Capítulo 41. Un  rechazo.

El silencio que siguió a las palabras de Anaís fue ensordecedor. Amelia sintió que el aire se le escapaba de los pulmones, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar. Sergio, por su parte, se quedó inmóvil, su rostro una máscara de incredulidad y confusión.

Anaís, ajena al impacto de sus palabras, se acurrucó más contra Amelia, sus pequeñas manos aferrándose a la blusa de su madre.

Amelia tragó saliva, tratando de encontrar su voz.

—No lo quiero —repitió la niña mientras empezaba a llorar.

—¿Por qué se pone así? —preguntó Sergio intentando acercarse lo que provocó que la pequeña se alterara más.

Amelia, sintiendo el cuerpo tembloroso de su hija contra el suyo, levantó una mano para detener a Sergio. Sus ojos, llenos de angustia y determinación, se clavaron en los de él.

—Por favor, dame un momento a solas con ella —susurró con voz temblorosa.

Sergio no prestó atención y siguió caminando, tratando de imponer su voluntad.

—Déjame explicarle, para que entienda que vas a casarte con
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