su padre, pero ya tenía intención de llegar a nosotros. La mirada de John se posó en mí.

—No quiero alertarla, pero algo no está bien, ajusté bien su cinturón de seguridad. —mis ojos se abrieron un poco más, mi corazón se agitó con fuerza, entonces, todo sucedió tan rápido que cuando se escuchó el primer disparo, lo primero que vi fue a John lanzándome hacia el interior de la camioneta y azotando la puerta al cerrarla, miré hacia atrás, lo primero que pensé fue en Zaid, intenté bajar, pero alguien estaba contra mi puerta, después otro disparo y le siguieron más, se escucharon gritos, llantas rechinando contra el suelo, yo quería salir y asegurarme que Zaid estaba bien, el terror de solo pensar que le podrían haber hecho algo, era indescriptible, la puerta se abrió y escuché órdenes en árabe, Zaid entró y cuando me di cuenta de que su mano estaba en el hombro, el auto estaba en movimiento, entonces escuché el gruñido de dolor, la sangre manchando su americana, la adrenalina se activó bajo mi piel y de inmediato le ayudé a retirársela, la camisa de vestir estaba empapada de sangre. 

—No es lo que te imaginas—se quejó Zaid—Solo ha sido un roce, tranquila, no entres en pánico, habibati.

—¡Estás sangrando! ¡No me digas que no entre en pánico cuando estás sangrando!—con mis dedos rompí la tela de la manga de su camisa, busqué la herida rápido—Esto dolerá un poco—e hice un torniquete para evitar que perdiera más sangre, Zaid se quejó del dolor y le grité a al chófer que arrancara al hospital más cercano, Zaid detuvo mi mano con la libre e intentó tranquilizarme, y entonces sus ojos se quedaron en mí. 

—Estoy bien, estoy bien, tranquila—las lágrimas las mantuve a raya hasta que comenzaron a deslizarse por mis mejillas de manera incontrolable. 

—No. No estás bien, habibi.—le retiré la mano me cercioré con mis dedos temblorosos y manchados que no estuviese sangrando más, pero afortunadamente ya no era así. 

—No llores, habibati—susurró acariciando mi barbilla, pero no pude evitarlo, y lloré más. 

—No me digas que no lo haga cuando te acaban de disparar a unos cuantos metros de mí…—dije sollozando e intentando controlar. 

—Prometo no volver a bajar la guardia, menos por qué ahora estás a mi lado—sus labios se comenzaron a poner pálidos—prometo cuidarte más, habibati. 

—No cierres tus ojos, mírame—él pareció soñoliento y eso me asustó.—No cierres tus ojos, habibi. 

—No, no lo haré…—después de unos minutos más, el auto se detuvo, la puerta se abrió y era John quien estaba pálido, su camisa blanca tenía manchas de sangre, dos camilleros se acercaron a toda prisa y ayudaron a bajar a Zaid, bajé después de él y John me detuvo mientras llevaban a Zaid al interior por las puertas de urgencias. 

—Espere—dijo John.

—Necesito ir con Zaid, no quiero dejarlo solo, John. —mi voz sonó desesperada.

—Tiene que mantenerse alerta, cualquier situación que se le haga extraña tiene que decírmelo de inmediato, ¿Sí?—entonces intenté tranquilizarme y tomar la información que me estaba dando John. 

—¿Alguien más salió herido?—él negó.

—Solo él. Llegarán en un momento más y custodiarán las áreas para proteger a la familia, a usted y al señor Ashgar, pero necesito que esté alerta. —asentí a toda prisa.

—Lo estaré—dije limpiándome las mejillas bruscamente, acepté el pañuelo que me brindó y le agradecí, —Él estará a su lado en cada momento mientras yo revise alrededor, —un hombre jadeando se acercó cuando John le hizo señales de que viniera a su lado. Hizo una inclinación. 

—Gracias. —dije a John—Ten cuidado. —él asintió conmovido por mis últimas palabras. 

—Cuide del señor Ashgar mientras regreso. —luego caminé a toda prisa al interior de urgencias mientras el hombre me protegía. 

Mientras caminé por el largo pasillo en busca de Zaid, mi mente era un caos, pero al final de este, la imagen de Ibrahim apareció. 

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