Me aclaro la garganta, y miro a Austin a los ojos, mientras lo único qué deseo hacer, es hablarle desde el corazón. —Austin, desde el momento en que te conocí, sentí una conexión especial contigo. Fuiste como un ángel, que llegó a mi vida en el momento justo e indicado. A veces, pienso que Dios te puso en mi camino por alguna razón. Durante toda mi vida, todo me fue impuesto, desde que ropa usar, qué lugares visitar, que deportes practicar, e incluso qué amistades podía tener, pero a ti, a pesar de las circunstancias, te elegí, fuiste mi decisión, y sé que eres la mejor elección que he tomado. Prometo ser lo que tú has sido para mí; mi sostén, mi luz en la oscuridad; seré tu mayor fan, aquella que no te dejará desfallecer. —Quisiera agregar la palabra “jamás”, pero sé, que esto es un contrato con fecha de caducidad, no estaría siendo sincera si lo hago. Sonrió, sin decir nada más, mientras que Austin no deja de mirarme, incluso cuando el oficiante, continúa con la ceremonia…
Al revisar el armario, me doy cuenta de que Austin, tenía razón, mi maleta, se encuentra allí, y al abrirla, también encuentro una pequeña nota de Emma. *Me tomé el atrevimiento, de comprar algunas cosas que creo necesitarás para pasar unos días maravillosos en tu luna de miel. Disfrútalos. Un abrazo. Emma. Reviso, y encuentro, protector solar, varios bañadores, toallas, bronceador, sombreros, e incluso, ropa de playa para Austin. —¡Vaya!, Emma piensa en todo. —Austin se acerca a mí. —Ni que lo digas. Los dos son buenas personas. —Dice refiriéndose también a Benjamín. —Se tomaron tantas molestias por nosotros. Aún no puedo creer que viajaran con nosotros, al Puerto de Quebec, solo por hacernos este maravilloso regalo. —Sigo revisando mi maleta, y veo una prenda finamente doblada, casi al fondo, que seguramente también fue comprada por Emma. —Sí, ellos son así. Son geniales. —Dice Austin, y yo me centro en sacar la prenda de color rojo, curiosa de lo que pueda ser. Sa
Parpadeo un par de veces, al escuchar a Austin, sin comprender muy bien lo que acaba de decir. —¿Ava, has oído lo que te he dicho? —Sí, pero aún lo estoy asimilando. Austin suspira, se sienta erguido con la espalda en el cabezal de la cama, y luego gira su cabeza para mirarme fijamente a los ojos. —No tendremos sexo, pero quiero que todo lo demás sobre este matrimonio sea real. —¿Y nuestras reglas? —No las romperemos. Solamente nos comportaremos como lo hacen los esposos, sin enamorarnos y sin nada de sexo, y en dos años nos divorciaremos. Solo, déjame cuidarte como lo hace un esposo. Permíteme tratarte bien. Levanto una ceja, mirándolo con sospecha. —¿Puedo saber por qué quieres hacer esto? —Para ser sincero, tengo muchas razones. —Pues dímelas. Soy todo oídos. —Bueno, en primer lugar. Será más fácil convencer a mi abuela y a todos los que desearán que lo nuestro fracase, apenas se enteren de que nos hemos casado; y en segundo, afianzaremos nuestro vín
Austin timonea el barco, y empieza a darle la vuelta, mientras las estrellas iluminan la noche. Me acerco a él, dispuesta a disculparme por lo que dije hace un momento. —Austin, con respecto a hace un rato… lamento mucho haber dicho lo que dije. —¡No te preocupes!, fue mi error. Yo sabía de tu trasplante y tu cicatriz, y te hice sentir incómoda al quedarme viéndola. No fue cortes de mi parte. —Me mira por primera vez, desde que está hablando. —Pero, si quiero que tengas claro algo, Ava. Yo siento por ti muchas cosas, menos lástima. Entiendo que no quieres que vea tu cicatriz, y lo respeto. En un arrebato, por alejar los tontos miedos que me invaden, me quito la blusa y quedo solo con el sostén, dejando ver una gran parte, de la línea cicatrizada, que está en el centro de mi pecho. —Ava, ¿qué haces? —Dejando de ser una tonta… Austin, intenta ver hacia otro lado. —Tranquilo, no tengo miedo de que la veas. —No es eso… es que… no quiero verte… —¿Eh? —Me confunde
—Esa es la idea abuela. —Dice Austin muy tranquilo. —Apenas supe que necesitabas hablar conmigo, cancelamos nuestra luna de miel. Que se suponía sería todo el fin de semana, con unos días adicionales, empezando desde el jueves… —Termina de decir Austin muy feliz, pero a su abuela no parece importarle su explicación. Ella sigue mirándome fijamente, como si quisiera encontrar algún defecto en mí. —Pues bien, no hay más que decir. Vengan, vamos a cenar. Tenemos mucho de que hablar. —Nos indica Savanah, quien nos guía al comedor. Me siento en la enorme mesa del comedor al lado de Austin, sonriendo y tratando de ocultar el hecho de que estoy muy nerviosa. «Quiero que Savanah me acepte. No me gustaría sentirme rechazada.» Varias empleadas empiezan a poner la mesa, y el ama de llaves, sirve en los platos, Caviar y pasta carbonara para la cena. Savanah, me mira con curiosidad. —¿Ava, gustas iniciar?, porque no empiezas probando el caviar —Me pregunta mi abuela política, ofrecié
Me quedo completamente congelada, incapaz de creer lo que Savanah acaba de decirme. Sin poder emitir una sola palabra, intento procesar la situación. «¿Qué debo hacer o decir en este caso? Austin se levanta de la silla, mirando firmemente a su abuela.» —Te adoro abuela, eres muy importante para mí, pero no permitiré que trates así a mi esposa. —Ustedes fueron quienes me insultaron primero al casarse sin mi permiso. —Responde Savanah, mientras se cruza de brazos. —No necesito tu permiso, abuela. Por si no te has dado cuenta, soy mayor, y puedo tomar mis propias decisiones. Mi vida solo la manejo yo. «¡Ay por Dios, esto es un desastre!» —Mis manos empiezan a temblar ante la zozobra y el nerviosismo. —«Se supone que Austin se casó conmigo, para cumplir la petición de su abuela, pero todo está saliendo terriblemente mal. La verdad es que jamás conté con que Savanah me odiaría tanto, sin darse la oportunidad de conocerme. Ni siquiera le importa, lo elegante, inteligente o
—¿Eso era lo que le decías a Natasha, cuando se ponía celosa? —No puedo evitar preguntar, rompiendo el ambiente seductor que se había formado. Austin se aparta frustrado. —Natasha y yo salimos durante tres años. Fue la única relación duradera y seria que tuve en mi vida, y las cosas no salieron bien con ella. Si pudiera cambiar las cosas y eliminar esa relación tóxica y tormentosa de mi pasado, lo haría. Pero es algo que no tengo el poder de cambiar. Sin embargo, ahora estoy aquí, contigo. Eres mi esposa, así que no tiene caso que sigamos hablando de ella. Se acerca a mí de nuevo, y me da un dulce beso en la nariz. —Lo único que me importa en este momento, es ser el hombre que te mereces. —Toma mi mano derecha y la lleva a su corazón. —Austin, tú y yo tenemos un trato. —Tan solo olvídate por un momento de eso, y déjate querer. —Dice y acerca sus labios a los míos, y totalmente dispuesta, abro la boca, para recibir un beso lleno de deseo. Sigo besándolo, incapaz de dete
Apenas, veo el rostro de Natasha, me doy cuenta de que ya la conocía. Nunca podría olvidar la cara de esa mujer tan grosera y quisquillosa. «Ella era la modelito que quiso insultarme en la tienda, aquella vez que estaba comprándole el regalo a Rita.» —Entonces, ¿tú eres la famosa, Ava? —Me mira de arriba abajo con desprecio, mostrando una risa burlona. —¿Famosa?, no sabía que tenía tantas admiradoras. —Respondo muy tranquila. —¡Ja!, no seas ridícula. Famosa, por qué no cualquiera tiene la hazaña de enredar al hombre más rico del país. —¿Enredar?, discúlpame, pero deberías medir tus palabras. —Se pone de pie, y yo igual. —No, la que debería medirse, eres tú. ¡Maldita aprovechada!. ¿Quién te dijo que te podías casar con un hombre que ya estaba comprometido?. —Me dice Natasha, y con los dedos de su mano me da un pequeño empujón en el hombro. —¡Si me vuelves a tocar, no respondo! —Le digo, ya bastante ofuscada, intentando controlar con todas mis fuerzas las ganas d