Al final Alejandro decidió previa consulta con Amelia, que ella, su madre, y el pequeño se trasladaran a la mansión, hasta que tuvieran los resultados de la prueba de ADN.Naomi dudó cuando él le informó del traslado hacia la casa, miró a Amelia con duda, porque de cierta manera temía su reacción, no quería tener ningún tipo de problemas, sin embargo, lo que ocurrió a continuación la dejó un proco sorprendida.Amelia se dio cuenta de la preocupación de Naomi, sin embargo, la miró con calma y aunque su expresión era firme, sus palabras eran amables.—Yo no tengo ningún problema de que nos acompañes Naomi, aquí lo importante son las pruebas y saber si Alexandre es hijo de mi esposo, para que él se haga cargo. Así que lo importante aquí es que todos queremos saber la verdad. Naomi asintió, visiblemente aliviada por el tono conciliador de Amelia. Aunque aún estaba nerviosa, la aceptación de Amelia parecía ser un bálsamo para sus nervios. Comenzaron a caminar hacia el auto y mientras A
Alexandre, al ver la reacción de la niña y de Esmeralda, se echó hacia atrás, asustado por haber provocado tal escena. Sus ojos se llenaron de lágrimas de frustración y confusión.—¡Yo no le hice daño! ¡Solo le estaba hablando! Ella es muy grosera porque no respondió mis palabras —se defendió Alexandre, mirando a Esmeralda con desesperación.Esmeralda, tratando de calmar la situación, negó con la cabeza y acarició el cabello de su nieta mientras le hablaba a Alexandre con suavidad.—Alexandre, cariño, Anaís no te respondió porque no puede escucharte. Ella no es maleducada, solo que es sordomuda. No puede escuchar lo que dices ni hablar como nosotros —explicó Esmeralda con ternura.El rostro de Alexandre cambió de inmediato, su enojo se transformó en tristeza. Bajó la cabeza, apenado por no haber entendido la situación.—Lo siento... no sabía... ¿Por qué es así? —preguntó Alexandre, susurrando con culpa en su voz.Esmeralda lo miró con comprensión y cariño.—Son cosas que pasan, pequeñ
Después de que los técnicos se marcharon, dejando tras de sí la promesa de que los resultados de las pruebas estarían listos en unos días, Amelia se dirigió a su despacho con la mente llena de preguntas. Aunque la situación con Alexandre era urgente, había algo más que no podía ignorar: la conexión de Manuela con Alejandro y, con su propia historia.Sentada en su escritorio, abrió su portátil y comenzó a navegar por los perfiles sociales de Manuela. Era tarde en la noche, pero el cansancio no la detenía. Había algo que necesitaba descubrir. Con una mezcla de determinación y ansiedad, comenzó a revisar las amistades y conexiones de Manuela, filtrando a las personas en función de sus profesiones. Estaba segura de que la persona que había proporcionado la muestra a Manuela tenía que estar relacionada con el campo médico, específicamente con un banco de semen.Los nombres aparecían en la pantalla uno tras otro, y cada mujer que se ajustaba al perfil era marcada para una revisión más detal
Las palabras de Alejandro cayeron como un rayo en la habitación. Amelia sintió que el aire abandonaba sus pulmones mientras procesaba la noticia.—Alexandre es mi hijo —, repitió Alejandro, su voz apenas un susurro.Sus ojos estaban fijos en un punto distante, como si estuviera tratando de comprender la magnitud de lo que acababa de descubrir.Amelia se acercó a él, tomando su mano entre las suyas. —¿Estás seguro? —preguntó suavemente, aunque sabía que la respuesta era obvia.Alejandro asintió lentamente. —Entonces, Waleska no te engañó —afirmó, su voz llena de sorpresa—. Eso significa que Alexandre es realmente tu hijo. Alejandro, debes darle a ese niño todo lo que le ha faltado. No puede seguir viviendo con esa incertidumbre.—Sí, es mi hijo, el laboratorio lo confirmó. Una de las pruebas de ADN es positiva y la otra negativa. La de él es la positiva —. Hizo una pausa, su mirada encontrándose con la de Amelia. —¿Sabes lo que eso significa? —Ella asintió con un gesto, sin emitir ni
El silencio que siguió a la revelación fue ensordecedor. Amelia y Alejandro se miraron, sus mentes, tratando de procesar la información que acababan de recibir. Anaís, la niña que había adoptado y amado como propia, que era hija de Amelia, había resultado también ser su hija biológica.—¿Cómo es esto posible? —preguntó finalmente Amelia, su voz, apenas un susurro. —¿Cómo puede Anaís ser tu hija?Alejandro negó con la cabeza, aún aturdido. —No lo sé, Amelia. No entiendo cómo pudo suceder esto.De repente, los ojos de Amelia se abrieron de par en par, una realidad golpeándola con fuerza como un mazazo.—La muestra... Alejandro, ¿recuerdas lo que me contó Naomi? Sobre Manuela llamando a alguien para obtener una muestra... esa muestra era tuya y la persona solo pudo haberla sacado de Progenix.Alejandro la miró fijamente, procesando sus palabras. De repente, todo empezó a encajar.—Lorena... —susurró, su rostro palideciendo. —Ella trabajaba en Progenix en ese entonces. Tenía acceso a las
El ambiente en la sala era tan tenso que se podía cortar con un cuchillo. Las primas de Alejandro se miraban entre ellas con nerviosismo, conscientes de que algo grave estaba a punto de revelarse, pero sin saber quién debía romper el silencio. Valeria y Lisya parecían especialmente incómodas, mientras que Lorena intentaba mantener la compostura, aunque su rostro reflejaba preocupación.Finalmente, fue Lorena quien se armó de valor para hablar. Tomó aire profundamente antes de enfrentarse a la mirada inquisitiva de Alejandro.—Alejandro, no sé qué es lo que estás pensando, pero quiero que sepas que jamás me prestaría para hacerle daño a nadie, mucho menos a ti porque eres mi familia —comenzó, su voz temblorosa pero decidida. Cada palabra era un esfuerzo por mantener la calma en un ambiente donde el aire se volvía más denso con cada segundo que pasaba.—Si cometí un error, fue no haber comprobado por mí misma que los protocolos se cumplieran como debían cuando se destruyeron tus muestr
Pese a su reacción, la rabia de Amelia se agitó en su interior, y por completo ciega mezcla de rabia y del dolor, se paró frente a ella y le propinó un par de bofetadas con toda la rabia que le produjeron sus palabras.—¡Cállate imbécil! Con mi hija no te metas, porque la próxima vez que vuelvas a decir algo en su contra, la que va a quedar muda, eres tú porque te voy a arrancar la lengua.El sonido de las bofetadas resonó en la sala, dejando a todos en silencio por un momento. Lisya, con la mejilla enrojecida, miró a Amelia con una mezcla de sorpresa y odio.Alejandro, saliendo de su estupor inicial, se interpuso entre las dos mujeres, su rostro una máscara de furia apenas contenida.—Amelia, mi amor, por favor, déjame manejar esto.Dirigió su mirada a Lisya, sus ojos ardiendo de ira. —¿Cómo... cómo pudiste hacer algo así? —preguntó finalmente Alejandro, su voz apenas un susurro—. ¿Cómo pudiste maquinar que un hijo mío naciera quién sabe dónde? ¿Cómo pudiste usar eso, para vengarte
Alejandro y Amelia se miraron uno al otro sin poder contener esa expresión de preocupación en su mirada, se tomaron de las manos y dirigieron al cuarto de juego donde estaba Anaís jugando con Alexandre, sintiendo el corazón acelerado. Sabían que la conversación que estaban a punto de tener era muy importante para todos, y en cierta medida les preocupaba la reacción de la niña.Lo que había ocurrido recientemente con Manuela y sus primas había sido una situación difícil para Alejandro, la tormenta de emociones, las traiciones reveladas, lo habían dejado impactado.Ahora, su prioridad era Anaís, la pequeña que había adoptado como su hija, pero ahora por un giro de los acontecimientos, y a las manipulaciones de la que fue objeto resultaba ser de su propia sangre. Y por supuesto que a él le gustaba la idea de ser su padre biológico, estaba contento y orgulloso de la pequeña, sin embargo, no podía evitar sentirse triste al darse cuenta de que su pequeña debió vivir sola en un orfanato