Capítulo 43. Una suegra espía.

El silencio que siguió a las palabras de Anaís fue casi cómico en su contraste con la seriedad de la situación. Alejandro y Amelia intercambiaron una mirada de sorpresa, sin saber cómo responder de inmediato a la espontánea propuesta de la niña.

Alejandro fue el primero en reaccionar, soltando una leve risa, aunque en sus ojos brillaba algo más profundo, quizás la incredulidad de que la niña hiciera esa propuesta o recordando en la sugerencia que le había hecho su madre.

—Anaís... —dijo suavemente, agachándose para estar a la altura de su hija—. Las cosas no funcionan así. No puedes decidir esas cosas tan fácilmente.

Anaís, confundida por la reacción de su padre, frunció el ceño y empezó a hacer señas rápidas.

—¿Por qué no? —preguntó, moviendo las manos con una determinación que reflejaba la convicción de una niña que todavía no entiende la complejidad del mundo de los adultos—. No me gusta ese señor. Quiero que mamá se quede aquí con nosotros. ¿Por qué no puede ser así?

Amelia, aún c
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