Capítulo 68. Explicaciones.

Las palabras de Anaís cayeron sobre Alejandro como una avalancha. Su pequeña hija, a la que tanto amaba, lo estaba rechazando. Sintió como si su corazón se rompiera en mil pedazos al ver la seriedad y el enojo en el rostro de la niña.

—Anaís... —susurró al mismo tiempo que gesticulaba, tratando de acercarse a ella, pero la niña retrocedió, extendiendo los brazos con firmeza.

—No quiero que me hables —dijo gesticulando con manos temblorosas y los ojos llenos de lágrimas—. Tú... tú estabas con otra mujer en una foto, no nos quieres a mi mamá y a mí… voy a buscar un papá que nos ame.

Alejandro sintió una punzada de dolor al escuchar las palabras de Anaís. Su pequeña hija, con esos ojos llenos de lágrimas y desconfianza, lo estaba rechazando de una manera que no había imaginado posible.

Respiró hondo y, con la mayor suavidad posible, se acercó a ella arrodillándose al frente para estar más cerca de su altura.

—Anaís, por favor, escúchame —dijo con voz suave, mientras movía sus manos con
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