Observo a Austin y a Natasha, abrazados. No, fijándome bien, ella es quien abraza a Austin, pero él no tarda en apartarla tal y como lo hizo con Claudia. —Ya te dije que no me toques. ¡No te soporto! Sé lo que intentan tú y mi abuela, pero no permitiré que ofendan o humillen a mi esposa. —Le dice Austin, muy decidido, y el corazón me da un vuelco, porque yo sabía que él no me podía fallar. Natasha, le sonríe con malicia. —¿Tu esposa?, por favor, te recuerdo que hasta hace tan solo unos meses te ibas a casar conmigo. Yo era el amor de tu vida. No me engañas, tú no puedes olvidar una relación de tantos años, por una mujer que conociste hace tan poco. Te conozco, y sé que esto lo hiciste por una sola razón, y es la de heredar James&LC. —Te equivocas… —No, yo nunca me equivoco. Sabías que yo aún no quería casarme, y entonces buscaste a la primera tonta que aceptara casarse contigo por dinero. El punto es… ¿En serio será la indicada para cumplir con todos los requeri
Savanah, está frente a mi puerta, y no me queda más que dejarla pasar. De inmediato, toma asiento en la cama, y lo que parecía ser una expresión dura en su rostro, se convierte en una tierna, y cálida. —Ava, por favor, toma asiento. —Le da unas palmaditas a la cama, para que me siente junto a ella. Nerviosa por lo que pueda pasar o decir, hago lo que me dice. —Se que no he sido buena contigo, y que te la he puesto difícil en estos días, pero me gustaría aclararte, que no soy una mala persona, solamente soy una abuela que se preocupa por su único nieto, así como tampoco soy tonta. Es por eso que deseo que me digas la verdad. —Pone sus manos sobre las mías, y me toma por sorpresa. —¿Eh?, perdón, pero no entiendo, ¿a qué se refiere? —La miro expectante. —Soy Savanah James, querida. Yo lo sé todo. Yo sabía perfectamente, de ante mano, que tú y mi sobrino se casarían, simplemente no quise intervenir, pues como el mismo dijo, es adulto y debe tomar sus propias decisiones. Tam
Cansados de la terrible noche que acabamos de tener, Austin y yo subimos a la habitación. —Parece que por fin has logrado impresionar a mi abuela. —Dice Austin, muy feliz. —Créeme, he logrado más que eso, pero de seguro ella te contará luego. —Sugiero con aires de misterio, ya que Austin no sabe acerca de la conversación que tuve con Savanah, antes de la cena. Me observa con los ojos entrecerrados, sospechando que no le he contado algo, pero en ese momento llega una notificación a su teléfono. —¡Oh, por Dios! —Exclama, con una gran sonrisa en el rostro, mientras me abraza fuertemente. —¿Qué?, ¿ha pasado algo? —Tu artículo, ha alcanzado más de 1 millón de lecturas en menos de una semana. —¿De veras? —Si… Empiezo a dar saltitos de emoción. «No me puedo creer que esto esté pasando, que una escritora novata como yo, tenga tantos lectores. ¡Me siento genial!» De pronto, mi felicidad se ve opacada, cuando una llamada entra al teléfono de Austin, y él la descuelga en altavoz al
Durante toda la noche, no pue pegar el ojo, viendo el lado de la cama de Austin, pensando en todo lo que paso, y en lo que no. Intentando descifrar que es lo que en verdad siento, sin temor a equivocarme. «Tengo miedo, tengo miedo a que esto solo sea una atracción física, y terminemos perdiendo nuestra amistad. Tengo miedo a estar enamorada, y que me vuelvan a lastimar. Tengo miedo a no quererlo de la misma manera que él me quiere a mí, o quererlo más, y terminar esperando más de lo que él pueda ofrecerme como pareja. Pero mi mayor miedo es perder a Austin y que salga de mi vida. ¿Qué haré?, tengo miedo a todas las posibilidades, y eso me aterra.» ... A la mañana siguiente, es hora de marcharnos. Savanah, nos despide personalmente, y me recuerda que debo visitarla. Austin, intenta parecer feliz frente a ella, pero hasta ella nota que algo pasa, ya que él apenas me toca, y evita mirarme a los ojos. En el camino de regreso a Ottawa, Austin, apenas y me dirige la palabra.
Salgo tan aprisa del ascensor, que no me fijé que Savanah estaba entrando a la empresa. —Ava, ¿pasa algo? —No, lo siento, abuela, pero debo irme… —¿Y nuestro asunto? —Después, por favor, es que no me siento bien. Savanah asiente, y me apresuro a irme, al ver a Austin, que viene tras de mí. Por suerte, veo cómo Savanah lo detiene, y al salir, logro parar un taxi de inmediato. De pronto suena mi teléfono, creo que es Austin, pero es un número desconocido. Contesto, y es Flor. —Flor, ¿eres tú? —Niña, solo llamo para felicitarla. Felices 25, espero que donde esté, pase un día muy feliz. —Habla con premura, y en un tono bajo, como evitando que la escuchen y cuelga. —Había olvidado por completo que hoy era mi cumpleaños, y Austin ni siquiera lo sabe. Lloro al pensar lo sola que estaré en este día. Para cuando llego a la casa, me echo en el sofá, triste por la situación. —¿Por qué salí corriendo como una cobarde?… ¡uishhh! ¡Que rabia! ¡No puedo creer que estuvi
—¿Pero tú dijiste que esto era solo un trato?. —Austin parece confundido con mis palabras. —Y lo es, y no porque yo lo dije, sino porque así lo acordamos los dos en un principio. Pero no puedo negar que me he acostumbrado a ti, y que estoy feliz de ser tu esposa. Eres un hombre maravilloso, guapo e inteligente. Me tratas mejor de lo que el idiota de Christian Ruiz me habría tratado, si me hubiera casado con él. De hecho, si te soy sincera, si nos divorciamos, no creo encontrar a una persona mejor que tú. —¿Si nos divorciamos? —Me pregunta con duda, al darse cuenta de que ya no estoy afirmando que nos divorciaremos. Me encojo de hombros, restándole importancia a lo que acabo de decir. —¿Sabes?, lo único que quiero es que disfrutemos nuestro tiempo juntos. —Le digo. Austin se acerca y me abraza por la espalda. —Sabes que seguiré estando aquí para ti, incluso después de que esto termine, ¿verdad?, Nunca me alejaré de ti, incluso si solo puedo ser tu amigo. —Me alegra
Veo a Austin, muy serio detrás de mí. —¡Austin!, ¿qué haces aquí? Austin no responde, solo se acerca sin dejar de mirar a mi padre con frialdad. —¿Y tú quien te crees que eres, para tratarme así? —Le pregunta mi padre furioso, y luego empieza a llamar a Efraín. —¡Efraín!, ¡Efraín!, saca a este tipo inmediatamente de aquí. —¡De inmediato, señor! —Afirma Efraín, pero Austin no está dispuesto a ceder tan fácilmente. —No te atrevas, Efraín. Tú más que nadie sabe que lo ideal es que yo también esté aquí. —Efraín se para en seco, y luego Austin se dirige nuevamente a mi padre. —Soy el esposo de su hija, señor, y no permitiré que se atreva a hacerle daño. Tu padre da un paso atrás, intentando recomponerse del disgusto, al saber quien es Austin. Levanta la cabeza, altivo y soberbio, mientras mira a Austin de pies a cabeza, evaluando cada aspecto de su persona. —¡Ya veo!, así que te has dignado a aparecer. Ya Efraín me había comentado algunas cosas de ti. Una sanguijuela,
Enojada, ofendida, frustrada… Con un sin fin de emociones en mi cabeza, retiro la bolsa de suero, del atril, y voy a buscar a Austin, pues necesito hablar inmediatamente con él. No camino muy lejos por el pasillo, cuando escucho la voz de Austin, y de la Dra. Luisa Colleman. Están en una de las habitaciones vacías. Me asomo levemente. —No me mientas, sé que tu matrimonio es una farsa. —Le dice la Dra. a Austin. —No sé de qué hablas. Yo amo a mi esposa. —No me creas tonta. A tu esposa la revisé de pies a cabeza, y encontramos un leve sangrado vaginal, llegue a pensar que quizás podía estar embarazada, jamás me imaginé que estuviera casada, pero en una mujer joven, que lo más normal es que tenga una vida sexual activa, imaginé que podía ser probable. Por suerte solo era su periodo, pero imagina mi sorpresa al descubrir que estaba casada nada más y nada menos que contigo, Austin James, pero su himen sigue intacto. —¿A qué te refieres? —Se nota que Austin, se hace el desen