Capítulo 75. Una visita inesperada.

Amelia despertó al sentir la suave presión de los labios de Alejandro recorriendo su espalda. Un suspiro de satisfacción escapó de sus labios, y aunque intentó mantenerse dormida, la calidez de su toque la fue arrastrando poco a poco a la realidad.

—Levántate, perezosa —murmuró Alejandro con voz ronca, mientras continuaba dejando besos a lo largo de su columna vertebral.

Amelia dio un leve quejido y se acurrucó más bajo las mantas, pero la sonrisa en su rostro delataba lo mucho que estaba disfrutando del despertar.

—Amor, quiero ducharme contigo —dijo Alejandro, su aliento cálido acariciando su piel—. Después de llevar a la pequeña a su primer día de clases, ¿Me vas a acompañarme a la oficina? —preguntó, aunque no esperó respuesta—, aparte de eso, antes quiero hacer unas cositas contigo en el baño —añadió con un tono juguetón, lleno de intención.

Amelia, medio abriendo los ojos, lo miró por encima del hombro, con una expresión de incredulidad y un toque de diversión.

—¿Alejandro Valen
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