Capítulo 51. Confesión.

—¿Qué estás diciendo? ¡Eso es imposible! —exclamó, su voz quebrándose.

—No, no lo es, —respondió Manuela en voz baja. —Esa noche... alguien que conozco y que trabaja en Progenix, tomó una muestra de las que tenías allí.

Sergio se tambaleó hacia atrás, incapaz de procesar las palabras que acababa de escuchar. Su mente giró en un torbellino de confusión y repulsión. No podía ser verdad. No podía ser el padre biológico de la hija de Amelia.

—No... —murmuró, su voz apenas un susurro. Se llevó las manos a la cabeza, tratando de calmar el caos en su mente—. ¡¿Cómo es posible?!

Manuela, pálida y temblorosa, dio un paso hacia él, sus manos temblando. Sabía que había desatado una tormenta que no podía detener.

—Lo siento, Sergio —dijo, su voz rota—. Lo hicimos sin pensar, no pensé en las consecuencias.

Sergio la miró, incrédulo. Se llevó las manos a la cabeza, sin poder creer.

—Tengo una hija… la pequeña Anaís es mía… y yo no la traté bien… —expresó con un tono de emoción y culpa en su vo
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